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«En su rostro había una enorme sonrisa, del tamaño de su dolor.»

Despertó en un lugar diferente el cual nunca había visto, estaba en un lugar donde todo era blanco, su ropa, las sábanas, las paredes, todo. Imagino que por fin había cumplido su propósito,que fin estaba muerto. Hasta que vio un un aparato alrededor de su dedo índice en la mano derecha, del cual salia un cable, el cual estaba conectado a una máquina de frecuencia cardíaca.

Fue cuando se dió cuenta de que estaba en el hospital.

Frotó su cara tratando de aclarar todo lo que pasaba. Noto que alrededor de sus muñecas había vendas colocadas con delicadeza y cuidado. Tenía curiosidad de ver que era lo que esas vendas ocultaban, pero se resistió.

Recostó su cabeza en la almohada y miro fijamente el techo, el no sabía porque seguía vivo, pero por alguna razón desconocida el lo agradecía.

La puerta de la habitación se empezó a abrir, el ladeó un poco su cabeza para ver quién aparecería detrás de esa puerta.

Jamás imaginó que ella lo visitaría.

Sin decir ni una sola palabra se acercó a él y se sentó en la esquina de la cama, empezó a hablar sobre cómo debería valorar estar con vida y esas cosas.

Pero el estaba concentrado viendo otra cosa de ella que jamás le había puesto atención: sus pechos.