27.

170 24 6
                                    

Mi rol era cuidarte. Tu rol era quererme.

Pero ni yo te cuidé, ni tú me quisiste.

Por ello ahora somos dos desconocidos. Dos desconocidos que en en un tiempo se conocían muy bien.

Yo te amé, Frank. Te amé como a nadie.

Lo peor es que ese amor no desapareció.

Pensé que mi amor se iba a ir junto con tus cosas. Que esparcidos en tu ropa iban a quedar los trozos de eso que alguna vez fue mi adicción.

¿Qué hice mal, Frank?

Lo mejor del día era llegar y abrazarte, llenarte el rostro de besos y hacerte el amor.

¿Qué sucedió contigo?

Te veías más ausente, más apagado.

Con mis ojos de enamorado no pude ver el daño que te hacías, las marcas en tu piel y las ojeras debajo de tus hermosos ojos.

Ese día, como era usual, te di un beso con todo el amor que me fue posible, mas tú apartaste tus labios y te inundaste en lágrimas

Me gritaste.

Me gritaste palabras demasiado hirientes, demasiado destructivas.

Y mi corazón se rompió con tan solo escucharte, con tan solo ver tu estado.

Gritaste que no me amabas, que ya no lo hacías.

Intenté no creerte, intenté abrazarte.

Pero golpeaste mi pecho con tus débiles puños y me empujaste.

¿De verdad nunca me amaste, Frank?

Te fuiste y una parte de mí se fue contigo.

¿Qué pasó, Frank?

Éramos tan felices... Yo era tan feliz.

Y te dejé ir, no te detuve.

Historias FrerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora