Uno

50.4K 1.7K 270
                                    

Es el día después de Año Nuevo y estoy en un bar. No parece la forma adecuada de empezar un año nuevo, especialmente ya que salí ayer y es lunes. Pero dado que son las vacaciones de invierno y no tengo nada mejor que hacer durante las siguientes dos semanas, me doy un pase. Eso y el hecho que cada vez que regreso a casa, no logro quedarme en casa.

Casa.

Qué palabra tan interesante. Su significado cambió para mí en la preparatoria, y ahora que estoy en mi tercer año de la universidad, ha perdido su significado totalmente. Ya no sé dónde es casa. Supongo que por ahora es un algún lugar entre aquí en Vermont y mi dormitorio en Nueva York. A pesar de lo poco atractivo que es mi dormitorio, no veo la hora de regresar.

"¡Claudia! ¡Otra ronda!"

Mi amiga Karen está animada, tratando de llamar mi atención del partido de hockey que estoy mirando en la televisión. Ella es la única razón que estoy aquí. No he sido la mejor en mantenerme en contacto con mis amigos de la preparatoria a través de los años, pero afortunadamente ella es mi conexión a tener algo de una vida social en este pueblo.

Cuando volteo encuentro otro shot de tequila servido enfrente de mí. Todavía se siente raro poder tomar legalmente en un bar. Cumplí los veintiuno oficialmente hace dos meses, pero aun así me siento fuera de lugar y que no debería estar aquí. Tomo el shot junto con Karen y el resto de nuestro grupo, seguido por un mordisco de limón y sorbo de cerveza para difundir el sabor. Vuelvo a mirar el partido de hockey. Los Rangers están en medio de un power play. Parece que van a anotar un gol en cualquier segundo.

"Claudia, ¿me estás escuchando?"

"¿Cómo?"

"Lucas Elwood acaba de entrar con los gemelos Allen. ¿Lo puedes creer?"

De inmediato, mi espalda se entiesa.

¿Lucas? No hay manera que esté aquí.

Echo una ojeada sobre mi hombro porque no lo puedo creer. En efecto, lo veo parado del otro lado del bar.

Maldición, trae puesta una gorra de béisbol también. ¿Por qué siempre tiene que verse tan bien en ellas?

Antes que pueda parar de mirarlo embobada, me mira directamente y ... ¿me acaba de guiñar el ojo?

Mis mejillas se calientan, y rápidamente, volteo la cabeza.

Para, Claudia. Ya no tienes catorce años.

Tomo un sorbo de mi cerveza para calmarme. Karen me mira boquiabierta. "¿Lucas te acaba de—"

"No. Me debe haber confundido con otra persona."

"¿En serio, Claudia? ¿Eso es lo que piensas?"

Encojo los hombros. No hay otra manera de explicarlo. No lo he visto desde que nos graduamos de la preparatoria, y aun así, la última vez que hablamos fue en octavo grado. Mi mente se inunda con recuerdos de cuando era más joven y me avergüenzo sólo al pensarlo. No hay absolutamente ninguna razón para que me esté guiñando el ojo.

"Ya regreso," digo, dirigiéndome al baño.

Respiro profundo una vez adentro, tratando de ordenar mis pensamientos. Es tan absurdo que todavía me afecte de esta manera. De repente me transporto de regreso a mi casillero de la preparatoria donde nos evitábamos, aunque su casillero estaba justo al lado del mío. Traté de armar el valor para decirle algo, pero todo lo que recibí fue una puerta azotada en mi cara.

Maldito.

Un dolor agudo llena mi estómago y me sujeto del tocador. Debería irme. Irme antes que mis emociones se apoderen de mí. Le diré a Karen que estoy cansada y me iré. Es lo que debí haber hecho en el primer lugar.

Otra vez túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora