Advertencia: Este capítulo contiene escenas que pueden dañar la sensibilidad del lector. Se recomienda discreción.
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𝐂𝐀𝐏𝐈́𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟏𝟏: 𝑖 𝑗𝑢𝑠𝑡 𝑑𝑖𝑒𝑑 𝑖𝑛 𝑦𝑜𝑢𝑟 𝑎𝑟𝑚𝑠 𝑡𝑜𝑛𝑖𝑔𝘩𝑡
Día uno.
Después de 730 días, ella ha logrado volver al primero, al momento dónde el dolor más agobiante golpea su pecho de manera abrasadora. Solo Finn Wolfhard puede hacer algo como eso.
¿De eso se trata darle el corazón a alguien más? de repente te vuelves lo suficientemente vulnerable como para que hagan con este lo que se les de la gana. Pero esto no es nuevo para la castaña, todo lo contrario, ella ya lo ha sentido antes, las atrapadas ganas de llorar, la falta de aire, la presión en el pecho, la desesperación, parece algo tan humano y normal el sentirse mal por otra persona. No. No cualquier persona, tiene que ser él, porque al parecer la bailarina solo se permite sentir cosas reales por Finn y dejar que él la destroce, vez tras vez, entonces es ese momento cuando Millie construye los muros, se hace la fuerte, la fría, la inhumana sin corazón para romper, lo trata mal, se hace la difícil, eso es ¿Todo para qué? siempre termina acostada en su cama escuchando las canciones más tristes, aferrada a las pocas cosas buenas que el ex guitarrista alguna vez le dio.
A su mente solo vienen recuerdos felices, por supuesto, de esos que le muestran porqué está colgada con Finn aún, puede ver su sonrisa por varios cuadros, sus pecas, esas motitas debajo de sus ojos que volverían loca a cualquiera, sus hermosas pupilas oscuras y encantadoras, con la mirada intensa, que ella no sabe si es que los ojos de Finn son así de profundos o es que simplemente él mira de esa manera a todas las personas, el melodioso sonido que es su voz ronca y los escalofríos que le dan cada vez que él dice su nombre con determinación, la manera en la que la hace reír, o como cierra los ojos y tira la cabeza hacia atrás mientras él mismo se carcajea...
Típico de Finn, piensa pasando una mano debajo de sus ojos con la necesidad de limpiar sus lágrimas tontas de niña boba, porque él la ha traído a ese lugar oscuro una vez más, sí Wolfhard se lo ha hecho otra vez.
Se encuentra a sí misma en pijamas, recostada en el lado contrario de la cama, dónde deberían estar sus pies, el cabello corto hecho un desastre, las ojeras, mejillas empapadas y este es el punto del medidor que le dice que todo está terriblemente mal con ella: Barbra Streisand, que entona una melodía depresiva inundando el cuarto de manera dramática, como si lo empapara de melancolía y soledad. Y ese es su indicador de que ha tocado fondo, cuando decide que la galardonada actriz y cantante debe empezar a cantar, Millie solo guarda esas canciones para los momentos en los que se siente más rota.
