Treinta

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TIMOTHY

Han pasado tres días después de eso, y Damian parece casi vivir allí en su departamento. Están abrazados y besándose cómodamente en la alfombra de la sala cuando el teléfono de Tim comienza a zumbar. Se aparta de los labios de Damian –quien se mueve para ahora mimar su cuello, la acción amorosa hace que sonría con ternura– y lleva su mano al bolsillo.

— Espero que la pizza finalmente esté aquí. —Murmura contra su garganta.

—¿Hola? —Responde a la llamada y escucha el sonido de un motor en marcha y el aullante viento de diciembre — ¿Hooola?

—¿El señor Drake? ¿Dos pizzas grandes, una vegetariana y otra de champiñones? —Una voz masculina rasposa grita contra el fondo.

—Sí, ¿Ya estás aquí? —Apenas puede entender al repartidor. Se pone en pie, ignorando el gruñido contrariado de Damian.

— Esa es la cosa, amigo, ¡no puedo llegar a tu casa! ¡El camino está bloqueado y mi jodida motocicleta literalmente está desapareciendo bajo la nieve! —El repartidor grita tan fuerte que incluso el menor puede oírlo. Y levanta las cejas, medio divertido, medio irritado.

—Espera, ¿Qué? —Eso lo confunde.

— La pizza no puede ser entregada. Ni siquiera sé si vuelva con vida, de todos modos, ¡Disculpe las molestias! ¡Adiós!

Hace clic y la conexión se va.

—¿Qué carajos? —Se queda viendo su teléfono.

— Parece que no tendremos pizza esta noche, ¿eh? —Damian se pone de pie — Bueno, no se puede evitar. Parece que tenemos que hacer algo más para satisfacer nuestro apetito.

No puede creer lo que acaba de decir y se da cuenta de que el brazo del hombre está ya atrapándolo. Y el bastardo le sonríe juguetonamente... A la mierda, decide seguirle el juego.

— Y ¿qué quieres decir con eso? —Pregunta inocentemente.

La sonrisa del menor se vuelve provocativa y lo acerca más a su cuerpo.

— Bueno, podríamos, ya sabes... satisfacer nuestra hambre de una manera más oriental*. —Ni siquiera puede pretender ser estar serio, solo estalla en carcajadas porque, Dios suena tan maaaaaaal, querido señor... y Damian ya se está riendo a la par —Vamos, no es una mala idea.

(*Manera oriental: Se refiere al kamasutra, ya que proviene del oriente. supone la consecución de una meta satisfactoria y placentera en donde ambos amantes consiguen cerrar el círculo de placer y de amor en un único cuerpo. Creo que ya lo entendieron.)

— Sí, no, tu fraseología fue solo... simplemente no repitas esa oración nunca más. —Dice aun riendo —Es un mata pasiones, te lo juro.

—¿Te ha bajado el ánimo? —Le guiña, juntando completamente sus cuerpos, haciendo que ambas pelvis se encuentren.

Sonríe, arrastrando una mano por el torso del menor hacia el dobladillo de su camisa —No, realmente no. Pero di algo horriblemente como eso y podría necesitar algún tiempo para recuperarme.

— Hm, ¿qué tal si me haces callar? —No tiene que decírselo dos veces, ya lo está jalando del cuello para juntar sus bocas.

El beso comienza lento, con cuidado, y le gusta la forma en que Damian se toma su tiempo acariciando sus labios con los suyos, sí, se siente tan bien... La mano del menor sobre su espalda baja lo presiona aún más cerca y suspira, volviéndose más atrevido.

Comienza a sentirse mareado, simplemente mareado por ello. La habitación gira cuando la lengua de Damian se profundiza en su boca, y él intenta mantener el ritmo, pero el mestizo no lo deja; le roba el aliento y conquista su boca hasta hacerlo gemir.

Envuelve su brazo alrededor del cuello del menor, arrastrando su mano dentro de su suave melena, mientras que el otro sumerge su palma burlonamente bajo el dobladillo de su camisa, apenas acariciando ligeramente la piel expuesta y entonces escucha como Damian suspira con fuerza. Sonríe en el siguiente beso cuando siente como el de ojos jade desplaza su rodilla hacia adelante entre sus muslos y los separa fácilmente. Eliminando todo el espacio restante entre ellos.

Deja entonces que esa boca busque dejar besos y mordidas a lo largo de su cuello –aprovechando que en esa época puede usar suéteres de cuello largo– y se pierde en el mar de sensaciones, sin notar que Damian lo está haciendo retroceder. Solo lo nota cuando su trasero choca contra la mini estantería de libros, y a pesar del creciente deseo dentro de su cuerpo. Dice:

—Ni lo sueñes Wayne. —Usa sus manos para alejar la cabeza del menor y así puedan verse a los ojos.

Pero Damian no se ve afectado, luce divertido — ¿Por qué no? No sería la primera vez.

Eso es cierto; todavía puede recordar con detalle cómo fue cuando Damian lo había follado contra su estante la primera vez. Se había negado a hacerlo por mucho tiempo, pero el menor había insistido y, después de una tarde de alcohol en su viejo apartamento, Damian lo había azotado contra la estantería y lo había follado sin sentido, dejando en uno de sus libros, prominentes huellas... y letras de portadas que también acabaron marcándose en su piel pálida en un tono rojizo.

Y sí, está más que dispuesto a hacerlo de nuevo, tener su espalda presionada contra los lomos de esos fantásticos trabajos y hacer que Damian se empuje en su interior con todas sus fuerzas– pero no esta noche.

La rodilla de su novio se frota cuidadosamente contra su erección, que ya está medio dura, y Tim respira profundo, separando sus piernas un latido más tarde, para darle más espacio para crear esa deliciosa fricción —Vamos a la habitación. —Jala su cabello oscuro —Ahora.



Están en la cama, y no han dejado de besarse y arrancarse sus ropas hasta quedar completamente desnudos. Ha sido tanto, tanto tiempo, que su instinto animal no les permite pensar en otra cosa que no sea en el placer del otro.

Las grandes manos de Damian no dejan de adorar la piel desnuda, justo como la misma boca que se dedica a besar cada tramo, marcando, succionando y saboreando, degustándose con los sonidos que deja escapar el mayor que se encuentra bajo su cuerpo.

La preparación se hace con calma, con mucho amor y los azules con los verdes solo pueden expresar todo el cariño que sienten, al compartir un momento tan íntimo como ese. Solo cuando Tim se arquea sobre el colchón, le da a saber a su pareja que ha tocado su punto dulce en su interior y con ello, que siga y no pare nunca.

Y Damian lo hace. Lo toca, acariciando su entrepierna caliente y dura en su mano, mientras que la otra se encuentra golpeando constantemente el interior estrecho y húmedo gracias al lubricante que han usado para no tener problemas de daños — ¿Estás listo? —Susurra ronco el menor, besando plenamente el torso ahora rojizo de su amado, atrapando rápidamente entre sus dientes uno de los rosas pezones para jalarlo y probarlo.

—¡Dios!, Sí, sí, Dami... ¡Oh! Te necesito, por favor.


DAMIAN

—Eres hermoso. —Le dice una vez aparta sus manos de su cuerpo —Y te amo.

El rubor cubrió las mejillas rojizas del mayor, esta vez haciéndolo lucir casi como una cereza —Yo también te amo. —Susurró, y el corazón de Damian salta dentro de su pecho, demasiado feliz.

Tomo las piernas de su amado y las elevo con cuidado a sus hombros —Déjalas ahí. —Y con ello, volvió a besarlo, guiando su propia virilidad húmeda en pre semen a la entrada caliente del más bajo.



Sus cuerpos se funden, danzando en un movimiento pasional y frenético. Manos yendo a parar en todos lados posibles, jalando, arañando y clavándose en lo más profundo de sus pieles. Las embestidas son fuerte, duras y rápidas, lo que hace que las pieles resuenen entre las cuatro paredes que los acogen.

Y la forma tan sensual que claman el nombre del otro, diciéndose cuanto se aman, cuanto se necesitan.

Saben que ya nada puede separarlos.

Nunca más.

❝ Volveré por ti ⌜ ᴅᴄ - ᴅᴀᴍɪᴛɪᴍ ⌟Donde viven las historias. Descúbrelo ahora