Cuando un amor te deja tan marcado que vives negando el hecho de que no lo volverás a ver, no importa cuánto tiempo pase. Yuuri Katsuki no supera el no estar junto a Victor, pero ha tomado la decisión de enfrentarse a si mismo, a sus recuerdos y mel...
Nadie sabe su dolor, nadie sabe la pérdida que carga día con día. Él sonríe, bromea y hasta canta en la ducha, pero hay ciertos momentos donde la vida se empeña en recordarle que está roto por dentro. El dicho "un clavo saca a otro clavo", no podía estar más equivocado. Para Yuuri no había otra persona; no había otra risa, otras manos, otros ojos. No había otro Víctor.
No, no había otro Víctor.
Acostado en su cama, viendo la nieve caer desde su cálido lugar bajo las sabanas, pensaba en que si Víctor estuviera vivo probablemente los dos estuvieran disfrutando del escenario tan hermoso y relajante. Yuuri podía sentir cómo las lágrimas amenazaban con caer, pero estaba agotado. Por hoy, no tenía las fuerzas de llorar una vez más por el ruso. Solo inhalo largo y fuerte y cerró sus ojos.
Aún era temprano, podía dormir un poco más.
Abrió los ojos nuevamente alrededor de las 10:00 am, pero no quería levantarse todavía; así que hizo lo segundo que se le vino a la mente y abrió su correo electrónico. Con un suspiro, miró su bandeja llena de notificaciones del servidor informándole que sus correos no podían ser entregados: el remitente ya no existía. Dejó su celular de nuevo en su cama y su cachorro apareció justo en ese momento. El can se recostó junto a él, exigiendo un poco de atención y por fin el japonés sonrió un poco. Acariciar a su compañero era tan relajante, le fascinaba que su perro fuera tan cariñoso con él, le hacía creer que todavía tenía algo que dar.
Para alguién tan fuerte y decidido como lo era Yuuri, sumirse en el recuerdo y ahogarse en él lo hacía sentirse fuera de sí y, la mayoría de las veces, le irritaba. Aunque, para avanzar, debía aceptar su pasado y seguir aprendiendo de lo que un día fue.
Incorporándose pesaroso y sin intención alguna de levantarse aún, solo acomodó sus almohadas contra la pared detrás de él y recargó la espalda. Escribiría desde su cama pues el cómodo objeto, aparentemente, no lo iba a dejar levantarse y seguir con su día tan normal como siempre. No, está vez sentía la necesidad de escribirle a Víctor antes de hacer cualquier otra cosa, quería sacar cuanta palabra tuviera atorada en su corazón, con respecto al tiempo que no estuvieron juntos y lo qué pasó después.
Pensar en ese tiempo donde Yuuri se aferró a su poca fuerza de voluntad aún le asombra, pues si lo pensaba muy a fondo, probablemente no sería capaz de tal hazaña una segunda vez. No tendría la fuerza ni el corazón, no sabiendo como iba a terminar su historia. En el momento fue lo mejor, pero hoy se siente como una perdida de tiempo.
Tiempo que nunca volverá.
Las circunstancias, sin embargo, cambian. Y la forma en que Yuuri y Viktor vuelven a hablar no son las ideales. No fue nada por lo que celebrar, la razón por la que el japonés atendió el teléfono aún le congelaba la sangre de solo recordarlo. Fue el comienzo del fin, pero ninguno de los dos lo imaginaba.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
