Epidosio 31: Wherever I May Roam.

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KIRK.

Salí de casa muy temprano. Con mi bolso lleno de ropa desacomodada y mi guitarra. No había dormido muy bien, pues toda la noche traté de convencer a Lars de que no me iría. Mentí. Lo dejé recostado en la cama, durmiendo, aún con la nariz roja y los ojos hinchados por el llanto. Salí de la habitación, no sin antes mirarlo por unos eternos segundos. Le dejé una nota, aunque más tarde llamaría. El día anterior, tuve una charla con James después de llamar a mi madre. Lars tenía razón, yo no había olvidado a Dave. Ni él ni yo tratábamos de superar mi relación anterior. Yo no lo había olvidado porque aun sentía miedo, aun me dolía lo que había hecho, aun me lamentaba de las veces que lo ayude en vano, y peor aún, porque creía que Lars me haría lo mismo.

A pesar de que nuestra relación apenas comenzaba, todo iba bastante acelerado, pero así eran las cosas. Era como si conociera a Lars desde hace mucho.

No dejes que esa relación afecte lo que tienes ahora — decía James acomodándose el cabello.— Puedes irte si deseas, esta también es tu casa y puedes volver cuando quieras — sonrió.

Estaba en la central de autobuses, sentado en una de las largas tiras de banquillos de metal. Había muy pocas personas pues aún era temprano. Metí la mano a la pequeña bolsa que estaba al frente de mi bolso para sacar una plumilla; sentí un algo acartonado y pequeño, lo saqué y miré lo que decía. Era un pequeño boleto de autobús color rojo, como el que hace unos minutos había comprado, era de un par meses antes.

“— Este es tuyo y este es mío — me entregó el pequeño papel acartonado, al cual, minutos después, un hombre le perforó una esquina. Subimos al vehículo y tomamos nuestros asientos. Estaba nervioso, pero Dave me dio un beso en la frente y me abrazo, haciéndome dormir en su hombro, recargando su cabeza sobre la mía.”

Mis ojos se llenaron de lágrimas nuevamente y no pude evitar seguir pensando en esa escena, y en como fue mi llegada aquí. Esta central en particular, me había traído recuerdos, era la entrada a mi sueño. Mi sueño con Dave. Mi estómago estaba revuelto y mis mejillas mojadas.

Pasajeros del autobús 67, favor de pasar al andén 17 para su revisión — resonó la voz femenina por toda la central, ese era mi viaje. Me levanté tomando mis cosas y avance por el camino indicado. Pasé por una fila de personas, y cada uno de nosotros le entregó su boleto al nombre que les perforaba las esquinas. Subí al autobús y tome mi asiento. El vehículo estaba casi vacío, al menos unas 15 personas estaban en él.

Durante el camino, miré el trayecto a casa, árboles y alguna parte de la ciudad. No era un trayecto largo, eran apenas 3 horas. Cuando llegamos, bajamos del autobús. El sol ya había salido completamente y brillaba con mucha intensidad. El viento frío me hizo sentir un escalofrío bastante extraño. Me dirigí a la zona de taxis y tome uno hacia casa, con mamá. No entendía que estaba haciendo exactamente, pero me serviría para distraerme de muchas cosas y todo eso. Había salido de aquí apenas hace un par de meses, pero moría de ganas de ver a mi madre.

Pagué el taxi y bajé. Estaba frente a mi casa. Me detuve para observar que la propiedad de al lado, ya estaba siendo habitada. Unos años antes, mi mejor amigo de la infancia vivía ahí, su nombre era Jason. Sonreí con los recuerdos que tenía de él; observábamos películas de terror en la sala de mi casa mientras él mantenía los ojos cerrados pues siempre estaba cagado de miedo.

Caminé atravesando el jardín. Me detuve un momento, y antes de tocar la puerta, mi madre ya estaba frente a mí.

— ¡Kirk! — me atrapó en un bello abrazo.

La envolví en mis brazos y le besé el cabello. La extrañé.

Me hizo pasar, hablamos durante toda la mañana acerca de todo. Mi mamá sabía  acerca de mi relación con Dave, lo comprendía muy bien. Hablé con ella acerca de Lars, le conté todo sobre él y estaba emocionada, pero su sonrisa se borró cuando le conté porque estaba aquí.

Me mostró mi habitación, la cual estaba intacta y parecía que nadie había entrado ahí en mucho tiempo. Ella me hablaba acerca de mi hermano Rick y de algunas otras cosas. Parecía que estaba muy feliz por mi regreso. Mientras hablábamos, se escuchó el teléfono, mi madre se levantó y fue a contestar, amarré mi cabello en una cola de caballo y me quede ahí sentado mirando la taza de café que tenía algunas florecillas de color rosa pastel.

— ¿Kirk? — me llamó mi madre.— Te buscan.

Me levanté confundido, las únicas personas que sabían el número de mi casa, eran Dave y James.

Tomé la bocina del teléfono y coloqué el auricular en mi oreja.

— ¿Hola? — atendí.

— ¡¿Por qué lo hiciste?! — escuché una especie de grito que se ahogaba en un sollozo. Mi cuerpo se congeló, no sentía la circulación, por un momento fue como si mi corazón dejara de bombear sangre. Lars sollozaba del otro lado de la línea.— James me matara cuando descubra que he buscado entre sus cosas — murmuró sorbiendo su nariz.— ¡Dijiste que no lo harías, Kirk, ¿por qué me mentiste?!

Miré a mi madre quien estaba en el marco de la puerta, mirándome. Mi expresión seguramente era muy terrorífica. Ella se acercó a mí y me quito la bocina nuevamente.

— ¿Si? — habló.— Tranquilo, si si, yo soy su madre — decía mirándome.— Respira, todo estará bien, tranquilo — mi madre era muy buena calmando a la personas.— Te llamará más tarde, él también se siente mal, hijo — caviló.

Colgó el teléfono. No pude evitar soltar algunas lágrimas. Ni siquiera sabía que hacer, no quería causar más conflictos con nadie y pensaba que Lars sólo debía ser mi amigo.

Eso era lo único que quería de él en este momento.

in the hell; klarsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora