Capítulo 8

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Karol sonrió, recordando esos buenos tiempos, en los que por suerte, había conocido a Ruggero.

- Bueno, da igual, yo quiero acompañarte. Además, tengo mis cursos de autodefensa. El único que puede tocarme el culo eres tú. – sonrió.

- Eso ni lo dudes. Es que si te ponen la mano encima, ni autodefensa, ni mierdas. Siempre llevo mi estimada Gamo PR-45 encima.

- Que miedo. – dijo Karol riendo. Ruggero alzó una ceja, terminándose su café. Karol le acarició una de las mejillas. – te quiero, mucho, mucho, mi vida.

Ruggero sonrió.

- ¿Vamos? Cuanto antes lleguemos a mi oficina, antes terminaré de pelearme con los que te miren.

- ay, mi celoso. – dijo Karol dándole un beso en la frente. – Voy a pagar y ahora vengo... y me enseñas tu oficina. – sonrió y se levantó hiendo hacia el mostrador.

- Ah no. Pago yo. – se quejó Ruggero.

- No, yo.

- No. Yo. – dijo él, adelantándose.

- Señora. – dijo Karol, alcanzándole un billete de veinte dólares.

- No se lo coja, cóbreme a mí. – dijo Ruggero, sacando de su billetera uno de veinte, también. La cajera los miraba confundidos.

- No, no. - Karol lo intentó empujar, pero no podía. Así que Ruggero la cogió de la cintura, dejando su billete en el mostrador y cogiendo el de Karol, y se los llevó.

- ¡Quédese el cambio! – dijo llevándose a Karol fuera de Starbucks.

- Eres malo. – dijo Karol intentando liberarse de la cogida de Ruggero. Abrió la puerta de su coche y la metió en el copiloto. Ella pareció molesta. Ruggero se metió en el piloto y encendió el motor.

- No te enfades cariño. – se inclinó, poniendo cara de niño bueno, y besándola en la mejilla.

Karol suspiró.

- Es imposible enfadarse contigo. – sonrió y puso la mano en el cambio de marchas. Como solían hacer, conducir juntos... cuando Ruggero cambiaba la marcha, cuando ponía la segunda, o la tercera quizás, lo hacía junto con Karol. Su mano, siempre seguida de la de ella.

Aparcó en un callejón sin salida.

- Eh... - Karol tuvo un estremecimiento. – esto está un poco... dejado.

- Las apariencias engañan... – canturreó Ruggero. Salió del coche y Karol hizo lo mismo. Él la cogió de la mano, entrelazó los dedos de la suya con los de Karol.

Se acercó a una puerta con un aparato en el lateral, y marcó, dos veces seguidas 0204. La puerta hizo un pitido agudo, Ruggero empujó, primero hacia a él y luego hacia adentro.

- Vamos.

- Sí que es fácil, entrar, entonces. – sonrió ella.

- Am... - Ruggero se rio ante su comentario. - ¿Eso piensas? – le dijo haciendo un gesto hacia la siguiente puerta de metal que había delante de sus narices.

- Oh... - suspiró ella. Encima, la vigilaban cuatro guardas bien puestos.

- Buenos días, señor Pasquarelli. – dijo uno de ellos, mirando a Karol. Hizo un gesto interrogativo.

- Es mi esposa.

- No tiene acceso a la agencia... - dijo el otro agente, armado con un buen rifle moderno.

- Déjala pasar, va conmigo, sabe quién soy. – sonrió cínicamente. El agente suspiró y presionó rápidamente unos botones, de una maquina lateral. Las puertas se abrieron. Y todo apareció.

Protegiéndola  #3T |Hot/Ruggarol|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora