❝No puedo evitar amarte, aunque intente no hacerlo. No puedo evitar quererte, sé que moriría sin ti.❞
¿Por qué el amor se vuelve complicado? ¿Por qué el amor no es fácil de encontrar? ¿Por qué el amor nos hace sufrir? ¿Por qué el amor nos hace lucha...
La semana había comenzado con un cielo nublado en la ciudad de Shiganshina. Eren apenas había pegado ojo cuando cayó en cuenta que el reloj había cambiado de ser medianoche a las cinco de la mañana; ¿pero quién lo podía culpar? Una de las etapas más importantes de su vida había iniciado y no era de esperarse que la ansiedad y la emoción le recorriera cada parte de su cuerpo.
Por fin empezaba su nuevo ciclo escolar y el pensar en todo lo que podría llegar a pasar le ponía los pelos de punta. Su mañana transcurrió con tranquilidad, su madre le había dejado algo de comida en la mesa de la sala y sus nuevos útiles escolares estaban junto a la puerta de salida.
—Podría jurar que no has dormido nada en toda la noche —Eren esbozó una pequeña sonrisa, su madre tenía razón.
—Comenzaba a aburrime en casa, ahora tendré algo más con que estresarme —bromeó a la par que le daba un sorbo a la bebida que su madre preparó en la mañana.
—¿Armin estará allá?
—Supongo que sí —contestó el castaño encogiendose de hombros—. Todos conocemos lo puntual que es Armin—se burló un poco a la veze que comía el sándwich de hamburguesa con queso que tanto amaba.
—¿Y tú, Mikasa? ¿Estás emocionada? —preguntó dulcemente la mujer viendo a la azabache que estaba sentada al otro lado de la mesa.
—Bueno, me da igual—respondió mirando el jugo— Más me sorprende ver la emoción de Eren.
—¡Me inscribiré al taller de Karate! ¡Para luchar!
—¿Ah, sí? —sonrió ampliamente—. Eso suena bastante interesante, Eren.
—Yo también quiero inscribirme a Karate —soltó en un murmullo la joven de bufanda roja.
Eren puso los ojos en blanco, desde hace tiempo la azabache no lo dejaba "tranquilo", puesto que siempre ella iba detrás de él.
—¡Eso suena excelente! Así podrá practicar el uno con el otro.
—Sí... claro —contestó el castaño con algo de ironía.
El castaño se levantó de inmediato y agarro su maleta para correr hacia la puerta.
—Nos vemos en la tarde. Te quiero, mamá—dijo dulcemente para luego ver a la peli negra- ¿Nos vamos?
—Si—contestó yendo de inmediato tras él y saliendo de la casa.
—Oye, Mikasa... no es necesario que hagas lo que yo hago. No necesitas cuidarme todo el tiempo ¿Sabes?
—Pero si algo te pasa me sentiré culpable.
—Pero no será tu culpa.
—No me importa. De igual manera ire contigo, si vas a Algebra yo también ire, si vas a futbol ahí estaré...
—A veces puedes parecer una acosadora—mencionó mientras se le escapaba una sonrisa de lado.
—Sí, lo sé.
Su razón era el cómo la familia Jaeger la acogió con cariño y amor después de que, tras un trágico accidente en la carretera, perdiera a sus padres. Aquello fue un gran impacto en la vida de la ojigris, ocasionando que la dulce niña que había sido en un entonces se esfumara como el vapor.
—¡Armin! —Eren levantó la mano con una sonrisa amplia, sacudiéndola de un lado a otro llamando la atención del rubio, quien se encontraba acomodando sus cosas en la entrada de su nueva escuela.
Armin giró la cabeza hacia donde aquella voz había salido y regresó el saludo a ambos.
—Eh, chicos —sonrió—. Estaba esperándolos, no quería entrar sin ustedes y perderme entre el mar de gente que seguro hay ahí dentro.
—Si entrabas sin nosotros seguramente te golpearía al encontrarte —soltaron una risa y fueron hacia la gran entrada con una silenciosa chica siguiéndoles el paso.
