Capítulo 32 | Yo me caso contigo

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(En multimedia Mike con su traje)

¿No les pasa que los invitan a fiestas y ni siquiera saben por qué?

Exactamente eso es lo que nos ocurrió hace unos cuantos días; Mike y yo estábamos caminando por el patio de la escuela, relajándonos en el receso cuando, una chica con dos sobres de color rosa chillón apareció en frente de nosotros. Con una sonrisa simpática nos dijo "los invito a mi fiesta de quince años este sábado", nos dejó los sobres en nuestras manos y se fue.

La chica estudia en un curso más alto, por lo que jamás habíamos compartido alguna clase. Según tengo entendido, Mike ha hablado un par de veces con el novio de la muchacha, pero no creyó que esto pasaría.

De todas formas, aquí nos encontrábamos, en el centro comercial, comprando la vestimenta que usaríamos mañana.

Luego de dos horas y dieciséis minutos revolviendo tiendas de vestidos, él consigue uno para mí.

—Hey, preciosa —me llama desde el otro lado del lugar—. ¿Qué piensas de este?

Sus manos sostienen un vestido dorado, ajustado al cuerpo. Tiene mangas y la falda debe llegar unos cuantos dedos sobre la rodilla. Es despampanante.

—Mike.

—¿Qué?

—¿Es posible casarse con un objeto? Porque si es así, prometo dejar a Daniel y casarme con este vestido.

Ríe y corro hacia el probador. Una vez dentro, me lo coloco y me observo de todos los ángulos posibles. Tras algunos minutos de no salir, Mike entra.

—¿Y? —pregunto observándolo a través del espejo, ya que él está detrás de mí.

—Nats —sonrío para que continúe—, ¿sabes qué? A la mierda Daniel, a la mierda el vestido, yo me caso contigo.

Compré el vestido y nos fuimos a la tienda para ropa masculina a comprar el traje de Mike. No sé con exactitud qué es lo que se llevó al probador, pero sólo le tomó algunos minutos decidirlo.

Mientras me siento en un cómodo sofá a la espera de mi amigo, reviso el nuevo mensaje de Dani:
Estoy aburrido, ¿quieres venir a mi casa?

Le contesto con un:
Lo siento, no puedo. Estoy en el centro comercial con Mike.

Mi mejor amigo carraspea, bloqueo mi celular y lo observo posar con su traje de un color gris o tal vez plateado.

—Precioso —me levanto y doy un silbido—. Comprar trajes es mucho más fácil que comprar vestidos.

—Ya te lo dije —toma mi rostro en sus manos—; lo que ocurre es que tú eres muy complicada.

—Lo sé —resoplo en señal de frustración. Sonríe y quita su mano de mi rostro, seguido de lanzar un beso al aire en mi dirección.

—Iré a cambiarme y vamos por comida —me anuncia yendo hacia el probador.

—¡Mi novio está enojado contigo! —grito al leer el mensaje de Daniel.

—¡¿Por qué tú y yo nos casaremos?!

—¡No, ese será nuestro secreto! —le sigo el juego.

—Pues ni tan secreto si lo gritas —sale con las prendas en sus manos.

—Dice que está enojado contigo porque "le estás robando tiempo valioso con su novia".

—Pues que se aguante. Oh, y dile que no me odie porque no estará en la lista de invitados de nuestra boda.

***

Luego de comer, él me invitó a su casa. En este momento estamos recostados en su cama.

Su habitación es el sinónimo de "orden", lo cual me sorprendió bastante. El enorme televisor que está en frente de su cama y el espejo que hay en su pared, son lo que más resaltan.

Su madre y hermana no están en la casa, nos avisaron que irían a comprar mercadería.

Mike está viendo una película de lo más aburrida, pero a él parece entretenerle. Este es momento de quitarle información sobre su chica misteriosa.

—Dime algo acerca de la chica que te gusta.

—¿Es necesario? —tal vez no estaba tan distraído como creí.

—Sí, anda.

—¿Qué quieres saber?

—No lo sé, sólo háblame de ella.

—No hay mucho que decir, me gusta y ya.

—¿Y por casualidad tiene el cabello fucsia? —interrogo con una sonrisa de picardía.

—No. Y te lo digo para que dejes de fantasear y armar ilógicos planes; no me gusta Clara. No sé por qué piensas eso.

—Bien —tendré que seguir con mi investigación—. Dime qué es lo que te enamoró de ella.

—Son muchas cosas, no me alcanzaría el día para decírtelas todas.

Su oración me causó una ternura tan maravillosa. Estoy segura de que, si aquella chica se enterara que hablan sobre ella de esa forma, ya ambos serían novios.

Luego de eso no volvemos a tocar el tema, me acerco más a su pecho para descansar. La película policial no ayuda a mantenerme despierta y al cabo de unos minutos, mis ojos ya están cerrados.

***

El estrepitoso y escandaloso sonido de un cristal rompiéndose logra que despierte y de un pequeño salto en la cama. Miro a Mike con preocupación, el ruido pareció provenir de su sala de estar.

—No quiero que te levantes, quédate aquí —me ordena y en menos de un segundo se encuentra en la puerta, a punto de girar el pestillo.

—Puede ser peligroso —levanto las cejas. Debe estar loco si piensa que lo dejaré solo—, yo voy contigo.

—Quédate detrás de mí, ¿sí? —no hay tiempo para discutir sobre esto.

Respira hondo y lo sigo dos pasos atrás. Abre la puerta con delicadeza y al llegar a la sala se detiene. Su ancha espalda no me deja ver lo que él sí. Me coloco a su lado, hasta donde me permite su brazo extendido.

A menos de tres metros de nosotros hay un hombre. Por sus arrugas diría que alrededor de sus 45 años, aunque no lo sé, tal vez sus harapos, ojeras y manchas de suciedad, lo hagan lucir mayor. En su mano derecha sostiene la mitad de una botella de cerveza rota y en el suelo están los restos de la otra mitad. Aquello explica el ruido del cristal.

—¿Papá? —murmura con un hilo de voz y sus ojos comenzando a cristalizarse.

Hasta los 15Donde viven las historias. Descúbrelo ahora