✨Capítulo 19✨

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Con las piernas temblorosas, Rebecca caminó hacia la puerta y la abrió. Pero el corazón no saltó de su pecho al darse cuenta de que no era Allen el que estaba ahí, sino Ryan, su amigo. Abrió la boca con sorpresa, no esperaba verlo.

Ryan apretó los labios.

—Quería verte, Becca... —Se rascó la mejilla—. Perdóname por no avisarte, pero como la última vez metí la pata...

Becca suspiró y asintió con una sonrisa. No podía estar molesta con Ryan durante mucho tiempo, a ese chico lo conocía desde el instituto y habían compartido muchos momentos divertidos que no podría olvidar.

—No te preocupes, Ryan —dijo ella—. Olvídalo, además, ese día estaba bastante sensible.

Al mismo tiempo en que hablaba lo invitó a pasar. La confianza que tenía con su amigo era suficiente para invitarlo a pasar a su departamento sin que se indujera ningún pensamiento perverso. Ryan rio con suavidad.

—¿Y eso por qué? —preguntó mientras estudiaba minuciosamente la habitación de su amiga.

Becca recogió las cosas que tenía en su cama y las ordenó en el armario y en los cajones del buró. Ya entraría a trabajar en pocos minutos, por lo que estaba de salida. Se volvió hacia él.

—Sentimentalismos —respondió sin dar más detalle.

Tomó las llaves del apartamento y su celular.

—Yo entraré a trabajar ahora mismo... ¿Querías hacer algo?

Ryan se encogió de hombros y negó. Sus ojos azules siempre eran sinceros, por lo que ella siempre adivinaba en ellos su sentir.

—No te preocupes por mí, ve a trabajar. Yo iba a comprar algunas cosas por el centro, pero aproveché para venir a disculparme, pues me queda de paso.

—Sabes que ya no importa. —Becca sonrió y caminó hacia la puerta—. Está olvidado.

Ryan la siguió.

—Por cierto, Becca... ¿Este viernes estarás ocupada? —preguntó su amigo a la vez que salían del departamento y ella cerraba la puerta con seguro.

Al voltear, su corazón se sobresaltó al ver a Allen recargado en su puerta, aparentemente relajado, pero su expresión era de disgusto. No pudo evitar que sus ojos lo estudiaran con todo detalle: estaba vestido con tenis, vaqueros oscuros y camisa blanca de manga larga. Bastó para que se le secara la boca. Y sus ojos. ¡Por los dioses! Su mirada volcánica siempre era lo mejor, pero no solo por el color de sus ojos, que era capaz de detener su mundo y su respiración.

Allen miraba a Ryan de una manera muy poco amigable. Después desvió la mirada hacia la joven con mil cuestiones en la mirada. Becca se percató de lo que él podría pensar, por lo que avanzó hacia él para presentarle a su amigo cuando él soltó los brazos y se marchó por el pasillo. Desapareció en el elevador cuando este cerró sus puertas.

Becca solo se pudo quedar quieta sin saber qué decir. ¿Y ahora qué le sucedía?

Ryan cruzó los brazos con el ceño fruncido.

—¿Y ese quién es? Parece tener un humor de la patada.

Becca se rio para tratar de aliviar la situación y no levantar sospechas en su amigo. Era preferible conservar la extraña relación que mantenía con Allen como un tema privado, sin testigos.

—Un nuevo inquilino. La verdad es que es poco amigable, apenas si lo he visto un par de veces —respondió ella con indiferencia.

Ryan seguía con un matiz de preocupación en la mirada.

Heridas Profundas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora