iv. CAPÍTULO TRES

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𝐂𝐀𝐏𝐈́𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐓𝐑𝐄𝐒:𝑓𝑜𝑟𝑒𝑣𝑒𝑟 𝑦𝑜𝑢𝑛𝑔

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𝐂𝐀𝐏𝐈́𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐓𝐑𝐄𝐒:
𝑓𝑜𝑟𝑒𝑣𝑒𝑟 𝑦𝑜𝑢𝑛𝑔



— ¿Brown? ¿Qué haces aquí? — preguntó Finn mirándola con poco crédito, como si no creyera que estuviera frente a él, como si ella fuera algún tipo de alucinación, incluso sus dedos presionaron un poco más el hombro de Millie, tratando de comprobar que aquella visión era real. Por su parte ella se queda sin palabras, por primera vez en su vida no tiene nada que decir, solo se da la vuelta y lo mira con desdén — ¿Viniste a verme? ¿Cómo te enteraste que yo estaba aquí? — una sonrisa triste aparece en el rostro del joven al decir esto.

— Finn. No lo sabía en realidad. — repuso ella quitando la mano de él de su hombro, entre menos contacto físico, mejor — Es decir... sí sabía qué te pasó, pero no que estabas aquí. — los ojos oscuros del muchacho ruedan en el momento que esas palabras salen de su boca.

— Ya lo creo, todos en Indiana deben de comentarlo. — menciona molesto, niega un par de veces a modo de desaprobación — Finn Wolfhard, la oveja descarriada, el que se fue con su banda pagana, terminó en un el loquero, intentó suicidarse, probrecillo, seguro es porque dejó de ir a la iglesia. — casi que parafrasea las misma palabras que dijeron sus padres cuando hablaron de lo sucedido — Ya ¿Has venido por con la comunidad a ayudar a los desahuciados? eso es, claro, la lástima, esa te sobra Santa Millie. — el semblante del chico cambia, ahora parece enfadado por habérsela topado, pero ella no se dará a menos, eso es obvio, por lo que bastan sus últimas palabras para enfurecerla.

— Sigues siendo el mismo idiota de siempre, vaya Wolfhard, tú no cambias, ya han pasado dos años, no sé porqué no me sorprende. — se da la vuelta y trata de caminar hacia el salón, un par de palabras bastan para saber que él sigue estancado en su monótona porquería, la misma en la que estaba cuando se habían conocido en el colegio.

— Millie. — la llama siguiendo sus pasos luego de unos segundos — Espera, por favor. — de pronto su trayecto se ve interrumpido porque lo tiene en frente — Lo siento, no debí decir eso, es que... — ella lo sabe, cambios de humor y no medir sus palabras, antes eso solía lastimarla, hoy en día le da nauseas, pero no planea volver al baño y arreglarlo como solía hacerlo en esos días, todo lo contrario, no quiere que él la vea mal, incluso cuando ella misma ha tocado fondo — Bueno, tú entiendes, estar aquí encerrado no me hace la persona más feliz.

— No me interesa, en serio. — levanta su mano en señal de que la deje en paz y trata de avanzar de nuevo, pero él no la deja, toma la misma mano que ella alzó y la atrae a sí mismo, cerca de su cara, el solo tacto le pone la piel de gallina, es como si una corriente eléctrica le recorriera el cuerpo, eso aún está ahí.

Es ese momento en que lo nota, él está leyendo el brazalete que le dieron al entrar a la clínica.

— Oh Millie... — suelta buscando su mirada, ella la baja, no tiene cara para enfrentar esa situación, además la expresión en el rostro del chico, parece decepcionado — No... — ella le quita su brazo — Creí que lo habías dejado, hicimos un pacto.

Abril; fillie.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora