Capítulo 13

4.4K 230 6
                                    

Antes de que alguno de los dos pudiera hacer o decir algo, Izzy se arrojó a los brazos de la rubia. La morena estaba felíz de que su amiga haya regresado y más aún en el difícil momento que estaba pasando.

-Viniste- susurró contra el oído de la chica.

-¿Cómo no iba a venir a ver a mi morena favorita?- contestó Bekah de forma tensa intentando apartar la vista de la silueta de Alec.

Quería salir corriendo de allí. No tenía planeado verlo tan pronto y realmente no estaba preparada para eso. Por suerte, la presencia de Izzy hacía todo más fácil para la rubia.
Alec no sabía que hacer. La tenía justo frente a él. Abrazando a su hermana como en algún momento lo había hecho con él. Y dolía tanto. Quería acercarse y estrecharla entre sus brazos hasta pensar que todo había sido una horrible pesadilla. Pero no lo era y ahora tenía que lidiar con eso.
Cuando por fin lograron correr la mirada del otro, el moreno salió de la habitación para dejarles algo de privacidad. Tenía que encargarse de sacar a su hermana de ese problema y estaba más tranquilo sabiendo que Bekah estaba con ella.

-Lo siento. No sabía que ibas a venir tan pronto, Becks- se disculpó la morena con su amiga.

-No esperaba encontrarmelo tan pronto. Pero en algún momento iba a pasar, Izz- dijo la rubia encogiéndose de hombros, como si no importara la presencia de Alec.

-¿Cómo estás?- preguntó Izzy preocupada por la palidez de la rubia.

-No sé. Es tan complicado, Bella. Duele tanto-

Bekah intentaba reprimir las lágrimas que querían salir de sus ojos. Pero cuando la morena la estrujó entre sus brazos, no lo pudo aguantar más y se largó a llorar con fuerza.

-Va a pasar, pequeña Bane. Y yo voy a estar ahí contigo, siempre- susurró bajito.

Bekah estaba tan angustiada que no escuchó que detrás de la puerta había alguien escuchando su conversación. Alec contenía las lágrimas que querían salir de sólo escuchar a su Hadita en ese estado. Lo peor de todo era que estaba así por su culpa. No sabía que hacer para arreglar las cosas y eso lo estaba frustrando cada vez más. Eso sumado a la desaparición de Jace y Clary con la copa y el juicio de su hermana iban a matarlo en cualquier momento.
Golpeó con fuerza la pared a su lado y salió corriendo de allí antes de que las chicas salieran a ver que habían sucedido.
Al escuchar ese fuerte ruido, Bekah salió de la habitación para ver que sucedía. Izzy no podía hacerlo porque estaba encerrada allí dentro. Cuando salió, lo que más llamó su atención fue el aroma a sangre que había en el aire. Pero no cualquier sangre, esta pertenecía a Alec. Y aunque ahora no estuvieran en buenos términos, le preocupaba que el moreno estuviera sangrando por ahí.
Volvió a entrar a la habitación de Isabelle y se despidió de ella para ir a entrenar un momento. Necesitaba despejar su cabeza y hacía mucho que no lo hacía. Aparte de que quería asegurarse que cierta persona no estuviera herida de gravedad.
Fue hasta su habitación a cambiarse por ropa de deporte y sacarse el maquillaje que traía puesto. No le gustaba que este se corriera cuando comenzaba a sudar.
Todavía no había visto a Jace, ni a Simon. Ambos le preocupaban. El vampiro no se había comunicado con ella, pero le enviaba saludos cuando Mags llamaba. Y el rubio había desaparecido junto a Clary, a una dimensión desconocida con el Seelie de Izzy, Meliorn.
La sala de entrenamiento, para su suerte, estaba vacía. Empezó golpeando un poco el saco de boxeo. No era lo mismo que entrenar con los Mikaelson, pero era reconfortante poder sacar su frustración. Tan concentrada se encontraba, que no notó una presencia que la observaba a lo lejos. Apreciando lo hermosa que se veía, lamentando lo triste que sentía que estaba.
Alec intentaba que ella no lo notara. No sabía como iba a reaccionar estando los dos solos y lo que menos quería ahora era pelear con ella.

-Puedo olerte, Lightwood- dijo la rubia jadeante, sin parar de golpear el saco.

El cuerpo del chico se tensó por completo. Dolía tanto que ella lo llamara por su apellido, como si no lo conociera de nada.

-¿Por qué estás sangrando?- preguntó al notar que él no iba a decir nada.

-Un golpe contra la pared- contestó en lo que pareció más un susurro- ¿No dirás más que eso?-

-No sé que quieres que diga, Alexander. No puedo hablar contigo en este momento- exclamó Bekah apretando los dientes y golpeando cada vez más fuerte el saco.

Alec avanzó algunos pasos hacia ella, cuando vió como el saco de boxeo salió disparado de donde estaba. Rebekah había golpeado con tanta fuerza, al sentir que se acercaba, que lo había arrancado del lugar.

-Deberíamos hablar- volvió a decir en un susurro.

-No te acerques más- pidió en un hilo de voz- en poco tiempo es el juicio de Izz, no puedo hacer esto ahora-

Cuando quiso salir huyendo, el moreno la tomó de la muñeca y la estrujó entre sus brazos. Lo que Alec no esperaba, era el golpe en su mejilla. Tan fuerte que sabía que iba a quedarle un gran moretón imposible de ocultar.

-No vuelvas a tocarme, Alexander- dijo saliendo de allí con algunas lágrimas en el rostro.

Corrió hacia su habitación a velocidad vampirica. No quería que nadie la viera llorar. Estaba harta de todo esto. Después de terminar su entrenamiento, hablaría con Kol para irse de viaje por unos meses. No soportaría tener que ver la vida de casado de su gran amor.
Por la mente de Alec pasaban un millón de cosas, pero nada era más importante que arreglar las cosas con su Hadita. Verla de nuevo había sido tan intenso como se lo imaginó. Estaba hermosa como siempre y dolía como el infierno ver esos ojos tristes y opacos.
Después de poner un poco de hielo en su mejilla, porque el golpe había sido bastante fuerte y dejaría marca, fue en busca de la rubia. No podía dejar las cosas así. Iba a arreglar todo con Rebekah, aunque sea lo último que haga.
Caminó hasta la habitación de la chica, tocó unas cuantas veces y nadie abría. Por suerte, no había barrera mágica que le impidiera pasar esta vez. Entró y la encontró llorando, abrazada a sus piernas. Aunque ella no quisiera verlo, no podía dejarla así. Menos cuando estaba llorando por culpa suya.
Se acercó despacio, sin hacer ningún movimiento brusco y la estrechó entre sus brazos. Disfrutando de la sensación de tenerla junto a él. La rubia se dejó abrazar, sin poner resistencia alguna.
Necesitaba de alguna forma tenerlo ahí, sabiendo que se preocupaba por ella. Y aunque no quisiera admitirlo, era lo único que quería desde que había visto como le pedía matrimonio a la perra de Lidia.
Varios minutos después, el llanto de Bekah había cesado. Sólo quedaban algunos sollozos quedos, nada que pudiera impedirle hablar. Levantó la cabeza del hombro del moreno y miró sus preciosos ojos azules, que también tenían algunas lágrimas. Su mirada se dirigió, inevitablemente, hacia los labios del chico frente a ella. Realmente quería besarlo, aunque sea una vez antes de huir de ese lugar y que él se casara.
No lo resistió más y juntó su boca con la de Alec, en un beso que fue inmediatamente correspondido. Se besaban con lentitud y ternura al principio, pero pronto el beso se volvió más ardiente y necesitado. Alec abrazó la cintura de la rubia, atrayendo el pequeño cuerpo de ella hacia el suyo.
De repente, la puerta sonó haciendo que se separaran lo más rápido posible. Bekah sabía quien estaba al otro lado de la puerta, podía oler a su padre allí.
Los dos se quedaron mirando, sin saber que hacer de ahora en adelante.






Mis queridos lectores, perdonen la demora. Estuvo de mudanza y no podía encontrar tiempo para escribir. Muchísimas gracias por leerme :)

Bye, los quiero 🤗

Pequeña de ojos azules- Alec LightwoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora