iii.

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Tras contar un par de historias hechas en el momento por Jimin acerca de sus citas con Agust D, llega un punto en que empiezan a cenar una vez a la semana. Yoongi llega con un par de bolsas con algunos ingredientes para prepararle algo a Jimin, el cual solo se sienta en la barra y lo observa moverse alrededor con su mentón apoyado en los puños de su sweater, riendo a alguna ocurrencia o sólo en silencio observando los movimientos del mayor.

Tras el tercer encuentro, se olvidan de Agust D, y comienzan a hablar de ellos. De cómo a Yoongi le gusta el olor a menta, odia escribir en ordenadores, prefiere lápices de tinta y solo puede escribir cuando tiene una taza de café a su lado. Yoongi habla de sus hobbies, y que su favorito es dormir siesta. Jimin le habla de sus clases de baile, de cómo le gustaría llevar el pelo rosa y el drama romántico que en ese momento es su placer culpable los fines de semanas.

Jimin se acomodó en la cama, mirando su teléfono por tercera vez. Era miércoles, y se suponía Yoongi debía haber llegado hace media hora. Bufó y abultó sus mejillas frustrado, el pelinegro nunca lo había hecho esperar tanto.

Cuando escucho unos pasos en el pasillo, se encaminó a la puerta ansioso, no pasaron dos segundos cuando escucho un par de golpecitos. Contó hasta diez en su mente, y solo entonces la abrió para ver a Yoongi, más arreglado que de costumbre y sin bolsas en sus manos.

Jimin quiso decir algo, pero las palabras se quedaron en su boca. Yoongi estaba impresionante. Llevaba unos pantalones de vestir negros y ajustados, una camisa del mismo color acomodada dentro de estos y afirmada por un cinturón. Tragó saliva, y luego miró a su chándal y su camiseta blanca, definitivamente no estaba vestido para la ocasión, cualquiera fuera esta.

―¿Me olvidé de algo? ― logró decir tras un par de segundos.

―Te invito a cenar

Jimin lo miró en silencio porque no estaba entendiendo nada, y porque Yoongi se veía demasiado bien como para pensar correctamente.

―... como amigos, ya sabes, porque tienes novio.

―¿Uhm?― pestañeó tratando de escuchar a través de los latidos de su corazón.

―Déjame pagar esta vez, siempre comemos aquí y no quiero aprovecharme de ti.

―Oh, eh, solo déjame cambiarme ― farfulló.

―Estás bien así.

―Hyung ― se quejó ― Es mi pijama.

―Bueno, pero no te doy más de cinco minutos.

Jimin asintió, y corrió hasta su habitación. Sacó una camisa celeste, unos pantalones de vestir negros y se calzó los zapatos. No se molestó en arreglar su pelo desordenado, y salió a su living cuando dieron los cinco minutos justos.

Durante el camino, Yoongi no le dijo dónde iban, ni le dio alguna pista, poniendo más nervioso aún al rubio. Los nervios no hicieron más que aumentar cuando entraron a un restaurant que parecía ser francés, por el hecho que no entendía ni la carta ni los nombres de los vinos que ofrecían.

―¿Jimin? ¿Estás bien? ― preguntó Yoongi al ver al rubio juguetear con la carta sin elegir nada.

Jimin abrió sus ojos un poco más de lo necesario, como si lo hubiesen descubierto haciendo algo mal.

―Yo mentí ― casi escupió las palabras ― Y no quiero seguir haciéndolo.

―¿Jimin?

―No estoy saliendo con Agust D, todo fue una mentira, y entiendo si no quieres seguir siendo mi amigo.

―Jimin...

sweater paws // yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora