Capítulo 4

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-Nagoya es demasiado bonito, quizás cuando sea madura me venga a vivir aquí.- Ibuki desprendía entusiasmo y alegría a dos kilómetros de distancia, yo, sin embargo, estaba con mi típica cara de orco malhumorado.

-O sea, nunca.- me golpeó en el hombro, no pude evitar reírme.

-Yo al menos vivo sola, en un departamento.- infló los mofletes. -No como tú, ¡niña mimada!-

-Seguro es un desastre, todo desordenado y con trozos de pizza caducados en el suelo desde hace dos años. Me apuesto un riñón.-

-¡Buena noticia, te quedas con tu riñón!- rió. -Algún día la ordenaré.-

Y ahí se quedó la conversación, en un silencio incómodo. Bueno, no tan incómodo, Ibuki miraba con estusiasmo todo, las tiendas, la carretera, los coches, y las personas. Como si nunca hubiera venido aquí, vaya.

-Mai, tengo hambre.-

-Yo también.-

-¡Genial, tú invitas!- y salió disparada a no sé dónde, tuve que salir detrás de ella corriendo, y yo no estaba precisamente en buenas condiciones físicas que digamos.-

No sé cuánto tiempo estuvimos corriendo, pero para mí fue una eternidad.
Vi a Ibuki parada enfrente de Bagels and smoothie life, nuestra cafetería favorita y con un nombre hortero y poco pensado, porque justamente era lo que más predominaba en esta cafetería.

-¡Joder Ibuki, te voy a apuntar en una maratón!- jadeé intentando recobrar el aire perdido, o sea, todo el aire.

-¡Lo siento, tengo hambre! Y recordé este sitio, siempre veníamos aquí.-

-Lo sé, lo sé...- Me reincoporé al ver que las puertas de la cafetería se abrieron, bueno, un chico albino que reconocí al instante las abrió con una sonrisa de oreja a oreja.

-¡Nagito, ¿qué haces aquí!?- gritó mi amiga, bastante sorprendida.

-¡Oh, Ibuki! Qué alegría verte.- Me quedé embobada mirando a su sonrisa, que iluminaba todo, y no es broma. -Siempre vengo, los bagels de aquí están muy ricos.- sostenía una cajita, supuse que eran bagels.

-¡Oooh, entiendo, entiendo!- contestó.

-¡Mai, no sabía que estabas aquí también! ¿conoces a Ibuki?- rápidamente volví al mundo cuando escuché mi nombre ser pronunciado por Nagito.
-¿La conoces? ¿Conoces a Mai?- dijo Ibu más alegre de lo normal, casi daba saltitos de alegría. -Ella es mi mejor amiga, ¡la mejor amiga del mundo mundial!- gritó.

Se acercó a mí, me dio golpecitos suaves en la cabeza y despeinó un poco mi pelo, cosa que odiaba con todo mi ser que me despeinaran más de lo que estoy. Sin embargo, que lo hiciera él no me importó y no sé porqué.

-Tengo que irme, tengo prisa.- tuve que levantar la cabeza para ver al chico tan alto, y me sonrió. -Prometo que la próxima vez que nos veamos, te invitaré a algo.- se alejó un poco. -Y a ti también, Ibuki.- se despidió de nosotras con la mano, Ibuki y yo le devolvimos el mismo gesto.

-Es majo.- me dijo ella casi en susurros. -¡Venga, entremos!-

Me giré para verlo, una vez más. Desapareció entre la multitud. Ibuki me hacía señas desde dentro para que entrara de una vez, y eso hice.

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La vaca que tenía por amiga había pedido tanto que podía alimentar a un país entero con todo lo que había pedido, no miento. -¡Ay, ay, ay! ¡Mi pobre cartera, más vacía que nunca...!-

-Qué quejica, ni que te hubiera dejado en bancarrota.-

-No, pero por poco.- se había negado a pagar cualquier cosa, porque según ella ''un invitado no debe pagar'', cuando en realidad ella sola había venido aquí, sin yo decirle si se podía quedar o no en mi casa.

Rosoplé. Bufé. Me quejé. Maldije a Ibuki porque ya no podría comprarme mi deseado videojuego para el que había estado ahorrando. Aunque quizás, mi madre se apiadaba de mi pobre ser y me lo compraba.

-Y...¿de qué conoces a Nagito?- preguntó curiosa, apoyando los codos en la mesa y la cabeza en las palmas de sus manos.

-La verdad es que llovía un día, y él me preguntó si se podía refugiar conmigo bajo el balcón en el que estaba. Le dije que sí y ya.-

Se veía que no estaba muy convencida. -¿Nada más?

-Luego me lo encontré de casualidad en el metro y me devolvió mi llavero que perdí por haber salido corriendo.- Suspiré. -Y me acompañó a casa. Fin.-

Abrió tanto los ojos que pude observar perfectamente el color rosa de ellos. -¿No te das cuenta, Mai? ¡Es como el típico fanfic cliché en el que el chico y la chica se encuentran por cosas del destino y se enamoran!- gritó tanto que la gente de allí nos miraron. -¡Estáis destinados! ¡Ibuki está muy emocionada! ¡Kyaa-

Tapé su boca con mi mano derecha. -¡Cállate la bocaza! No me gusta Nagito y ni me gustará. Además, ni siquiera somos amigos.-

Me chupó la mano, y la quité rápidamente con cara de asco. -Ni mi gisti Nigiti, bla bla bla.-

La camarera nos trajo los treinta kilos de dulces que pidió Ibuki y los batidos. Le di las gracias. Bufé.

-Eres un incordio, Mioda.-

-Pero me quieres.-

-No.-

-Sí.-

-No.-

-Sí.-

-No.-

-Te quiero, Mai.-

-Yo no.-

-Claro que sí.-

-No.-

-¿Quieres un bagel?-

-Pues sí, a eso no te digo que no.- reímos. Me metió un bagel en la boca tan rápido, que poco más y muero ahogada.

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Salí de allí con quince kilos de más. Vamos, que podía pasar una semana entera sin comer y como si nada.

-¿Ni gracias ni nada, eh?- la fulminé con la mirada. Ella estaba 'ocupada' relamiéndose el azúcar de los dedos.

-Mai.-

-Qué.-

-Sigo teniendo hambre.-

-Te jodes.- hizo un puchero. -Tienes un agujero negro en vez de estómago.-

-¿Qué almuerzas hoy?-

Me encogí de hombros. No tenía la menor idea de qué comería hoy, además que realmente ya estaba llena. Oí a mi amiga suspirar detrás de mí.

-Vamos a tu casa, me duelen los brazos de llevar la maleta.-

Me lo dijera o no, allí es donde me dirigía. Mi drama preferido empezaba dentro de un par de horas y no quería perdérmelo por nada del mundo.

A todo esto... ¿Nagito siempre está solo? ¿No tiene a nadie? Las tres únicas veces que lo he visto, estaba...solo. No supe porqué ese chico de pelo algodonado se vino a mi mente, sólo que... no sé, me parecía diferente y especial a los demás.

-Conocí a Nagito en la Hope's peak, ya sabes, a la escuela que asistí por mi talento.- comentó como si me hubiera leído la mente.

-¿Qué dices, qué dices?- me giré sorprendida, se asustó. -¿Nagito tiene un talento? ¡No me lo creo!-

-En sí todos tenemos un talento.- sentenció. -Aunque él decía que no era un talento lo suyo, ¡tiene una suerte alucinante!-

-¿Estaba allí por su suerte? ¿Como...-

-Sí, ¡Como Makoto!- canturreó. -Pero no sabía que él vivía en Nagoya, creí que se fue a Europa.-

Woah... pues Nagito sí que es un chico especial después de todo.

Ahora tenía curiosidad por saber más de él.

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You're my Hope  [Nagito Komaeda]Where stories live. Discover now