❀『O6;』❀

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—¿Quieres salir a comer después de clases?

—No.

—¿Quieres ir al cine?

—No.

—¿Quieres ir a escuchar Skillet?

—No.

—... ¿Siquiera quieres hacer algo?

—No.

En los labios de la castaña rojiza se formó un puchero, ¿y por qué? bueno, la tarde estaba libre y no tenía nada que hacer, quería que su compañero, Levi, saliera con ella siquiera a dar una vuelta, pero al parecer el pelinegro no le apetecía salir a caminar a la tienda.

—¿Por qué no quieres, Levi? Tenemos la tarde libre, no hay proyectos pendientes, ¿qué haces para desperdiciar una tarde hermosa?

—Estoy cansado.

—¿Cansado de qué?

—De vivir.

La chica viró los ojos ¿Acaso él no podía ser más positivo? ¿O siquiera esforzarse?

—¿Quieres que te haga un pastel?

— ...

Petra sonrió de lado, si algo sabía muy bien es que Levi no se resistía a su comida.

—¿Vamos a mi casa?

El azabache se levantó de inmediato y fue tras la chica.

Lo admitía, ella cocinaba realmente bien. Ladeó la cabeza y bajó la mirada a la cintura de la chica que se movía de un lado a otro.

—¿Por qué haces eso?

—¿Hacer qué? —preguntó la chica.

—Eso... tu cintura, se mueve así —imitó el acto contoneándose de un lado a otro sin dejar su expresión seria. Un acto que hizo reir mucho a Petra.

Levi era tan especial para ella y más que nada amaba su forma de ser, era único en su clase.

—Todas las mujeres lo hacen al caminar.

—¿En serio? Nunca lo había notado.

—Es que no te centras en alguien más que no seas tú.

—Eso explica muchas cosas —afirmó caminando al lado de la chica de su misma altura.

Estuvieron algún tiempo yendo a pie hasta la casa de la chica. Ésta abrió la puerta e inmediatamente se dirigió a la cocina.

—Puedes estar en el comedor o en la sala. Aunque no debo darte instrucciones, haces lo que quieres.

Eso hizo que el chico de rasgos asiáticos soltara una seca y corta risa, se acercó hasta donde se formaba un círculo con los sillones de la sala y estuvo entretenido viendo con determinación la casa de su amiga.

Si algo apreciaba de Petra era la manera en que veía lo bueno a las cosas, un gran ejemplo era él mismo. ¿Cómo alguien tan dulce como Petra le gustaba pasar tiempo con un amargado como él?

—Pastel y té negro, si no me equivoco —la sombría mirada del mayor cayó en la dulce mirada de la menor y afirmó lo dicho con un asentimiento de cabeza.

Pasaron varios minutos y la chica salió con una rebanada de pastel de café junto a una taza de té negro.

—Pastel de café, es amargo como tú.

Levi enarcó una ceja mirándola socarrón y agarró el pastel para darle un bocado.

Delicioso, como siempre.

—Gracias, me gusta como cocinas, Petra.

—Lo sé... —la chica suspiró—. Siempre lo dices...

La chica mordió su labio. Tenía que decirle algo al pelinegro pero la vergüenza la invadía.

—Oye, Levi... —la chica entrelazó sus propias manos—. ¿Sabes que se acerca el baile de bienvenida?

—Sí, nadie deja de hablar de eso. Ya es frustrante.

La chica infló las mejillas, pero no le importó. Necesitaba preguntárselo, sabía que él nunca lo haría.

—Me preguntaba si tú...

—La verdad es que a mí...

—¿Querías ir conmigo?

—No me importan esas cosas de incompeten... —el azabache abrió mucho los ojos al darse cuenta de lo que la chica había preguntado.

— ... Ya veo.

Había metido la pata. Claro, ¿cómo se le pasó por la cabeza que el chico aceptaría por ella? Estaba deseando demasiado. Pudo sentir una fea presión en el pecho, ¿eso será vergüenza?

—Petra...

—Olvida lo que dije, por favor... —susurró mientras arrugaba con sus puños su falda color azul—. No mencioné nada.

Un silencio incómodo reino entre ambos, y el sonido del tenedor chocado contra el plato de porcelana no ayudaba en nada.

—Perdona.

—No te disculpes.

Otro silencio.

Joder, ¿por qué era tan difícil? Habían estado juntos desde hace algo de tiempo y sólo quería salir a tener esa noche con su amigo. O bueno, si es que podía llamarlo amigo después de ocasionarle varios sentimientos a la muchacha.

Sentía sus ojos humedos, no quería llorar en frente de él, le daría mucha verguenza y no quería que él le tenga pena.

—Por favor, no llores...

—¡No estoy llorando! —exclamó agachando la mirada.

El azabache pasó un dedo por la mejilla de la chica y le mostró aquella gota de agua salada.

—Me acabas de mentir en mi cara.

—Ya, déjame en paz...

Al ver el plato vacío, la chica lo tomó entre manos y lo llevó hacia la cocina.

Levi suspiró pesadamente y pasó sus manos por su rostro. Se levantó de inmediato del sillón y fue hasta donde la chica, quien lavaba el plato con el ceño fruncido y los ojos llorosos.

—Escucha, Petra, yo no soy como los otros chicos. A mí no me gusta relacionarme con la gente.

—Entiendo eso, Levi, pero... —suspiró y dejó el plato para encarar al chico de faceta seria—. Sólo una vez... ¿no podías hacer eso por mí?

¡Claro que lo haría! Si tan solo pudiese decirlo a la castaña. Dejó que su silencio respondiera por él, aunque quizás ella lo tomara a mal.

—Veo que... de verdad sólo piensas en ti —relamió sus labios rosados y volvió a darle la espalda.

—Sabes que te llevaría si...

—Si te importara, pero no. Ya. No hay problema, buscaré a alguien que quiera salir conmigo.

¿Acaso eso había sido un reemplazo?

¿Acaso eso había sido un reemplazo?

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