Capítulo 34

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Eso no me lo esperaba. Me quedé petrificada.

-Sara, eres toda una rompecorazones. -me dijo telepáticamente Tamsyn.

Reí.

-He tenido una buena maestra. -le respondí yo.

La oí reír y me giré para mirarla, pero me encontré con la mirada de Carlos. No parecía muy feliz.

-¿Me explicas que ha pasado? -le preguntó a Iván.

Miré a Lucas y a Alec. Ambos me miraban esperando también una explicación. Y parecían molestos por algo.

Busqué en mi bolsillo y saqué la tarjeta que Adam me había dado. La abrí.

   La Reina Aoibheal les invita a una fiesta celebrada por su centenario como nuestra honorable Reina Fae. Todos los faes están invitados a dicha fiesta, a la que también acudirán seres sobrenaturales de todas las especies.

     El portal para llegar a nuestro reino será abierto mañana a las 12 de la mañana en el Claro de la Luna, nuestra sede en el mundo humano.

                                               Firmado,

                     La corte de la Excelentísima Reina Fae Aoibheal

El mensaje estaba escrito con una bella y perfecta caligrafía que dejaba claro la templanza de los faes y su frialdad. Sobre todo la de los faes de la corte de la Reina. Me estremecía de solo recordar lo que mi madre me había contado sobre ellos. No quería tener cerca a ninguno de ellos.

Alguien me quitó la invitación y empezó a leerla en voz alta. Al acabar de leerla, Iván se giró hacia mí.

-Me llamaron hace un rato y me dijeron que estábamos invitados a la fiesta de Aoibheal pero no sabía quien era. Ni en un millón de años habría pensado que era la reina Fae. -le dije antes de que preguntara.

-¿Por qué no nos lo dijiste? -me preguntó Carlos.

Miré a Iván para que él le repitiera lo que yo le había dicho antes.

-Iba a contárnoslo cuando explotó. -repitió él.

-Eso no es escusa. -me riñó Carlos. -Deberías habérnoslo contado. Siempre nos lo contamos todo, ¿recuerdas?

-Ah... ¿Sí? -pregunté molesta. -¿Todo? ¿Seguro?

Carlos me miró extrañado. Después se volvió hacia Iván para preguntarle con la mirada si sabía de lo que hablaba. Iván negó con la cabeza.

-Sí. -dijo finalmente mi hermano mayor, aunque no parecía muy convencido. -Todo.

-Entonces dime, Carlos, ¿por qué yo no sabía que tú conocías a Adam?

Eso lo dejó de piedra.

-Yo no lo conocía. -negó.

-Entonces ¿cómo sabías su nombre? -insistí acercándome a él. -Ninguno de nosotros lo dijo delante de ti.

Carlos me miraba atónito. Lo había pillado y él lo sabía.

-Sara, yo solo quería... -empezó a decir.

-Si lo que sigue a esa frase es “protegerte”, te recomiendo que te calles o te arrepentirás. -le advertí. -La ignorancia no es protección. Tú me enseñaste eso.

Vi que Iván iba a defenderlo pero se calló ante la mirada que le eche.

Mis hermanos mayores se quedaron callados y muy serios.

Tan sólo dos días (SUSPENDIDA DE MOMENTO)Where stories live. Discover now