Capítulo 12

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Luna ya estaba cansada. Se había montado en el tren de la bruja. En las sillitas que dan vueltas. Se había encontrado con Vicky, una de sus amigas de parvulitos. Había insistido a papá de que le consiguiera un osito de peluche en la máquina tonta de la palanca. Y hasta había convencido a mamá de que se subiera con ella en no se cuales atracciones. Karol había terminado algo bastante mareada.

- ¿Vamos ya a casa? - dijo Ruggero, mirando el reloj. Eran las once y media de la noche, y llevaban dando vueltas por ahí des de las siete. - ¿Mmh?

- Si... - dijo Luna apoyando su cabecita en el hombro de su padre. - quiero dormir... - suspiró ella.

- Ahora cenas y te llevo a la cama.

- Pero yo quiero que me lleve mamá.

- ¿No quieres que te lleve papá? - dijo Karol, cogida del brazo de Ruggero.

- Que va, a mi no me quiere. - dijo Ruggero, fingiendo estar triste.

- Si que te quiero. - dijo Luna, cruzándose de brazos. - pero es que rascas. Y no puedo darte ningún beso.

- ¿Rasco? - dijo Ruggero frunciendo el ceño.

- Si. - Luna le pasó una mano por la mejilla.

- Pero, mi vida, si me he afeitado esta mañana. - miró a su mujer. - ¿Karol? ¿rasco?

Karol no dijo nada. Se encogió de hombros.

- Gracias por tu apoyo. - dijo Ruggero, irónico. Entonces se inclinó, susurrándole al oído. - entonces, vete olvidando de mis cunnilinguis, podría irritar tus perfectos muslos de la parte interna.

Karol se ruborizó.

- Papá no rasca. - dijo entonces Karol. - no lleva esa barba horrible que a veces se deja. - Ruggero la miró mal. Karol agachó los ojos, despreocupada. - no te preocupes, a ti te queda bien. Pero la barba aquella de tres días, sigue siendo horrible.

- ¿Gracias? - dijo Ruggero. Y ambos se pusieron a reír.

- ¡Papá! - dijo Luna. - Quiero ¡ese! - dijo, al pasar por al lado de la paradita de disparo con rifles de balines.

- ¿Otro? Pero si te conseguí el osito rosa... - suspiró Ruggero. - Vamos a ver.

- Venga machote... ¿no se te dan tan bien las armas? - dijo Karol. - Oh, espera. - dijo ella, adelantándose. - no, no, ahora quiero probar yo.

Karol le alcanzó al taquillero un billete de cinco dólares y este le dio un platillo con cinco balines... de los de mentira. Karol abrió el cargamento del rifle de juego y colocó el primer balín. Miró al taquillero.

- Dos canicas, y hay premio pequeño. Tres y se llevan uno de los grandes. - y señaló la estantería de los premios grandes. Justamente ahí estaba el que Lu quería.

Karol apuntó a una de las fileras de las canicas y disparó. Ni una.

- Te quedan cuatro... - la chinchó Ruggero, divertido.

- Cállate. - le dijo Karol, mirándolo mal. - esta sí.

Volvió a disparar. Esta vez, la canica se balanceó. Pero no le dio de pleno. Así que nada. Ruggero dejó a Luna en el suelo, justo al lado de su madre. Ella observaba des de su altura. Ruggero rodeó a Karol por detrás y la colocó en buena posición. Juntó su mano con la suya. Y apoyó su cara, junto a la de Karol. Apretó el gatillo, con el dedo de Karol debajo del suyo. La canica amarilla cayó, empotrándose contra la pared de la presión. Ruggero abrió el cargamento y metió los dos últimos balines. Pam. PAM. Otras dos canicas cayeron. El taquillero aplaudió.

- Elijan premio. - dijo sonriente.

- ¡Ese! - lo llamó Luna. - ¡Ese! - señaló uno que parecía ser la gatita de Hello Kitty.

- Toma, pequeña. - le dijo el hombre, dándoselo.

Ruggero volvió a cargar a Luna en sus brazos.

- Gracias. - dijo, dejando el rifle encima del mostrador.

- A ustedes.

Karol se lo había pasado bien. Sentir el cuerpo de Ruggero, a todo él, empegados al suyo, la hacía sentir bien. Se sentía segura. Protegida. Había podido esnifar su propia esencia a hombre, una deliciosa, que hacía que se debilitara. Había sentido como sus músculos la rodeaban, juntando sus brazos, con los más finos y blancos de ella. Y la cara de él, junto a la suya. Con esa perfecta boca en forma de corazón. Esos ojos, pequeños, de un color Miel intenso, emotivos, que tanto le habían expresado cuando le hacía el amor.

- ¿Y tú? - le preguntó Ruggero.

- ¿Yo qué?

- Ahora eres tú la que parece estar flotando. Tienes una expresión en la cara de 'tonta feliz'. - él rió. - ¿En qué pensabas tu, ahora, mi vida?

Karol sonrió y le dio un besito. Pequeño, corto, perfecto.

- En ti.

Domingo. El despertador de la mesita de Karol marca las 10:47am. Ella se despierta, bostezando. Se frota los ojos. Echa algo en falta. Ruggero no está. No le hace falta abrir los ojos para saberlo. Gira sobre ella misma, haciendo la croqueta y se levanta de la cama, despejándose. Algo de la mesita de Ruggero le llama la atención. Un papel amarillo.

Martin me llamó, quería verme para hablar conmigo sobre algo. Vuelvo dentro de un rato. Te quiero. Ruggero.

Karol se dispuso a ir a desayunar. No iba a vestirse. Hoy no había nada que hacer. No, absolutamente nada. Y por eso iría en camisón todo el día. Buscó las zapatillas. Quizás estaban debajo de la cama, donde sin saber cómo, siempre iban a parar allí. Cuando vio que encima de las sabanas, había el IPhone de Ruggero.

- Seguro que iba con prisas y se lo ha dejado. - se dijo a sí misma.

Cogió el aparato y lo fue a dejar a la mesita. Cuando la curiosidad... mató al gato. La desbloqueó, por suerte no la había apagado. Ojeó las llamadas, nada interesante. Nombres de tíos, seguramente compañeros de faena. De sus hermanos, Christian y Jacob, de su jefe. Se dirigió a la carpeta de sms. Cuando vio un nombre que no le sonaba. Para nada. Y de mujer. Martina. Abrió el primero que vio. Mi niño, necesito verte, de veras, esto es frustrante. Martin ha dicho que tiene que hablar conmigo. Te quiero.

Fantástico. Además, por lo que había deducido, trabajaban en la misma compañía y para Martin. Bueno, un mote cariñoso lo podía tener cualquiera ¿no? Karol intentó que no le hirviera la sangre. Y intentó controlar sus celos, también. Abrió otro que ella había enviado.

'Ei, bebe, lo de hoy a estado genial, la verdad es que necesitaba eso. A ver cuando repetimos.'

El corazón de Karol empezó a latir fuerte. La vista se le volvió borrosa. Y las contestaciones de Ruggero no es que ayudaran mucho.

'Mi amor, no te preocupes, ya verás cómo no te despide por esa tontería. ¿Hoy nos vemos?'.

'Ya ves, eres una fiera eh, por mí, mañana mismo. Te quiero, tigresa.'

Karol lanzó el móvil al suelo. Por suerte no se rompió. Quería, necesitaba explicaciones. Y ahora... ahora si tenía que vestirse. Por cojones. Y entre lágrimas.

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Oh oh parece que se puso intenso esto 😲

Pinchi Ruchero 🔫😤

80🌟...50💬 y sigo 💝

Las amodoro con el alma

Besitos al aire👑

🌠MaKa🌠

Protegiéndola  #3T |Hot/Ruggarol|Where stories live. Discover now