26.

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Gerard no podía creer lo que veía.

Frank estaba pálido, muy pálido. Su mirada estaba perdida en un punto fijo de la pequeña habitación de su mejor amigo. Sus manos temblaban y su respiración era irregular.

Reaccionó luego de unos constantes llamados de atención de Gerard, la persona que más amaba en su desastrosa vida.

— Lo siento.– Dijo al fin.
— Frank, ¿Qué te pasa? Me asustas.
— Oh, no es nada.– Mintió, queriendo no preocupar a su mejor amigo.
— Sé que algo te pasa, Frank. Te conozco y tú también a mi, sabes que puedes confiarme lo que sea.
— Lo sé, Gerard. No es nada, solo estoy cansado.
— Bien.– Dijo y se fue, dando un gran portazo al salir de la habitación.

Frank no quería preocuparlo, no quería que sufriera y no quería destruir lo más hermoso que la vida le había dado.

Se levantó de la cama y fue a la cocina, encontrando a Gerard llorando de espaldas a la pared.

Su corazón se partió en miles de fragmentos, sabiendo que él era el culpable.

— Gee...– Dijo mientras le envolvía la cintura con sus brazos.
— Frank, quiero que confíes en mi.– Reprochó y colocó sus brazos al rededor del cuello de su mejor amigo.— Eres lo más importante que tengo, no quiero perderte.
— No me perderás. Siento haberme comportado así.
— ¿Me lo dirás?– Preguntó y una última lágrima salió de sus hermosos ojos cafés.
— Terminé con Jamia.- Volvió a mentir, ya hace tiempo que lo había hecho.— Es eso.
— ¿Por qué?– Frunció el ceño, extrañado.— ¿No la amabas?

«No» Quiso decir, pero se contuvo, pues no quería arruinar su amistad con sentimientos no correspondidos.

— No era mi tipo.– Prosiguió.
— ¿No era tu tipo? ¡Pero si vivían abrazados, Frank!

«Era para darte celos.» Pensó.

— No lo sé... no siento lo mismo que cuando comenzamos a salir.
— Bueno, mi niño.- Bromeó y lo abrazó con más fuerza.

Sería muy difícil contenerse.

Historias FrerardWhere stories live. Discover now