60.Reflexión

981 44 10
                                    

Pudo haber sido peor. Si, difinitivamente pudo ser peor. Es decir, esta mal, muy mal; de hecho, nunca ha estado tan mal como ahora, pero definitivamente pudo haber sido peor.

Pudieron haberle cortado su pierna buena, o clavarle una flecha a su "amiguito", pudieron decapitarlo, o arrancarle el corazón de un solo intento. Si, pudieron hacerle muchas cosas, pero en cambio tenía la suerte de que solo le hubieran rajado el abdomen; claro, lo hicieron al punto de que pudo haber jurado que lo que sus manos alcanzaron a sostener antes de que cayeran al suelo eran sus tripas, pero al fin y al cabo, solo fue una cortadita.

Siente frío. Realmente mucho, y se pregunta en que momento bajo tanto la temperatura.

Escucha a lo lejos los rujidos de los dragones, y entre todos ellos puede identificar a la perfección el de su amigo. Por un momento le extraña escucharlo, ¿Qué no necesitaba a alguien que lo montara para volar? Seguramente Astrid viene en él. La voz lo dice en un tono que a Hipo no le agrada, así que frunce el seño y esta a punto de darle una respuesta irónica cuando se da cuenta que esa voz viene de su cabeza. Estarme desangrando no me hace bien.

Su mente comienza a viajar hasta Berck y sus habitantes. Va a extrañarlos, mucho. Piensa en lo buenos que fueron sus últimos años de vida en ese lugar y lo mucho que se divirtió. Piensa en su primo, Patán, y lo mucho que lamenta que él sea el último sucesor de la linea, y lo siente aún más por los que queden vivos para cuando tome el control, pero aún tiene la esperanza de que renuncie a ese puesto; piensa en Patapez, en las aventuras que vivió a su lado y en que realmente sería un gran partido para seguir con la exploración y la clasificación de sus amados dragones ... Por cierto, ya no los ha escuchado. Seguramente estan buscando indicios de vida, o algo así. Espera desesperadamente que  lleven con ellos algo de carne, por que, honestamente, se muere de hambre.

En fin, su mente divaga nuevamente y un color llega e inunda su visión. Es el rubio. El cabello rubio de Astrid, para ser precisos. Siempre se le hiso muy bonito: suave, sedoso, brillante ... no como el de Brutacio, que es opaco, sucio y enredado. Le cae bien Brutacio, es un buen chico, sus bromas, cuando no salían mortalmente mal, solían hacerlo reír mucho. Piensa en él y su hermana, y por un momento su corazón se rompe al pensar en que harían si uno de ellos muriera, pobre del que quede vivo, sería una herida que jamás podrían cerrar ..., casi como su corte en la barriga.

Ojala Brutacio estuviera ahí, así podría reír hasta reventar. Frunce el seño; ahora que lo piensa, siempre tuvo indicios de que la razón por la que moriría tendría que ver con su estómago, la comida de Astrid debía ser el mas fuerte de todos.

¿Qué estaba haciendo? Ah, si. Pensando en el cabello de Astrid.

Escucha unos ruidos por encima de él, pero encerrado en ese misero barco realmente no distingue nada. Siempre prefirió el cielo que el mar. El mar le mareaba. El cielo no. Si morías en el mar tu cuerpo se perdería para siempre entre el agua. En el cielo al menos sabrían donde cayó. Aún que pensandolo bien, ambos son azules, y muy grandes, ambos tienen muchos secretos, y ambos hacen que las personas se sientan libres.

De hecho, los ojos de Astrid tambien son azules, y tambien le marean o le hacen sentir libre, depende realmente de la situación. Le gustan los ojos de Astrid, son muy brillantes.

Cierra los ojos y se consentra en recordarlos. En su mente se forman dos grandes ojos de un intenso azul cielo, brillantes, alegres, curiosos. Recueda la primera vez que hicieron el amor, fue precisamente por que él quería ver mejor sus ojos, y pues de tanta sercanía se besaron y una cosa llevo a la otra. Dioses!!!! Que forma de hacer el amor tenían. De la misma forma en la que podían jugar como dos niños inocentes, podían ser tan pasionales y hasta un poco agresivos al hacer el amor. Piensa en su cuerpo, en sus largas y fuertes piernas; en su abdomen definido y sin un solo corte;  en sus ojos, prendidos en llamas, como un mar en una tormenta.

Abre sus ojos y la imagen en su cabeza tambien esta ahí. Esos preciosos y brillantea ojos azules lo miran, pero algo no esta bien. Estan humedos. De hecho, estan nublados de tantas lagrimas que tienen. Quiere preguntarle que pasa, pero cuando quiere hablar algo sale de su boca, lo siente mojado y caliente, pero no puede distinguir que es. Ella llora más y le dice algo, pero realmente no sabe que. Tal vez solo movió los labios y quiere que adivine que es, siempre fue muy juguetona en la intimidad.

El frío aún esta ahí, pero ya no es tan insoportable como antes, y el dolor ha desaparecido por completo. Confía en que ya esta mejor. Y despues de tanta reflexión solo puede pensar en una cosa:

No hay nada como detener tus tripas para que no se salgan.
____________________________________
Pues no se ustedes pero a mi me divirtio mucho hacer este capítulo.
Es curioso, pero se me ocurrio mientras arreglaba ciertos asuntos estomacales. Lo único que diré es que tienen que ver con comida en mal estado y una carrera por la calle para llegar a mi casa.
Espero que les gustará tanto como a mi. Nos vemos ... antes de navidad ... espero.

Historias de un amorWhere stories live. Discover now