Capítulo 2

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  Al día siguiente Valentina fue directa a la librería de su tía. Pensaba que había dormido poco pero cuando se despertó era mediodía. Noel ya se había marchado al instituto y Madeleine le había pedido que le hiciera unos encargos, también hizo una lista de compra de cosas que les hacía falta y había salido disparada para coger el coche de su tía y alcanzar el pueblo.

Al llegar a la librería se sorprendió de lo que había cambiado la plaza en todos estos años. Estaba llena de restaurantes modernos con terrazas y sombrillas playeras. Estaba a punto de llegar el verano y se agradecía, pero lo que más le llamó la atención era la de nuevos establecimientos que tenía, hasta un supermercado grande y moderno, tirando por el suelo los antiguos supermercados de casa, que muchos tenían la persiana bajada con carteles de "se traslada" colgando.

Al menos la librería de Madeleine era la única que había en la plaza, porque contra una súper librería no se podía competir.

Valentina abrió la verja casi a marchas forzadas de lo oxidada que estaba, entró por el hueco que consiguió hacer y dio la luz. Estaba todo a oscuras, las cortinas estaban corridas impidiendo que entrara la luz del sol.

Nada más adaptarse a la luz observó la librería. Tal y como ella la recordaba, no había cambiado nada y a su mente vinieron imágenes de ella de pequeña haciendo los deberes, junto a Noel, en la mesa del fondo, o leyendo libros recién traídos, a escondidas, para que su tía no la viera. Había vivido muchos momentos en esa librería y todos muy buenos.

Dejó el bolso en el mostrador y una nube de polvo se dispersó por todo su alrededor. Valentina abrió tanto los ojos que casi se le salieron de sus cuencas.

Se colocó los cascos en la cabeza para escuchar música y comenzó a limpiarlo todo sin dejarse ningún rincón. Tenía pensado volver a abrir de nuevo la librería, era lo único que tenían para poder existir y era la ilusión de su tía, le había dedicado toda la vida para poder mantenerla, y a Valentina, le dolería mucho venderla.

Cinco horas después todo estaba brillante, solo faltaba volver a colocar los libros donde estaban, pero la paliza que se había dado le había abierto el estómago y ahora le crujía como una bestia hambrienta.

Salió de la librería para dirigirse a la cafetería nueva que había en la cera de frente, pero antes de poder abrir la puerta una sensación extraña le oprimió el pecho, no supo por qué pero de pronto, se sintió observada, se giró para comprobarlo pero una jovencita rubia con gafas se le puso delante tapándole toda la vista.

–Hola, ¿eres la sobrina de Madeleine? –preguntó con mucha curiosidad y una sonrisa amplia.

Valentina sorprendida miró de un lado a otro, pero finalmente preguntó:

–Sí. ¿Te conozco?

–No, pero tu tía me ha hablado mucho de ti. La verdad, siento como si te conociera de toda la vida, aunque no eres como te imaginaba, eres más guapa en persona.

–Gracias –contestó Valentina–. Eres muy amable –respondió con su sonrisa–, pero ¿quieres que te ayude en algo?

La muchacha agachó la cabeza por vergüenza y comenzó a jugar con los pies. A Valentina le hizo gracia su comportamiento, tendría su misma edad, pero era menuda, delgada y con gafas, aparentaba menos edad de la que tenía, su cabello rubio ceniza lo tenía recogido en una trenza deshecha y tenía unas pocas pecas en su nariz.

–Me llamo Rory –se presentó y alzó la mano, Valentina se la estrechó con educación.

–Valentina.

El Encuentro Del ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora