Sorpresas

184 20 71
                                    

POV's Rebecca

Sigo de pie en la sala, todavía impactada por lo que Jonathan hizo; me doy cuenta que dejé de respirar y que mi cuerpo me está pidiendo oxígeno. Respiro como si me estuviera ahogando.

- ¿Señorita? - Miro a nuestra señora de confianza en silencio. - ¿Se encuentra bien?

- Sí, Adélaïde. Sólo... Pensaba. - Ella asiente y espera por algo más. - ¿Podríamos preparar el almuerzo favorito de papá? - Ella sonríe y asiente.

- Claro que sí. Vamos a ver si hay todo lo necesario o tenemos que mandar a traer algunas cosas. - Me da la espalda y la sigo en silencio a la cocina. - El señor Blake dejó dicho que habrían hombres a cargo por si necesitábamos algo; claro, mientras él llegaba.

Me detuve en seco al escuchar su apellido, pero asentí en silencio, retomando mi camino a la cocina. Cierro mis ojos, recordando aquel tierno beso; no quería que se despegara. Su fuerte colonia impregnaba mis sentidos, dejándome estúpida.

Siento que choco con fuerza en algo, y al abrir mis ojos, me doy cuenta que choqué contra una de las paredes de entrada a la cocina.

Acaricio mi frente, negando en silencio; eso me pasa por andar pensando en lo que no debo. Miro a Adela y ella ríe, acercándose a mí.

- ¿Está bien? - Asiento. - Déjeme ver. - Quito mis manos y ella observa. - No fue nada grave; sólo pongamos hielo y estará bien en unos minutos.

Asentí e hice lo que me dijo; me acerqué al congelador y saqué una compresa fría que siempre guardamos. La coloco sobre el golpe y me dispongo a ayudar a Adela a preparar el almuerzo.

Gracias a Dios no tenemos que buscar ni pedir nada; todo lo que necesitamos, lo tenemos justo aquí. Después de unos cinco minutos, retiro la compresa fría, dejándola en el congelador nuevamente, acercándome a cortar verduras, para agilizar el trabajo.

Estoy tan distraída en lo que hacemos, que no me doy cuenta del tiempo que pasa ni escucho cuando me hablan. Siento que tocan mi hombro y me sobresalto tan fuerte, que el cuchillo que tenía en mi mano, hace un leve corte en mi dedo índice.

- ¡Maldición! - Miro mi dedo pero veo que no fue grave; enseguida siento que unas manos enormes toman mi mano, llevándola al fregadero, lavándola con agua.

- ¿Estás bien? ¿Te duele? - Sonrío, mirando a Jonathan y niego con rapidez, algo apenada. - Lo lamento. No quise asustarte.

- Tranquilo, yo estaba distraída. - Veo que levanta sus ojos para examinarme, viendo cómo estos quieren salirse de sus cuencas al posarse en mi frente. - Estoy bien. Sólo fue un pequeño accidente.

- Te dejo por casi dos horas y tú ¿terminas con un golpe en tu frente y una herida en la mano? - Ríe con suavidad, haciéndome sonreír. - Tendré que vigilarte con más precaución. - Suelta mi mano, cerrando el grifo, y se acerca a tocar mi frente. - ¿Te duele? - Niego. - ¿Con qué te lo hiciste?

Siento a mis mejillas bañarse en un rojo vivo y bajo la mirada al suelo, pensando en una excusa.

- Venía distraída y, sin querer, chocó con la pared de entrada. Fue mi culpa. La distraje mientras veníamos caminando. - Miro a Adela y sonrío en agradecimiento.

- ¿Pusiste hielo? - Rodé mis ojos y asentí, mirándolo.

- ¿Puedo seguir en lo que estaba? - Él niega. - ¿Por qué no?

Me acomoda en una de las sillas altas de la cocina y toma mi rostro entre sus manos. Siento la vergüenza subir a mi rostro nuevamente.

- Porque, primero: te pondré una bandita en ese dedo, y segundo: buscaré una pastilla para el dolor. - Lo miré negando pero asintió. - Si no la tomas, te dará dolor de cabeza. Es mejor prevenir que lamentar.

Cercanías Peligrosas (COMPLETA Y CORREGIDA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora