Capítulo Doce

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Capítulo doce.

28 de abril, 2015.

—Sigo sin entender muy bien tu disfraz—se queja Fabricia dibujando todo lo que voy indicando, porque admito que ella tiene un don para diseñar y coser. Es buena en la moda.

—Ya te lo he explicado.

—Pero es un poco raro, aunque lo estoy haciendo muy sexy.

—No esperaba menos de ti. Solo mantén mis partes de chicas ocultas y seré feliz.

—Aburrida.

— ¿Qué serás tú?

—Una sexy enfermera.

—No me lo esperaba—finjo desconcierto, pero que disfraz más trillado.

—Y buscaré quien me presté su jeringa.

—Lo llevas a otro nivel ¿no?

—Hay que disfrutar la vida.

Para disfrutar la vida el sexo no es el único medio, pero no lo digo porque no quiero que arruine mi disfraz. Abro de nuevo el whatsApp en mi teléfono y Dexter ha clavado el vil visto a todos mis intentos de desinvitarlo, a mis razones y ruegos, porque incluso he intentado sobornarlo, lo sé no fue mi mejor momento, pero en serio si Eva ve que de cierta manera no es la típica relación de trabajador social y posible padre, todo se irá a la mierda.

Bueno, de igual manera debo verlo en pocas horas, haré una visita sorpresa a su apartamento. Una de las varias que recibirá en ciertos momentos. Odio ese tipo de visitas, porque somos humanos y en nuestros momentos de comodidad en nuestros hogares tenemos derecho a ser tan desordenados, descoordinados y elocuentes como deseamos sin que alguien aparezca de sorpresa a juzgarte. Lo odio, pero es mi trabajo.

Continúo comiendo mientras Fabricia solo bebe de su café y continúa diseñando. Hoy no está tan loca sexual, está más tranquila porque en la mañana tuvo una discusión con sus estúpidos padres, o al menos así fue como me lo dijo.

—Fue una idea genial el crear un evento en Facebook con motivo a tu cumpleaños. Puta inteligente.

No fue una idea genial. Hasta hoy mis solicitudes de amistad son una cosa de locos, han confirmado ciento cincuenta personas de los cuales cien pretenden llevar acompañantes. Alguien dijo que premiarán al mejor disfraz. ¿La buena noticia? El chico de los botellones de agua dijo que llevaría muchísimas para hidratar a los invitados.

—Sí, una gran idea. Una de mis tantas ideas.

Mi celular vibra y ruedo mis ojos notando que es una vez más Henry reclamándome por mi imprudencia de Facebook, pues bien, si no le gusta que no vaya, no necesito que me restriegue mi estupidez en la cara. Además es mi exnovio no tiene derecho a opinar sobre mis decisiones o locuras. No son su asunto. Ni siquiera lo dejo en visto, lo marco como no leído para que sufra más.

Termino de comer y cuando Fabricia me muestra el resultado estoy muy sorprendida de que a pesar de que es muy sexy, me gusté. Me encanta y se lo hago saber, ella sonríe con suficiencia.

—Te lo dije, todos afirman que mis manos son mágicas. Incluso los penes.

—Pues señorita manos mágicas, debo dejarte. Tengo cierto lugar al cual llegar ¿Te llevo la tela mañana?

—Sí, no puedo dedicarte todo mi tiempo.

—Está bien, mujer ocupada—beso su mejilla y salgo de prisa del local de comida.

La D no es por Dexter (BG.5 libro #4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora