𝗖𝗔𝗣Í𝗧𝗨𝗟𝗢 𝗩𝗘𝗜𝗡𝗧𝗜𝗦𝗜𝗘𝗧𝗘

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«Kate escapó y va a por Nyx». Ese fue el terrorífico mensaje que envió Chris a Scott, confirmando mis más perturbadoras teorías. Sin embargo, no pasó demasiado tiempo para alertar a la manada, situándolos estratégicamente en zonas pobladas y poco pobladas.

— Ya todo ha pasado, estás bien. —aseguró Scott, todavía dedicando suaves caricias en mis oscuros cabellos, hablando muy bajito.

— Scott, ¿qué ha pasado? —Lydia irrumpió en la enfermería, mirándome directamente a los ojos—. Tú has gritado.

— Tal vez. —contesté con un susurro.

— Nyx, has gritado. Has gritado como una banshee. —negué levemente, recostándome en la camilla metálica. El frío impactó con mi caliente cuerpo y lancé un suspiro—. ¿Cómo puede ser eso posible?

— Lydia, por favor. —pidió Scott, mirándola.

— ¿Entonces Kate escapó? —inquirió Deaton.

— Así es, escapó y busca a Nyx. —confirmó Scott, ahogando un débil suspiro como protesta—. Tenemos que sacarla de aquí.

— Ustedes no tienen que hacer nada, es suficiente. Son simples niños jugando a tener el control de todo esto. —Peter Hale irrumpió en la veterinaria, con el semblante frío—. Para empezar, ella está en ese estado por tu culpa, McCall. Apártate de mi camino.

No tengo fuerzas para protestar.

Cerré delicadamente los ojos, sintiendo algunas lágrimas de sangre derramándose por mis mejillas. Scott notó mi estado, y pronto estuvo acompañándome mientras musitaba incontables disculpas.

— No es tu culpa. —argumenté, mirándolo a los ojos.

— Tenemos que sacarla de aquí. —interrumpió Lydia, siendo voz de la razón, como siempre. Hablaba con una tranquilidad envidiable. Sin dudas, era beneficiosa para la manada—. No es seguro para Nyx estar aquí.

— ¿México? —preguntó Deaton—. No creo sea prudente.

Escuché que pronto empezaron Scott y Peter a discutir, aunque no presté atención al suplicio. Sintiendo una extraña sensación, valga la redundancia, me quedé mirando fijamente una pared grisácea. Pronto, todos los sonidos comenzaron a notarse lejanos, casi inexistentes. Lydia conectó nuestras miradas, ordenando que mantuviesen silencio. Los dos hombres lobos pronto estuvieron observándome, también.

— Nyx, ¿qué ves? —inquirió Lydia suavemente.

— ¿Qué ves? Cuéntame, podría ser una visión. —prosiguió Deaton.

— Doctor, ¿cuál es la posibilidad de que un ángel vea almas en pena? Es bastante curioso poder hacerlo, aunque imposible. —inquirí, todavía manteniendo toda mi atención sobre esa esquina grisácea.

— Ciertamente pueden verlas, aunque no comunicarse con ellas. ¿Hay alguien que intente hacer contacto contigo? —respondió, mirando también esa pared—. ¿Qué es lo que ves, Nyx?

— ¿Y si pudiera escucharla?

— Diría que esa alma quiere comunicarse contigo. —admitió. Scott mordió su labio suavemente, aunque mirando a Deaton—. Puedes decirme lo que ves, descríbelo. ¿Es un alma atormentada?

— Hola, Allison. —es lo único que abandonó mis labios.

Y entonces sentí a cada uno en esa habitación tensarse.

𝗟𝗶𝗻𝗮𝗷𝗲 𝗔𝗿𝗴𝗲𝗻𝘁Where stories live. Discover now