Capítulo 18:

10.9K 764 172
                                    

  

¡Buenas noches! Como habrán podido notar, estoy actualizando cada dos semanas. Esto es porque tengo solo otro capítulo (sin contar este) editado. No tuve tiempo para seguir, lamentablemente la facu me quita muchísimo tiempo y, por si fuera poco, me bloqueé.
No quiero qpresurar las cosas, así que ¡mil perdones! pero voy a subir lo que me queda y a tormarme un tiempito para seguir avanzando antes de volver a actualizar. No sé cuánto me tome, ¡espero que poco!
Ojalá les esté gustando la historia, mil perdones por este inconveniente <3.

Ahora sí, los dejo con el capítulo.

...

Las palabras de Jorah hacen eco dentro de mí, repercuten a lo largo de todo mi cuerpo. Creo que van a matarme. Lo ha dicho así sin más, como si ya lo diera por hecho. Como si el Consejo Westhe fuera capaz de hacerle algo así, de arrebatarle todos sus derechos y acabar con su vida.

―¿Por qué lo dices?

―Porque oí a los guardias hablando acerca de una ejecución. ¿Y a quién te crees que van a matar?

Ese par de ojos verdes que se caracterizó por representar calma desde el instante en que se posaron sobre los míos, ahora tiene una tormenta en su interior. Casi puedo ver los rayos y los truenos allí, las nubes arremolinándose hasta formar un huracán. Un huracán lleno de verdades en las que ya no quiero ni pensar.

―Los ángeles no mataríamos a alguien solo porque sí.

―Eso es lo que te han hecho creer durante años, pero... ¿De verdad te piensas que todo es pureza dentro suyo? ―Sus palabras están cargadas de desprecio, puedo percibirlo bien―. Si así fuera, no me habrían torturado. Viven una mentira, Jennifer. Creen que son puros y nobles y... No vale ni la pena que siga intentando explicarte.

Me cruzo de brazos. No vale la pena que siga intentando explicarme, pero tampoco tiene sentido que yo siga luchando por convencerme a mí misma de que somos esos seres puros y honestos que siglos atrás habitaron la Tierra.

Hemos cambiado. El exilio, el repudio y todo lo que nos condenó al olvido nos cambió por completo. He visto con mis propios ojos la maldad, lo que son ―somos― capaces de hacer para obtener un poco de información; he sentido la codicia y la competitividad en los entrenamientos, en las miradas de mis compañeros intentando destacar entre el montón.

―Voy a sacarte de aquí ―le digo al mismo tiempo que me pongo de pie.

Jorah me imita, sus ojos más abiertos que antes. Yo sacudo la mugre de mi ropa nueva antes de regresarle la mirada.

―Eso es imposible, Jen. No te pongas en riesgo por algo como yo.

La manera en la que se refiere a sí mismo me golpea de lleno. Algo.

―No eres una cosa, Jorah. Eres una persona, ¿sí?

―A esta altura de mi vida, ya no lo sé.

Sonrío con pena. Hay momentos en los que yo tampoco sé que soy, en los que no comprendo qué estoy haciendo con mi vida. Se lo dije una vez a Loán; le dije que no me sentía bien conmigo misma, que no estaba segura de ser un ángel del todo, y él me respondió que dejara de divagar. Pero ahora que lo veo a Jorah tan expuesto frente a mí, sé que no soy la única que siente que no encaja.

―Yo... No sé qué hiciste antes de conocerme, y decidí no juzgarte por eso, porque desde que nos encontramos... mi vida, que estaba bastante destruida, mejoró ―le hago saber―. Te portaste tan bien conmigo que lo mínimo que puedo hacer es devolverte el favor. Y si la vida nos separa después, bueno, por lo menos tendré la conciencia limpia.

Lágrimas de ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora