Capitulo 2

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Decidí pasar la noche en casa de Diego, ya que cuando acabe mi monologo interno ya era tarde y él ya estaba dormido y la verdad no tengo deseos de alejarme de él en ningún momento

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Decidí pasar la noche en casa de Diego, ya que cuando acabe mi monologo interno ya era tarde y él ya estaba dormido y la verdad no tengo deseos de alejarme de él en ningún momento.

Son las 8:30 de la mañana, un poco tarde y él no ha hecho ningún movimiento, eso debe ser buena señal, pero tiene que tomarse su medicamento, así que por mucho que me cueste tengo que levantarme de la cama para... Oh Dios.

- ¿Diegos estas bien? - Ninguna respuesta- ¿Diego? ¡Diego! Por favor amor despierta, no me hagas esto- Los gritos desesperados que salen de mí son irreconocibles- Señora Miller, Dios mío, Señora Miller por favor.

- Sam, que pasa... No- dice con un dolor penetrante- hijo por favor no me hagas esto, no nos hagas esto. Sam...

No puede ser posible, no ahora, no mi Diego.

- Señora Miller llamare a una ambulancia. 911, necesito una ambulancia para avenida General Mariano, colonia Anzures número 37. Por favor corran.

- Sam para.

- ¿Qué? Pero...

- Esta muerto, Diego está muerto.

- Señorita sigue ahí...

El peor de mis miedos se estaba haciendo realidad, siento como mi pecho se está agujerando.

- Em si, es que está muerto y no sé que hacer realmente... yo no sé- digo entre llantos.

- Tranquila vamos para allá, lamento mucho su perdida- dice la señorita de emergencias.

Pasan unos minutos y llega la ambulancia, veo como la Señora y el Señor Miller lloran sin cesar, veo como mi amado es metido en una bolsa y como salen de la casa, su madre va detrás de él y veo como mi vida se va haciendo pedazos poco a poco. El señor Miller se ofrece a llevarme a casa y acepto sin poner pretextos.

El camino se me hace eterno. Al llegar me abraza y se despide de mí, no antes de darme las gracias por todo lo que hice por su hijo y por amarlo tanto.

- Te llamare para decirte la hora del servicio. Lo lamento Sam, nos veremos pronto.

Digo que si con la cabeza y entro a mi casa donde mi madre me está esperando.

- Hija, acabo de entrarme lo que pasó... ¿te sientes bien?

No puedo evitar soltar un grito de dolor y empiezo a llorar como nunca lo había hecho.

- Mami, no puedo respirar - Mis sollozos se escuchan en toda la casa y mi papá y mi hermano bajan corriendo.

- Hija ven- dice mi padre mientras me abraza.

Mis sollozos no me permiten hablar. Me abrazó de mi padre y dejo salir todo el llanto.

- No es justo, porque tuvo que pasar esto- digo mientras mi hermano Sebastián me da un té y me lleva a nuestro sofá- era un buen muchacho, Diego no merecía morir así...

- Sam, deja de llorar por favor- dice Sebastián.

- ¡No puedo! No puedo hermano, no sé si podré parar, es demasiado...

- Perdón, es que odio verte así, ven acuéstate- me dice mientras me acuesto a su lado, sin parar de llorar- Mira a veces las cosas más terribles les pasan a las personas más increíbles, y ese fue el caso de Diego, él fue un chico increíble lleno de bondad, pero no te puedes ir con el Sam, tienes que dejarlo ir... Sé que es muy fuerte y probablemente estés pensando que porque te estoy diciendo esto, pero sabes que verdad.

Las palabras de mi hermano me confortan un poco, y tiene mucha razón sin embargo no quiero y no puedo dejarlo ir y superarlo tan rápido, es imposible. Necesitare tiempo, mucho tiempo.

- Sebas gracias por ser tan buen hermano, te amo- le digo mientras lo abrazo fuertemente- ¿Me podrías traer unos pañuelos y llamarle a mamá por favor?

Cuando se levanta del sofá y está a punto de decir algo, mi madre nos interrumpe.

- Sam hija te buscan en la puerta, es Mía.

Mía es mi mejor amiga desde que tengo memoria, la conozco desde los 6 años y hemos sido amigas desde entonces. Ella es una mujer hermosísima, su cabello rojo y rizado la caracteriza mucho, tiene unos ojos color miel muy bonitos y tiene pecas por toda la cara. Tiene un aspecto muy diferente a la de la cultura mexicana porque por lo que se su mamá es de familia europea y se mudó a México hace muchos años, pero a pesar de eso son mexicanas de corazón. Que ella este aquí ahorita me alivia bastante porque la necesito más que nunca.

- Hey- me dice mientras se abalanza sobre de mi- me acabo de enterar lo que pasó, ¿Cómo te encuentras?

- Ay amiga me siento fatal, siento que tengo un agujero en el pecho, y tengo una tristeza horrible- No puedo evitar llorar mientras le cuento todo lo que pasó.

- Oh Sam, ven aquí- me abraza tan fuerte que no me puedo mover- Señora Cabrera, me dejaría dormir hoy en su casa, ya sabe para hacerle compañía a Sam.

- Claro que si hija, mientras tus padres estén de acuerdo por supuesto.

- Si en estos momentos le estoy mandando un mensaje a mi mamá, gracias.

El cansancio me está matando, fue un día horrible y muy pesado, lo único que quiero hacer es dormir y llorar. Mía se va a quedar a dormir conmigo es lo bueno, no me quiero pasar la noche sola. Cuando subimos a mi habitación le digo a Mía que me tengo que tomar una ducha para relajarme un poco. Antes de meterme al baño, le doy un pijama y un fuerte abrazo.

- Gracias por todo, de verdad no sé que haría sin ti.

- Sabes que siempre voy a estar para ti, en las buenas y en las malas. Ahora ve y báñate, te hace falta.

Salgo de mi habitación y me meto deprisa al baño, abro la llave del agua caliente y dejo que se llene la tina. Mientras tanto me quedo viendo al espejo y veo que mis ojos cafés están demasiado hinchados y rojos, pero no me importa, nada me importa de en estos momentos. Me percato que la tina está casi llena así que cierro la llave y me meto. El agua esta perfecta, muy relajante. Cierro los ojos y sin darme cuenta estaba llorando de nuevo.

- Dios mío solo te pido que recibas a Diego con los brazos abiertos y le brindes paz a su familia...

Alguien interrumpe mis oraciones.

- ¿Sam, estas bien? Llevas ya bastante tiempo en el baño- es Mía.

No me había dado cuenta de cuánto tiempo llevaba metida en la tina... Vaya como una hora.

- Si perdón ya salgo.


Esta fue la primera vez que soñaba con Diego. Fue un sueño hermoso pero triste a la vez porque vi su cara y estaba sano y feliz, pero cuando desperté entre llantos me percaté que nunca iba a volver a tenerlo conmigo...


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