Capítulo 3.

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×Pregunta: ¿Les parece bien la extensión de los capítulos o los quieren más cortos o más largos?

Me sería de ayuda si comentaran, tal vez haya algo que mejorar, gracias.
Disfruten el capitulo.×

~Al día siguiente.~ 

Los rayos del sol pegaban en mi cara pues mi madre ya se encontraba abriendo las cortinas.

—¡Mamá! -grité molesta tapándome con las cobijas de pies a cabeza.
—Dime. -respondió ella con voz pacifica.
—¡Son vacaciones! -reclamé yo bajo las cobijas aún.
—Reclama a tus amigos entonces. -dijo ella caminando hacia la puerta.
—¿Cuáles amigos? -pregunté quitándome las cobijas de encima.
—Los de allá afuera. -señaló a la ventana y yo corrí hasta esta, encontrándome con Eddie y Richie montados en sus bicicletas que en cuanto voltearon hacia mi ventana saludaron con su mano.
—¿Puedes decirles que ahora bajo? -me acerco suplicante a mi madre.
—Claro. -sonrió y camino fuera de mi habitación.
—Vale. -grité y enseguida me metí a bañar rápidamente, al salir del baño con una toalla enredada en mi cuerpo busqué una falda hasta la rodilla color azul y una blusa blanca de manga larga, me las coloqué y bajé después de tender mi cama.
—¿A dónde vas cielo? -preguntó mi madre cuando estaba por girar la perilla de la puerta principal.
—Iré con mis amigos. regresé, tomé una manzana, le di un beso en la mejilla y salí.
—Con cuidado amor. -gritó desde la cocina.
—Claro. -le sonreí y giré hacia los chicos.
—Hola. -dijeron ambos al mismo tiempo sonriendo.
—Hola chicos. -les devolví la sonrisa y besé la mejilla de cada uno.
—¿Creíste que mentimos cuando te dijimos que vendríamos? -sonrió burlón Richie.
—Realmente sí. -alcé ligeramente mis hombros restándole importancia.
—¿Nos vamos? -preguntó Eddie.
—Supongo. -dijo Richie alzando ambos hombros.
—¿Iremos por Billy? -preguntó Eddie.
—No. -dijo, negó con la cabeza y rodó los ojos.
—¿Por qué?, digo tal vez se ha arrepentido. -miro a Richie algo insistente.
—Ella tiene razón. -me señaló.
—Bien, vayamos por él. -habló Richie resignado.
—Vale. -sonreí y me iba a montar en mí bici hasta que interrumpió Eddie.
—¿Te irás así en bici? -preguntó señalándome la ropa.
—Sí, ¿qué tiene de malo? -pregunté riendo mientras miraba mí ropa.
—Se refiere a que traes falda. -murmuró Richie cerca de mí oído.
—¡Oh! -dije y solté una sonora carcajada.
—¿Sólo te reíras? -preguntó Eddie con un tono ofendido pero divertido.
—Traigo un short largo abajo. -rio y niego con la cabeza.
—Eso no te incumbe Eddie. -dijo Richie rodando los ojos.
—Vámonos ya. -digo montándome en mí bici.
—¡Vamos niño! -gritó Richie a Eddie.

Llegamos a la casa de Bill en menos de 5 minutos, los tres dejamos la bici por ahí y fuimos a tocar a su puerta que en cuestión de segundos fue abierta.

—Hola Bill. -dijimos los tres al mismo tiempo.
—Hola chi-chicos. -miró a ambos. —Hola Alex. -me sonrió.
—¿Ya nos vamos? -preguntó Richie.
—¿A do-dónde van? -preguntó Bill.
—Vamos. -señaló Eddie a Bill.
—Bu-bueno. -niega sonriendo.
—Vamos a nuestra "guarida." -dijo Richie haciendo comillas en la última palabra.
—¡Vamos! -sonrió alegre Bill.
—Tenemos que pasar por Stan. -sonreí. —¿No? -pregunté mirando a los tres chicos presentes.
—Claro. -afirmó Eddie.
—E-entonces en ca-camino. -habló Bill.

Nos montamos en las respectivas bicicletas de cada uno y emprendimos camino hacia la casa de Stan, el viento golpeaba en nuestros rostros lo que era algo relajante ya que no estaba nada fuerte el viento, aunque ese día no tenía tantos ánimos para salir con nadie por lo ocurrido ayer, realmente aún sonaba en mi cabeza aquella tonada de la canción de Elvis. Cuando menos me vi ya nos habíamos detenido frente a una grande casa.

—Ya está afuera. -sonrió Eddie.
—¡Hola Stan! -sonreímos todos hacía el chico rubio.
—Ya los iba a ir a buscar.  -nos sonrió.

Luego de eso estábamos en un lugar apodado el Puente de los Besos, buscábamos un sitio con sombra ya que el sol era bastante molesto, todos nos encontrábamos en silencio seguramente cada quien pensaba en sus problemas yo por mi parte no podía dejar de pensar en aquel payaso, su cabello naranjoso, su sonrisa macabra, aquel traje aglobado con esos enormes botones color naranja y con el corbatín azul metálico que traía consigo. Oía unas cuantas veces a lo lejos, pero no podía salir de mi trance ya que a una distancia considerable estaba ese payaso nuevamente solo que ahora solo llevaba unos globos rojos en la mano, sonrió y se despidió para cuando logré reaccionar.

—¿Te sientes bien? -me preguntó Ben mientras todos los chicos me miraban atentos.
—¿Cuándo llegaste? -le pregunto ignorando la pregunta.
—Hace unos minutos. -elevó sus hombros ligeramente.
—Oh, vale. -murmuro fuera de la realidad, pues aún tenía en la mente la imagen del payaso con esos globos y su sonrisa espeluznante.
—¿Han vi-visto algo r-raro? -preguntó Bill mirándome, creo saber lo que quiere descubrir.
—¿Algo raro? -preguntó Stan algo asustado.
—Sí. -afirmó asientiéndo con la cabeza repetidas veces.
—¿Por qué lo preguntas Bill? -miró Richie al chico tartamudo.
—P-p-porqué ayer vi-vimos. -interrumpí a Bill.
—Debes estar alucinando Bill, no hay nada raro en Derry. -lo miré suplicante para que ya no hablara más.
  —¡No Alex! -gritó él sin tartamudear. —Vi-vimos un p-p-payaso. -me miró él.
  —No Bill,  yo no vi nada. -le grité.
  —P-p-pero si a ti fue a la que le p-p-pasó. -negó con la cabeza repetidas veces al ver que yo me negaba a aceptarlo.
  —Olvídalo Bill. -dije y me monté en bici.
—Ustedes se traen algo raro entre manos. -nos miró Richie a Bill y a mi.
—¿N-nosotros? -preguntó Bill.
—Todo está bien, chicos. -sonreí mirando a los presentes.

Pedalé hasta un parque aún lejos de mí casa, bajé de esta y me acosté en el césped, y cerré mis ojos a causa de que el sol lastimaba mi vista respiré profundamente.
Realmente estaba molesta con Bill pues no pudo quedarse callado como le había suplicado indirectamente, hubo una pequeña oleada de viento lo que causó que abriera los ojos y me sorprendí cuando lo hice pues ya no había casi nadie en el parque, aún estaba el sol pero pronto comenzaría a oscurecer; me llamó la atención un niño que estaba en el suelo recogiendo no sé que cosas del suelo cuando algo le ofrece su ayuda, el chico se asustó y gritó fuertemente, comenzó a correr hasta que se detuvo frente a la casa de ayer.

—¡Ayuda! -gritó nuevamente el niño que me di cuenta era Eddie, corrí hasta él pero aquel leproso iba tras nosotros, llegamos a la parte lateral de la casa y aquello que nos perseguía había desaparecido pero frente a ambos se encontraba el payaso con muchos globos rojos.
—¡Ah! -gritó asustado Eddie, me miró mientras aún gritaba, le dio un apretón a mis manos cuando las tomó y luego grité con él en el momento que el payaso sonrió.
—Vámonos Eddie. -lo halo después de ver una abertura en el alambrado.
—¿Qué demonios fue eso? -gritó Eddie paranoico.
—No sé, sólo te vi gritando y me acerqué a ayudar. -dije tratando de sonar convincente.
—¿No viste eso? -gritó señalando hacia donde habíamos escapado.
—No. -negué y lo dejé ahí parado, vacío y sin entender nada de lo que había pasado, quién seguramente lo único que quería era un abrazo y hombro donde llorar, pero no, lo había abandonado, estaba asustado, sólo.

Me sentía mal por darle la espalda a aquellos chicos pero realmente no estaba preparada para más, tal vez lo mejor sería que me alejara de ellos; llegué a mi casa y subí a mí recámara ignorando a mis padres, me recosté en la cama, tomé la almohada y comencé a llorar sobre esta.

¿Quieres un globo?, todos flotan. ≈Bill Denbrough y tú.≈ ||PAUSADA||Where stories live. Discover now