CAPÍTULO 4: ESTRÉS

536 24 0
                                    


MEGHAN JONES

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

MEGHAN JONES

Arriba, abajo, arriba, abajo. Mi pierna derecha no dejaba de hacer ese simple movimiento a causa del compás de la canción que se estaba reproduciendo en mi equipo de música.

No sé cuántas veces habré repetido esa canción, demasiadas, pero era esa clase de persona la cual si le gustaba una canción no paraba de escucharla hasta que llegaba un punto en que me cansaba de ella y la dejaba de escuchar.

Sentada en mi escritorio, con mi ordenador enfrente, escribía una vez más aquel párrafo de mi capítulo. Y una vez más no me gustó como lo hice. Frustrada, apagué el ordenador y me levanté a apagar mi equipo de música y me fui a despejarme por unos minutos.

Llevaba más de una hora intentando escribir aquel dichoso párrafo, pero nunca estaba conforme con él. Siempre encontraba alguna pega, por minúscula que fuera, y al final, acaba borrándolo todo.

Hoy no era mi día de eso estaba segura.

Abrí la puerta de mi habitación para posteriormente caminar por el pasillo hasta llegar a las escaleras que bajaban al primer piso de la casa. Nuestra casa era grande, y teníamos el suficiente dinero como para permitirnos vivir en ella, a causa de que mis padres ganaban bastante dinero, sobre todo mí padre. Mi padre era un prestigioso abogado, con el tiempo se ha hecho reconocido por todo el mundo, empezó a nivel nacional, en su país natal, España y luego su prestigio se fue expandiendo por Europa y después por todo el mundo. Nunca dejaba un caso sin ganar, su vida era por y para el trabajo y casi nunca, por no decirte nunca, tenía tiempo para su familia.

En cambio, mi madre era una artista, se ganaba la vida pintando cuadros y también escribía poesía, era totalmente lo contrario a mi padre. Ella se podía pasar horas y horas en su estudio pintando o escribiendo, la envidiaba por que a ella parecía que la inspiración para crear arte nunca se le acababa, nunca que no tenía inspiración, y la admiraba mucho por ello.

Y luego estaba mi hermano Thomas. Él era el menor de la familia Smith y el más rebelde de todos. Le encantaba ir a la playa a surfear las olas del mar, que se encontraba a pocos metros de nuestra gran casa, era un amante del mar sin ninguna duda y si fuera por él se pasaría la vida en el agua salada.

Cuando llegué al primer piso, abrí la puerta que daba al jardín, el aire fresco me azotó en la cara, dándome un agradable olor a hierba recién cortada, solamente quería respirar aire fresco, ese capítulo me estaba dando muchos dolores de cabeza.

Como iba siendo costumbre, mi madre se encontraba en el estudio, pintando algún que otro cuadro o escribiendo en su cuaderno y mi padre a las afueras del pueblo en su oficina, seguramente mirando sus documentos una y otra vez, analizando que estuviera todo correcto, porque él nunca dejaba ningún cabo suelto, y seguramente, mi pequeño hermano estaría surfeando en el mar, no era novedad.

Me senté en la hierba cuidadosamente, la hierba me hacía cosquillas en las piernas al estar en contacto con mi piel pálida, apoyé mis manos en ella y eché la cabeza hacía atrás relajándome al instante. Necesitaba un poco de paz de vez en cuando y no estar tanto tiempo con mi querido ordenador en esas cuatro paredes, donde solo me dedicaba a escribir.

Suspiré aliviada, para seguidamente tumbarme en la hierba. Los rayos del sol daban directamente en mi cara, relajándome y transportándome a un lugar donde reinaba el silencio, pero poco duró, porque mi queridísimo hermano menor había entrado en la casa, luciendo su atuendo para hacer surf.

Dejó la tabla apoyada en la pared del salón, donde mamá siempre le regañaba por dejarla en ese lugar y que seguramente no tardaría en por milésima vez regañarle por dejar su tabla de surf en ese lugar.

-Hola enana- me dijo mi hermano saliendo al jardín y sentándose cuidadosamente a mi lado.

-Hola gigantón- le dije de vuelta.

Siempre tenía la manía de llamarme enana, porque era mucho más bajita que él era demasiado alto a comparación de mí, pero por eso me llamaba por ese mote, y sabía que me molestaba, así que empecé a llamarle gigantón.

-No me llames gigantón, enana, sabes que no me gusta-

-Lo sé, pero tú sabes que a mí no me gusta que me llamen enana y sigues haciéndolo-

-Pero es la verdad, eres una enana- dijo mirándome y con una sonrisa pintada en su rostro

-No, eres tú que eres un gigante andante-

-Lo que tú digas, enana- Y después de eso se tumbó en la hierba tranquilamente.

La fina hierba de nuestro jardín me hacía cosquillas en mi cara, causándome un picor agradable, transportándome a un mundo paralelo lleno de paz y tranquilidad donde nadie me podía molestar, pero eso duró poco tiempo porque mi queridísimo hermano menor quiso molestarme con un pedazo de la hierba de nuestro césped, desviando mis pensamientos relajantes, a mi querido hermano que no paraba de molestar con ese pedazo de hierba.

Al final decidí que lo mejor era irme de ese lugar, ya que, por supuesto mi hermano no me ayudaba, me levanté del cómodo césped y entre en casa, para posteriormente, ir hacía la entrada de mi hogar, ponerme mis queridas deportivas blancas, un poco sucias a causa del desgaste y salir a dar un paseo por las calles de See Breaze.

Caminé un poco hasta que llegué a la playa que se encontraba a pocos metros de mi hogar, y paseé por el paseo que estaba junto a ella. Cuando estaba estresada mi mejor medicina era caminar y caminar sintiendo el aire marino en el rostro. Todo era paz y tranquilidad y esperaba que todo fuera así. 


NOTA DE LA AUTORA: 

Espero que os esté gustando mucho cualquier cosa en los comentarios. 

Gracias por leer. 

os quiero blue lovers 

os quiero blue lovers 

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
BLUE LOVE (RE-ESCRIBIENDO)Where stories live. Discover now