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Cientos de recuerdos aparecieron en su mente, revisando uno tras otro, al igual que revisaba, desechaba, ninguno coincidía, ideas le llegaron, atravesar las paredes hasta posicionarse cerca de la habitación, pero lo detectarían, un suspiro abandono sus labios ¿Porque se torturaba su mente?, Lo mejor sería dejarlo pasar, después le saco información pensó, listo para irse, se despegó de la pared con la mirada en el piso, recordando a todos los miembros de la Organización, recordando sus voces.

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Iban casi a la par al caminar, era ya costumbre para ambos que fuera así, el menor delante y él unos centímetros atrás, ciertamente no sabe cuándo empezó esa costumbre entre ellos dos, él era el mayor de los dos, tendría que ser al revés, pero a Kisame no le molestaba, no mientras pudiera seguir matando a las pobres almas que se toparan en su camino.

El atardecer se perdía dando entrada a la noche, provocando que animales nocturnos salieran a comer y asechar, el de cabello azul escuchaba los cientos de sonidos que provenían del bosque a su alrededor, imaginándose como sería el animal de un dicho ruido.

—Kisame.

Dejo sus pensamientos para observar a su compañero, pero se llevó la sorpresa que delante del camino se encontraba un clon de Itachi.

—Encontré un lugar para descansar—. hablo el que era el clon.

Este enseguida desapareció por orden de su creador, el mayor se dio cuenta que pidieron haberlos atacado y él hubiera quedado expuesto, se molestó consigo por el descuido que tuvo, sin más, siguió al verdadero hasta dar con pequeño lugar casi sin árboles, con pasto y alejado del camino principal. Dejó a Samehada recargada en un árbol, para después recargarse él con una mano recargada sobre una rodilla. Cerro sus ojos, para adentrarse en su mente, y toparse con recuerdos de la conversación del rubio.

— Debiste haber visto su cara—. el rubio reía a carcajada abierta, mientras que el tiburón simplemente sonreía. —Como volé por los cielos su casa.

Sonrió de lado al recordar como Deidara le relato, que antes de irse, voló el hogar del Tercer Tsuchikage, una sonrisa de lado se formó en su rostro, sin percatarse como unos ojos negros lo miraban atentamente, muchas veces había visto a su compañero sonreír, cuando mata principalmente pero nunca así, recordando algo. Se levantó para sentarse sobre sus rodillas cerca de él, este se percató de la cercanía de su compañero y abrió los ojos dejando la sonrisa poco a poco atrás. Observo el rostro de Itachi, al igual que lo miraba él.

— ¿Sucede algo?

El del Sharingan no respondió, pero solo negó, Kisame ya estaba más que acostumbrado aquel que solo respondía casi siempre con gestos o monosílabas. Estaba por desviar la mirada cuando Itachi se acomodó sentado en sus rodillas dándole la espalda y mirándolo de soslayo le hablo.

—No estoy cansado.

Y Kisame sabia que seria bueno para dormir.