6.- Ese mayordomo , el final de la lucha

6.6K 460 32
                                    

Comencé a correr por el pasillo con el gato en brazos, al final del pasillo se asomó el demonio ya agotado por jugar a las pilladas. Me miró intensamente, él se comunicaba conmigo sin tener que gesticular una sola frase. Un escalofrío recorrió mi espalda y noté que debía irme cuanto antes.

Tomé velocidad en mis pasos como mi cuerpo dañado me lo permitía y busqué en presura una habitación. Mis piernas por cada paso que daban recibían un golpe de corriente nervioso que me avisaban de mi lesión, necesitaba descansar antes de terminar aún más herida. Me adentré a una habitación por sorteo y una vez, buscado a ciegas de luz, me escondí en un ropero junto con el gato

Este olor...

Impregnado por el aroma de Sebastian, noté que me encontraba rodeada por su ropa. Comencé a acomodarme en el pequeño espacio, removiendo con mis piernas y brazos las fragantes ropas de aquel demonio de largo tallaje. Oí como algo de peso caía contra la madera y generaba un ruido ensordecedor que me dejaba con los pelos de punta. Tomé en depuro de no generar un nuevo ruido aquella caja y la sostuve en mis manos. Con curiosidad, empecé a investigar lo que había dentro de esa caja. A tacto y sin ninguna gota de luz, podía sentir como su forma circular y agujereada en un medio me decían que era un anillo de pesado ornamento y tosco tamaño. El anillo era completamente extraño, al tocarlo, al estar en contacto con el  sentía familiaridad, magnetizante  fuerza que me envolvía y me decía "no estás sola, todos luchamos por ésto". Ahora se volvía más calmo, los ruidos externos y lejanos de una batalla escarlata me anunciaban en templanza que, por lo pronto, todo estaba bien, que estaba relativamente a salvo. Aun así, me sentía como la paradoja del gato en la caja, mitad viva, mitad muerta.

Dos minutos y medio, solo ciento cincuenta segundos bastó para que volviese la calamidad a mi alrededor. Los cristales siendo arrojados al suelo con violencia, como una sinfonía de muerte anunciada, luego unos pasos desconocidos y amenazante. Me removí y miré a escondidas, asomando mis ojos por la pequeña fisura que se generaban entre ambas puertas del ropero. Era alto, lleno de fuerza, elegante y misterioso, pero no era Sebastian.

¿Qué pasaba con los cosplayers el día de hoy?

Un chico de aura omnipotente acomodaba sus gafas con lo que parecía un artefacto para podar. Es que acaso ¿también vendría con el cuento de "shinigami death"? Decidí salir de mi escondite y enfrenté con coraje, la situación.

- ¿Quién eres? -mi voz, que sonaba un tanto más chillona y temblorosa que otras veces, llamó la atención del tipo.

-Buenas noches, señorita. -con diligencia, su mano extendía una tarjeta de presentación y volvía a acomodar sus lentes. -me presento, soy William T. Spears -acercó su mano para ser estrechada con la mia. Su movimiento era cortez, pero mi apretón era completamente desconfiado.- un simple Shinigami -retrocedí soltando mi débil agarre, no sabía que me sorprendía más, el hecho de que haya dos de estas personas en mi casa o que se auto defina como un simple Shinigami, y es que ¡¿cuál era la simpleza de un dios de la muerte?!

- ¿tu vienes a... -la punta de mi pulgar pasó por mi cuello, era una clara señal de que intentaba explicar la muerte en mi gesto, el me miró con indiferencia aún y una muy, muy, casi ínfima sonrisa se asomó y se desvaneció. Era más como un tic en sus mofletes que una sonrisa de gracia.

- lamentablemente, por eso vengo, uno de nuest...-sus palabras eran interrumpidas por un lascivo chillido por parte del shinigami colorado. Una vez éste se lanzaba desde la ventana a la habitación permitió que su sombra me mostrase los ojos ambarinos del nombrado William.

-Will~ ¿Qué haces a-quí~? -palabras como un ronroneo exagerado y completamente empalagosas venían del Shinigami rojo como su pasión. El indiferente hombre, se apartó, haciéndome a un lado con su brazo y permitiendo un trágico beso entre el piso y el colorado dios. -que cruel, me encanta lo tímido que eres~ ¿Qué haces aquí? No puedes interrumpir mi trabajo, es bastante agotador tener que recoger esta alma. -dijo una vez estuvo separado del piso.

-En exactitud a eso vengo. - estiró su arma y como si de su mano se tratase golpeó a Grell. Me quedé muda y sin comprender nada. Pronto, el Shinigami se alejó de mí y a la escena se adentró Sebastian en un pésimo estado, pero portando victorioso el arma de Grell.- su trabajo, no es aquí.

-pero...-su boca pegada al piso dificultaba la comprensión de sus palabras. -esta es la chica. Es el mismo nombre.

-pero no la misma cara, idiota.-volvió a golpearlo con fuerza y lo dejó inconsciente en el suelo. Tomó la punta de sus cabellos y cargo del como si se tratase de sacar una cebolla en el campo. - lamento el inconveniente con su ama, joven demonio. Lamento el infortunio señorita Phantomhive, en su justicia, castigaremos a nuestro funcionario por romper un par de reglas.

-y su clara incompetencia. -miré a Sebastian, el cual sonreía cínico a el señor William. Junté mi dedo indicé y pulgar y mantuve alzado los tres dedos restantes, gesticulé un "ok" en referencia a su estado físico y el solo asintió con su cabeza y me mostró una sonrisa agradecida. Bajé mi rostro con rapidez para no quedarme hipnotizada con su sonrisa. Pero, por el contrario, recibí un mareo, que no pude controlar y que me hacía escuchar cada vez más con dificultad, como si su sonrisa fuese cegadora, me nubló la vista y varios de mis sentidos.

-lamentamos la incompetencia igualmente, y yo lamento tener que una vez más inclinarme y pedir el perdón de una bestia. -al alzar mi mirada con cuidado, el chico de ojos ambar me miró, sentía sus ojos sobre mí de forma interesada, sonrió, esta vez manteniendo su sonrisa que tenían una extraña mezcla de burla y compasión.- veo que es un animal de caza que no se mueve de un territorio. Una Eterna telaraña en el tronco viejo de una casa.

-bueno, disfruto de los sabores familiares.

-y de ser el perro fiel. - el rebatió y Sebastian, solo sonrió confirmando lo dicho. No sabía si no entendía nada por la fatiga de esta movida noche o porque realmente las pastillas para dormir hacían su efecto. Aun así sentía curiosidad ¿sabores familiares? - lamentamos la perdida y mucho más el inconveniente que nos ha hecho topar. Con su permiso, nos iremos.

-Que tengan buen viaje, olvida esto. -Ellos comenzaron a alejarse y Sebastian lanzó la sierra directamente a ellos. Yo ya no lograba divisar con exactitud, mucho menos encontrar profundidad o cercanía en el panorama. - ¿señorita? ¿se encuentra bien?

-Sí, sólo necesito un poco de...-mi balbuceo y tambaleante caminar terminó en una pérdida de consciencia y control sobre mi cuerpo que yo no conocía. Sebastian me había tomado en sus brazos de forma heroica. Yo simplemente comencé a perder todos mis sentidos. Por último el olfato.

Su aroma era encantador, atrapante, era como el rocío en las mañanas, era intenso y añejo, con aires de nostalgia. Todos estos aromas se posaban sobre su cuerpo como el rocío se posaba sobre las telas de arañas. Yo había sido atrapada, completamente gustosa y con conciencia de mi fin. Pero, si éstos eran mis últimos momentos, si sería embriagada con su tentador aroma, estaba completamente dispuesta a ser devorada

 

°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°

aL fIn TERMINÓ. La verdad mis ladies and lords que estaba deseando terminar estos capítulos, la adrenalina ya con casi 20 años no es algo frecuente, pero por ustedes me hice una prueba de embarazo para sentir adrenalina. Salió negativo, lo cual era obvio ya que mis experiencias sexuales equivalen a las de una monja, aun así, espero ser una monja con fortuna como Matilda Simmons y pillarme con Sebastian y 7w7 yatusabe

es un capitulo algo cortito pero bueno ¿meper d0nas? 

recuerden que comentar y votar es completamente gratis y agradecido por mí, los reamo mi gente elitista <3

Yes, my lady ×Sebastian Michaelis×[editando] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora