-.8.-

162 29 20
                                    

Yuuri tenía días buenos y malos, pues a pesar de todo, seguía amando a Víctor a gritos y en silencio. Sus sentimientos siempre fueron tan impetuosos como una tormenta y han sobrevivido al tiempo y la distancia. Sentía que el objetivo de todos estos escritos a veces se hacia borroso; se perdía entre las palabras y los largos párrafos.

Tomando una bocanada de aire y dejándolo salir minutos después lo ayudo a concentrarse. La mayoría de sus días buenos lo hacían ver el camino más claro, renovaban su decisión y sus dedos eran veloces, certeros. Siempre era un alivio para él encontrar la fuerza para recordar y plasmarlo. Era complicado a veces formar una línea del tiempo coherente, pero poco a poco lo lograba y si en algún momento se equivocaba, no importaba, nadie lo leía de igual manera.

Su objetivo siempre fue el mismo: dejar ir a Victor de una buena vez.

Y es que había una vida allá fuera, una que necesitaba experimentar sin tanta carga emocional, no necesitaba un fantasma con correa que lo acechara a cada rato; que apareciera en la mirada de un extraño, en la sonrisa de un coqueteo inocente, en el tacto atrayente de una persona interesada. Victor tenía años siendo el estándar, pero todo estaba en la mente de Yuuri.

Era un estándar nefasto, pero no quería aceptarlo, hasta hoy.

Todo fue producto de su corazón y las hormonas invadiendo su cerebro. Aferrándose a los buenos momentos, que eran casi inexistentes si los comparaba con todos los malos que vivió a causa del ruso.

Durante todos estos días, cuando las lágrimas no lo azotaban, mejor se reía. Se reía de su ceguera, tanto tiempo queriendo estar junto a un hombre que solo en sus últimos días le mostró amor y compasión. Yuuri creía que Victor tenía conocimiento de que su salud se deterioraba y que fue por eso que quiso enmendar las cosas con el japonés, pero al no tener ni idea de que murió, Yuuri no podía estar cien por ciento seguro. Era solo una de tantas teorías.

Muchas personas le dicen que debería preguntar a los familiares de Victor, que el no despedirse adecuadamente era probablemente lo que lo hacía aferrarse al recuerdo, pero no era así. El japonés no necesitaba de explicaciones grotescas para saber que el platinado no volvería. Había un lazo roto, una promesa sin cumplir y sueños sin alcanzar, eso era suficiente para Yuuri, con eso el sabía que Victor ya no formaba parte de este mundo.

No pudo evitar una sonrisa, hasta la muerte de Victor era irracional, como lo fue él durante sus años de vida. Ese hombre era único a su manera, y podría no ser la mejor, pero de algún modo plantaba sus raíces en las personas y era imposible no recordarlo con esa típica sonrisa tan suya.

Para: Victor Nikiforov

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Para: Victor Nikiforov

De: Katsuki, Yuuri

Asunto: Promesas

Después de esa noche, cualquiera pensaría que todo iba a cambiar, que por fin ibas a tomarte las cosas con la seriedad necesaria, bueno pues sería un error. Tú simplemente hacías lo que querías, cuando querías y en el momento que creías conveniente. ¿Cómo no pude ver lo ególatra que eras? No lo sé, culparé a mi enamoramiento desmedido.

Lo mejor, dentro de lo peor, era pasar un día contigo entre risas y un corazón joven siendo cruelmente engañado. Un día de fin de semana en la alberca, solo tú y yo, sí que era hermoso imaginar que tu mente no estaba en otro lado más que en ese momento que compartíamos tú y yo. El sol, el agua fresca y el dulce aroma del bloqueador, todo era perfecto. Demasiado para ser real.

Tu cuerpo bajo el sol, tu pelo brillando con las gotas de agua que caían de éste cada que emergías del agua, eras como una visión y, en esos momentos, solo yo tenía la suerte de verte tan vulnerable y feliz. Ese lado tuyo se volvió algo nuestro, me di cuenta que bajo la apariencia de playboy había un hombre deseoso de amor y atención.

Las piñas coladas no pudieron faltar, con unas gotas de vodka que metimos de contrabando en mi enorme bolso. Las travesuras eras tan exquisitas junto a ti.

El ambiente tan relajado era algo nuevo, me sentía maravillado con este lado tuyo, poco a poco estabas teniendo confianza conmigo y sin notarlo, abrías puertas que no te arrepentías de no cerrar. Tus secretos estaban a salvo, nadie más que yo era capaz de comprender esa soledad que cargabas y que dejabas salir en formas tan erróneas.

Me contaste acerca de tu familia, de cuando eras pequeño, compartiste anécdotas de tus años de escuela. Estaba conociendo a un nuevo Victor y si nuestros cuerpos no flotaran en el agua, seguramente ya me hubiera hundido por estos pesados sentimientos que solo se intensificaban con cada día que pasaba junto a ti.

Nos aferrábamos a la escaleras metálicas, cada quién en un lado, al estar en lo más hondo de la alberca no teníamos como mantenernos a flote y platicar. De nuevo a tu merced, no parabas de tocarme, de decirme lo bien que la pasabas conmigo y que no habías conocido nunca a alguien como yo.

Yo solo me reía, mientras yo lidiaba con una monstruosa batalla interna. No quería dejarme llevar, pero tu voz de seda me enredaba con cada segundo y los colores del cielo en ese momento no ayudaban. El reflejo del agua haciendo magia con tus ojos azules e intensos, era como si tomarás mi alma y yo te dejara.

De pronto te vi con mi corazón en mano; le diste calor, le hablaste como a un recién nacido y le prometiste tantas cosas. Aún recuerdo, fueron risas que duraron segundos, pero que hasta el día de hoy las llevo conmigo.

—Yuuri, los dos estamos solteros.

No pude evitar ponerme rojo, sentí mis mejillas hervir en ese momento —. Sí, eso creo.

—Prométeme una cosa. Sí llegamos a tus 30 años y estamos solteros, nos juntamos.

Mis ojos se abrieron de par en par, no sabía como reaccionar. No sabía si enojarme, reír, llorar, ¿Qué demonios contestaba? Entiendo que acaba de salir de una relación seria, pero si no estaba listo, ¿por qué decirme algo así?.

—Victor yo... no entiendo, me confundes.

El ruso solo se río y alzó los hombros, su desfachatez era realmente de otro mundo —. ¿Por qué no?

Aclare mi garganta, intente hablar pero no pude. Miré el agua que reflejaba los rayos del sol, volví a mirar tu rostro y noté que esta vez, eras sincero. Ciertamente creías que era una buena idea.

—De acuerdo, es una promesa.

Sonreíste —, Promesa.

Sonreíste —, Promesa

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

N/A:

Oigan, me van a hacer llorar! 1k de lecturas?? no lo puedo creer! Dios, esto solo son unos recuerdos y mis ganas de sacarlos. De verdad, muchísimas gracias por el apoyo! No saben lo que me soprende llegar a ese número! Es... irreal!

GRACIAS MIL!! 

Gracias por sus votos y comentarios, me han sacado varias risas, en serio! XD

See you next chapter ;)


Mi recuerdo de ti (Victuuri AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora