-Nagoya es demasiado bonito, quizás cuando sea madura me venga a vivir aquí.- Ibuki desprendía entusiasmo y alegría a dos kilómetros de distancia, yo, sin embargo, estaba con mi típica cara de orco malhumorado.
-O sea, nunca.- me golpeó en el hombro, no pude evitar reírme.
-Yo al menos vivo sola, en un departamento.- infló los mofletes. -No como tú, ¡niña mimada!-
-Seguro es un desastre, todo desordenado y con trozos de pizza caducados en el suelo desde hace dos años. Me apuesto un riñón.-
-¡Buena noticia, te quedas con tu riñón!- rió. -Algún día la ordenaré.-
Y ahí se quedó la conversación, en un silencio incómodo. Bueno, no tan incómodo, Ibuki miraba con estusiasmo todo, las tiendas, la carretera, los coches, y las personas. Como si nunca hubiera venido aquí, vaya.
-Mai, tengo hambre.-
-Yo también.-
-¡Genial, tú invitas!- y salió disparada a no sé dónde, tuve que salir detrás de ella corriendo, y yo no estaba precisamente en buenas condiciones físicas que digamos.-
No sé cuánto tiempo estuvimos corriendo, pero para mí fue una eternidad.
Vi a Ibuki parada enfrente de Bagels and smoothie life, nuestra cafetería favorita y con un nombre hortero y poco pensado, porque justamente era lo que más predominaba en esta cafetería.-¡Joder Ibuki, te voy a apuntar en una maratón!- jadeé intentando recobrar el aire perdido, o sea, todo el aire.
-¡Lo siento, tengo hambre! Y recordé este sitio, siempre veníamos aquí.-
-Lo sé, lo sé...- Me reincoporé al ver que las puertas de la cafetería se abrieron, bueno, un chico albino que reconocí al instante las abrió con una sonrisa de oreja a oreja.
-¡Nagito, ¿qué haces aquí!?- gritó mi amiga, bastante sorprendida.
-¡Oh, Ibuki! Qué alegría verte.- Me quedé embobada mirando a su sonrisa, que iluminaba todo, y no es broma. -Siempre vengo, los bagels de aquí están muy ricos.- sostenía una cajita, supuse que eran bagels.
-¡Oooh, entiendo, entiendo!- contestó.
-¡Mai, no sabía que estabas aquí también! ¿conoces a Ibuki?- rápidamente volví al mundo cuando escuché mi nombre ser pronunciado por Nagito.
-¿La conoces? ¿Conoces a Mai?- dijo Ibu más alegre de lo normal, casi daba saltitos de alegría. -Ella es mi mejor amiga, ¡la mejor amiga del mundo mundial!- gritó.Se acercó a mí, me dio golpecitos suaves en la cabeza y despeinó un poco mi pelo, cosa que odiaba con todo mi ser que me despeinaran más de lo que estoy. Sin embargo, que lo hiciera él no me importó y no sé porqué.
-Tengo que irme, tengo prisa.- tuve que levantar la cabeza para ver al chico tan alto, y me sonrió. -Prometo que la próxima vez que nos veamos, te invitaré a algo.- se alejó un poco. -Y a ti también, Ibuki.- se despidió de nosotras con la mano, Ibuki y yo le devolvimos el mismo gesto.
-Es majo.- me dijo ella casi en susurros. -¡Venga, entremos!-
Me giré para verlo, una vez más. Desapareció entre la multitud. Ibuki me hacía señas desde dentro para que entrara de una vez, y eso hice.
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La vaca que tenía por amiga había pedido tanto que podía alimentar a un país entero con todo lo que había pedido, no miento. -¡Ay, ay, ay! ¡Mi pobre cartera, más vacía que nunca...!-
-Qué quejica, ni que te hubiera dejado en bancarrota.-
-No, pero por poco.- se había negado a pagar cualquier cosa, porque según ella ''un invitado no debe pagar'', cuando en realidad ella sola había venido aquí, sin yo decirle si se podía quedar o no en mi casa.
Rosoplé. Bufé. Me quejé. Maldije a Ibuki porque ya no podría comprarme mi deseado videojuego para el que había estado ahorrando. Aunque quizás, mi madre se apiadaba de mi pobre ser y me lo compraba.
-Y...¿de qué conoces a Nagito?- preguntó curiosa, apoyando los codos en la mesa y la cabeza en las palmas de sus manos.
-La verdad es que llovía un día, y él me preguntó si se podía refugiar conmigo bajo el balcón en el que estaba. Le dije que sí y ya.-
Se veía que no estaba muy convencida. -¿Nada más?
-Luego me lo encontré de casualidad en el metro y me devolvió mi llavero que perdí por haber salido corriendo.- Suspiré. -Y me acompañó a casa. Fin.-
Abrió tanto los ojos que pude observar perfectamente el color rosa de ellos. -¿No te das cuenta, Mai? ¡Es como el típico fanfic cliché en el que el chico y la chica se encuentran por cosas del destino y se enamoran!- gritó tanto que la gente de allí nos miraron. -¡Estáis destinados! ¡Ibuki está muy emocionada! ¡Kyaa-
Tapé su boca con mi mano derecha. -¡Cállate la bocaza! No me gusta Nagito y ni me gustará. Además, ni siquiera somos amigos.-
Me chupó la mano, y la quité rápidamente con cara de asco. -Ni mi gisti Nigiti, bla bla bla.-
La camarera nos trajo los treinta kilos de dulces que pidió Ibuki y los batidos. Le di las gracias. Bufé.
-Eres un incordio, Mioda.-
-Pero me quieres.-
-No.-
-Sí.-
-No.-
-Sí.-
-No.-
-Te quiero, Mai.-
-Yo no.-
-Claro que sí.-
-No.-
-¿Quieres un bagel?-
-Pues sí, a eso no te digo que no.- reímos. Me metió un bagel en la boca tan rápido, que poco más y muero ahogada.
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Salí de allí con quince kilos de más. Vamos, que podía pasar una semana entera sin comer y como si nada.
-¿Ni gracias ni nada, eh?- la fulminé con la mirada. Ella estaba 'ocupada' relamiéndose el azúcar de los dedos.
-Mai.-
-Qué.-
-Sigo teniendo hambre.-
-Te jodes.- hizo un puchero. -Tienes un agujero negro en vez de estómago.-
-¿Qué almuerzas hoy?-
Me encogí de hombros. No tenía la menor idea de qué comería hoy, además que realmente ya estaba llena. Oí a mi amiga suspirar detrás de mí.
-Vamos a tu casa, me duelen los brazos de llevar la maleta.-
Me lo dijera o no, allí es donde me dirigía. Mi drama preferido empezaba dentro de un par de horas y no quería perdérmelo por nada del mundo.
A todo esto... ¿Nagito siempre está solo? ¿No tiene a nadie? Las tres únicas veces que lo he visto, estaba...solo. No supe porqué ese chico de pelo algodonado se vino a mi mente, sólo que... no sé, me parecía diferente y especial a los demás.
-Conocí a Nagito en la Hope's peak, ya sabes, a la escuela que asistí por mi talento.- comentó como si me hubiera leído la mente.
-¿Qué dices, qué dices?- me giré sorprendida, se asustó. -¿Nagito tiene un talento? ¡No me lo creo!-
-En sí todos tenemos un talento.- sentenció. -Aunque él decía que no era un talento lo suyo, ¡tiene una suerte alucinante!-
-¿Estaba allí por su suerte? ¿Como...-
-Sí, ¡Como Makoto!- canturreó. -Pero no sabía que él vivía en Nagoya, creí que se fue a Europa.-
Woah... pues Nagito sí que es un chico especial después de todo.
Ahora tenía curiosidad por saber más de él.
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You're my Hope [Nagito Komaeda]
Fanfiction-¿Sabes qué? Hay algo que me gusta más que la esperanza. -¿En serio? -Sí. -¿Bagels? -No, tú. °°°