2.-Ese mayordomo, irritable

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Un olor a desinfectante, a jabón antibacteriano y a medicamentos me hizo recobrar la consciencia. La cegadora y fría luz que se colaba en aquella blanca y pulcra habitación de un hospital me removió de mi fúnebre descanso.

"fúnebre"

Me reincorporé exaltada de mis sabanas y sentí el pinchazo de una migraña malograda en mi cabeza. Había sido demasiado brusca, tanto así, que fue suficiente para generarme un dolor de cabeza de mierda y una pérdida de visión momentánea. Mi aparato auditivo por suerte funcionaba y comencé a oír pasos dirigiéndose hacia mí.

- Hola ___ ¿Cómo estás? Esperábamos que despertaras con ansias -su tonalidad de voz amable era la simbología auditiva de la blanca bandera de la paz mundial, amor y falsedad, una actuada preocupación y una ansiosa espera de su paga. Ser doctor era como tener el mejor trabajo de actor, solo debían incluir el maravilloso y ridículo gesto de modestia excesiva

- Si estoy en un hospital, sobando mi cabeza por el dolor ¿usted cómo cree que estoy? -dije irónica, y notaba que, si él era la sinología de la paz mundial, yo era más bien como la bandera roja del comunismo y del resentimiento, una muy linda bandera por cierto... - ¿Cómo llegué acá? Y aún más importante ¿Dónde firmo para salir? -me levanté con dificultad y alcancé a dar dos pasos, luego tal cual venado recién nacido, mis piernas tambalearon y generaron una de las mejores luchas contra la gravedad, claramente, caí.

- No te levantes, estas muy débil -él llegó a ayudarme, y de forma idiota intenté impulsar mi miserable peso con ayuda de sus manos, queriéndome ver independiente. Pero adivinen, nueva pelea contra la gravedad, volví a caer. Ya solo me rendí y me dejé cargar por el doctor apestoso a desinfectante. -estabas en un incendio con graves heridas, un chico alcanzó a rescatarte, te trajimos con urgencia.

- ¿un chico? -mi rostro se deformó en un semblante confundido, no había estado tan confundida desde que supe que Lady Gaga realmente nunca tuvo pene y solo lo usó como publicidad. -entonces no fue un sueño... -mascullé de forma inaudible.

- Lo haré pasar, realmente se veía... curioso por tu estado de salud.

El doctor me dejó ahí, sentada a la orilla de la cama con una confusión irremediable y peor aún con una migraña que me iba a matar. De pronto, sentí como como la manilla giraba y daba paso al sonido de un par de zapatos que entraban determinante. Alcé mi rostro con dificultad debido a el dolor de cabeza, quedé boquiabierta. La perfección personificada, la elegancia moldeada en forma de cuerpo humano y la belleza puesta en un solo hombre. Facciones finas, tez de un pálido blanco y unos ojos almendrados, con unos iris teñidos por un vibrante carmesí. Hasta su armonioso caminar era perfecto.

- ¿hola? ¿tú eres?

- Buen día señorita -se inclinó con elegancia, tal cual un lacayo a su amo en la época de la reina victoria. Anticuadamente bien educado. -me entristece que no recuerde a quien la ha salvado

- Ah... -un pequeño recuento en mi cabeza sobre los sucesos que creí un sueño, claramente por conveniencia, pasaron rápidamente- tu eres "el chico demonio" -hice comillas con mis dedos completamente burlesca

- Por supuesto joven ama -su apodo me hizo temblar, mi semblante confundido pasó y evolucionó a ser una mueca de asco. -nuestra marca de contrato está en el centro de su pecho y como puede comprobar, es exactamente el mismo que el mío- desfundó su mano de aquel guante blanco, permitiéndome ver su marca en su mano izquierda. Me apresuré y alcé el cuello de aquella bata de hospital, permitiéndome ver una marca exactamente igual en el centro de mi pecho, pero no en cualquier lado, sino que entre mis bubis.

- ¿no podías escoger un lugar más apto para tener este tatuaje? - me expresé molesta y nuevamente cansada, la historia del demonio era cierta, por lo cual, la muerte de mis padres era cierta. - bueno demonio, preséntate ¿Cuál es tu nombre?

Yes, my lady ×Sebastian Michaelis×[editando] Where stories live. Discover now