Capítulo 4

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La mañana de Alec había comenzado con el pie izquierdo. No había logrado dormir más de dos horas y las palabras de su madre no dejaban de repetirse una y otra vez en su mente. Empeorando su humor, Izzy no había dejado de hablar durante la mañana y la única forma de aplacarlo era entrenando. Porque no podía ir tras Bekah cada vez que algo lo inquietaba o molestaba. Había pasado diez años sin la paz que ella le traía y tenía que seguir así o ella se cansaría rápidamente de él.
Golpeaba con tanta fuerza el saco de boxeo que iba a lastimarse pronto, pero eso no le importaba. Podía sentir como la frustración abandonaba su cuerpo de a poco. Realmente había necesitado esto y mucho, recién ahora podía verlo.
Una suave voz lo trajo de nuevo a la realidad, mientras golpeaba con más fuerza.

—Vas a lastimarte, hermano—habló su hermana mientras lo miraba algo preocupada.

—Estoy bien, Izzy—gruñó molesto.

Si había alguien que lograba sacarle algo a Alexander Lightwood era su hermana menor. No podía ocultarle casi nada y eso lo frustraba aún más. Quería mantener la charla de ayer sólo para él, para poder decidir que hacer con su vida de ahora en más.

—¿A qué hora llegaste anoche?—cambió de tema la morocha al ver el humor de su hermano.

—No muy tarde—contestó dejando de golpear para verla, confundido por el cambio de tema.

Lo que sólo lo confundió más al ver la vestimenta de su hermana. Llevaba un vestido igual al de su madre, sin escote ni piel al descubierto. El cabello ya no estaba suelto y salvaje sino pulcramente acomodado en una cola alta.

—Magnus hizo algunos tragos y quería ver si Bekah estaba bien—dijo aún mirando el cambio repentino en su hermana.

—Veo que te preocupa mucho—contestó divertida—Cuando quieras hablar, aquí estaré—

—Yo hablo contigo, hermana—

—De todo, menos de tu vida personal. Algo injusto, ya que yo sí te cuento todo. Como por ejemplo, rompí con Meliorn—

—Agradezco que quieras ayudarme, Iz. Pero esto debo hacerlo solo y no puedes dejar de ser quién eres de la noche a la mañana—

Ambos hermanos se miraban con preocupación. No querían que el otro estuviera mal y eso los hacía hacer cosas tontas.

—¿Me lo dices tú?—contestó irónica la azabache.

—Yo sé quién soy. Soy a quien papá va a desheredar cuando sepa que Jace y Clary no están—dijo caminando hacia su habitación.

Necesitaba una ducha urgente. Su cuerpo estaba tenso y sudado, el agua caliente ayudaría con todo eso y más. Dicho y hecho, disfrutó de ese breve baño como hacía mucho no lo hacía. Sus musculos se habían relajado y ahora lo único que quería hacer era dormir lo que quedaba de día. Pero como nada pasaba como él quería, su teléfono comenzó a sonar.

—¿Hola?—preguntó al no conocer el número de quién llamaba.

—Shadowhunter, debo hablar contigo—dijo la inconfundible voz de Magnus Bane—Es sobre Bekah ¿Puedes venir al departamento?—

—En media hora estoy allí—contestó para luego cortar la llamada.

No sabía que podía querer Magnus con él, pero si era sobre su Hadita iría corriendo de ser necesario. Le preocupaba que le pudiera haber pasado algo, otro desmayo o lo que sea. Se vistió con lo primero que encontró en su habitación y salió corriendo del Instituto para llegar lo antes posible.
Al llegar, agitado y tratando de recuperar el aire, golpeó la puerta del departamento. Un Magnus con el rostro lleno de preocupación le abrió la puerta y eso no presagiaba nada bueno.

Pequeña de ojos azules- Alec LightwoodDove le storie prendono vita. Scoprilo ora