XXI

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—¿Qué fue eso? —susurro asustado mientras miro a mi alrededor para ver de dónde proviene el grito.

—No es nada, esos gritos suelen escucharse muchas veces aquí en la universidad, especialmente en este sector ya que estamos cerca del bosque. Debe ser un animal salvaje  —responde Richard no muy convincente. Se nota misterioso y aprieta sus puños con fuerza.

—Pero ese grito no parece ser de un animal, sino más bien de una persona.

—¿Qué? No, claro que no, para nada —Abre sus ojos de la impresión—. Sabes, ya debo irme. Tengo que regresar a realizar las labores de limpieza de la institución, cuida de mi hijo, no dejes que nadie se aproveche de él.

Richard se retira hacia otro sector del jardín y yo me quedo allí solo. En el ambiente se siente una extraña tensión, puedo percibir incertidumbre y misterio, algo malo está sucediendo en la universidad. Camino hacia la zona de habitaciones, quiero relajarme por un momento en la habitación y tal vez allí pueda leer un poco, ya que no hay mucha bulla debido a que los demás se encuentran realizando la prueba.

En cada paso que doy, siento una sensación extraña recorrer mi cuerpo desde mis pies hasta mi cabeza. Atravieso el camino que se encuentra en medio del bosque, ya han retirado todos los objetos que habían en el bosque, no hay nadie vigilando ni supervisando la zona, a como la directora dijo que estaría el lugar.

Puedo notar un extraño movimiento en las hojas de unos arbustos en la profundidad del bosque, aunque no le tomo importancia. Sigo mi camino y cuando estoy por subirme a los ascensores, choco con Megan.

—¿Por qué no te fijas idiota? —espeta enojada tras chocar conmigo. Llevaba una caja de madera y todas las cosas que habían dentro cayeron al suelo

—La que tiene que fijarse eres tú —respondí dirigiéndole mi mirada.

—Hey Keyland, eres tú. ¿Qué tal? —me saluda con una sonrisa nerviosa—. Discúlpame por gritarte, es que estaba apurada. —Se agacha y empieza a recoger los artículos que se le cayeron al suelo.

—Yo también estaba apurado. —Observo cómo recoge los objetos, lo hace de una manera muy rápida—. Si quieres te ayudo.

—No gracias, no es necesario —responde de inmediato sin tan siquiera pensarlo. —Y dime, ¿qué haces tan solo? —me pregunta una vez que termina de recoger los objetos y se pone de pie.

—Nada, iba para mi habitación ya que todos se encuentran haciendo la cirugía. Por cierto, ¿tú deberías estar haciéndola no? —le pregunto extrañado.

—Lo mismo digo de ti, ¿no deberías estar allí también?

—No tenía que hacer la prueba.

—Ah, yo tampoco. —Se escucha un fuerte estruendo—. Mira, debo irme, nos vemos luego. —Se despide apurada y misteriosa, como es costumbre en ella.

Cuando se le cayeron los objetos, vi como una fotografía se fue lejos y se camufló entre el césped, no le quise decir nada. Me acerco hacia donde se encuentra la foto y la tomo para verla, me genera mucha curiosidad. Un calambre se hace presente en mis dedos al tomar la foto, pero una sensación peor se apodera de mí al verla.

Recuerdo de mi cena de graduación.
Generación del año 1666

En la foto se aprecia a una mujer que es idéntica a Megan, en su mano sostiene una copa de vidrio que parece contener sangre

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En la foto se aprecia a una mujer que es idéntica a Megan, en su mano sostiene una copa de vidrio que parece contener sangre. De su boca sobresalen unos grandes colmillos junto a pequeños chorros de sangre. Sus ojos se encuentran muy oscuros, sus orejas alargadas y en su piel se sobresalen algunas venas.

Todas las características que reúne en la foto la identifican como un vampiro, además de que según la fecha, la foto data del año 1666. Corro rápidamente hacia el sector donde ella se dirigió hace unos minutos, necesito una respuesta inmediata a todo esto.

—¡Megan! —grito en medio del jardín, pero no recibo respuesta alguna; ella ya ha desaparecido.

Regreso hacia el ascensor y subo a mi habitación, guardaré la fotografía en uno de mis libros y cuando la vuelva a ver le pediré una respuesta. Extrañamente no sé absolutamente nada de ella, sólo su nombre. No sé dónde está su habitación ni con quién la comparte, siempre que está conmigo se va al notar otra presencia cercana, aunque no la culpo. Puede que sea muy tímida, no sé, sus razones tendrá a como yo las tengo.

Al llegar al piso seis, ingreso a mi habitación. Camino hacia el estante donde mantengo los libros que pido prestados en la biblioteca, tomo uno y guardo la fotografía de Megan entre las hojas. Cuando estoy por poner el libro en su lugar, algo en el suelo me llama la atención. Sobre el piso de la habitación hay algunas gotas que desconozco de qué sean. Se encuentran esparcidas por todo el lugar, formando un camino que llega hasta la salida.

Me agacho y embarro mi dedo del líquido, lo huelo y compruebo que es sangre. La yema de mi dedo queda completamente roja, la sangre se derrama de mi dedo para caer al suelo nuevamente. Por alguna razón no me provoca tentación en lo más mínimo, aunque confirmo que es porque no se trata de sangre verdadera, sino de sangre artificial; su olor, aspecto, textura y color me lo dice.

Se encuentra derramada por toda la habitación, lo que me provoca una preocupación terrible. Al haber dejado la mitad de la sangre artificial en el frasco la noche anterior, no estaba tan desesperado por preparar más sangre o intentar fabricar las medicinas, con ella hubiera podido resistir una noche más.

Miro nuevamente el camino formado por las gotas de sangre, lo sigo sigilosamente para ver si hay algún detalle que me dé pistas sobre lo que ocurre. Su final está en la puerta de la habitación, me resulta extraño ya que no noté la presencia de la sangre cuando ingresé, pero también puede deberse a que venía muy concentrado en la fotografía de Megan.

Miro la perilla de la puerta y veo que está manchada de sangre, eso me deja más que claro que alguien había estado aquí en la habitación. Giro la perilla, al abrirse la puerta miro al suelo y veo que hasta aquí llega el camino de sangre, justamente donde se encuentra la última gota hay también una rosa roja sobre el suelo.

Se encuentra bañada en sangre completamente, justo al lado de ella hay un sobre blanco, aunque éste no contiene una sola gota, se ve muy blanco y perfectamente limpio. Esto sólo puede significar una cosa.

Había estado aquí y me dejó en claro que el sobre que encontré aquella tarde era para mí.

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