s e v e n

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«-Ojala te mueras- se dijo al verse al espejo.»

Cuando ella noto que el no le estaba prestando atención a sus palabras sino a otra cosa, lo miro de una forma desagradable, jamás creyó que aquel solitario y débil chico fuera un pervertido.

-¿¡Que miras idiota!?- le gritó tapándose los pechos.

-¿Realmente crees que todos te quieren por tu personalidad?- dijo por primera vez desde que despertó.

Ella lo miraba con enojo y confusión, prestando atención a lo que estaba diciendo, pues empezó a sentir curiosidad.

-Ellos té odian- hablo bajando la mirada -Pero... tienes un buen cuerpo, algo que todos los hombres desean de una mujer.

La rabia que ella trataba de contener se descontroló, le dió un golpe en la cara a él chico, el cual empezó a sangrar por su nariz.

En los ojos de ella había lágrimas, lágrimas incontrolables de enojo, rabia, confusión y muchas emocionas más.
Se sentía devastada por las palabras del chico por el cual tanto se preocupaba, sentía como todo su esfuerzo por mantenerlo vivo había sido tiempo perdido.

Lo había vuelto a odiar.

-¡Cállate! ¡Tú no sabes que es lo que ellos sienten por mi! ¡Tengo amigos! Algo que tu jamás tendrás- le decía con sus ojos hinchados por llorar.

El la volteo a ver, jamás la había visto así, pero no se sentía arrepentido de lo que había dicho.

-Hazme un favor y muérete de una vez.

Dijo antes de salir de la habitación.

El chico dió un profundo suspiro y volvió a mirar hacia el techo, tocó la sangre que salía de su nariz con sus dedos y la miró detenidamente.

-No sería tan mala idea- dijo en voz baja -Desaparecer de una buena vez.

-La gente es una mierda- dijo una vez más.

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