Orión llegó a casa al día siguiente, con un humor peor del que había salido antes. Había salido a cazar solo para poder descargar toda la furia que sostenía su cuerpo, y se dio cuenta de que no le había servido de mucho desahogarse con un par de demonios novatos e ineptos, su cuerpo continuaba lleno de adrenalina, y solo le faltó que Guideon lo llamara ante su presencia.
Llegó al salón y se encontró a su tío delante de uno de los enormes ventanales que ocupaban la mitad de la estancia, mirando hacia fuera, con una copa en la mano. La conversación iba a ser tensa, la postura recta y sumamente serena a simple vista, solo escondía a un Guideon que canalizaba un comportamiento que solo él y su familia conocía. Su tío se controlaba por no demostrar debilidad, con lo cual, ya se había enterado de todo lo sucedido.
–Querías verme. –Peguntó Orión plantado a los pies de la escalera, esperando como un permiso de su tío o un milagro para poder salir en estampida de allí y no tener que dar explicaciones de nada.
–Sí.
Hoy no era su día de suerte.
Guideon se giró y miró a su sobrino sin rasgo de emoción alguna en su rostro.
–No tardaré mucho.
Eso esperaba Orión. Bajó la doble altura y se sentó en uno de los sillones solitarios que gobernaban el salón en el centro. Guideon lo siguió y se situó justo delante de él. Se arregló la americana de su traje de diseño y balanceó la copa en sus manos.
–Voy a ir al grano, Orión.
–No esperaba más de tu parte, tío.
Los ojos de Guideon se alzaron y lo miraron directamente a los ojos. La voz de Orión no había salido ni en forma de burla, ni se trataba de una falta de respeto, simplemente agradecía el terminar con esto cuanto antes.
–No quiero que te acerques a Valentina.
Soltó con gran claridad y observó los rasgos de su sobrino, ningún cambio obvio, tan solo un parpadeo, pero ninguna reflexión de que ese comentario le hubiera sentado mal, o que no lo toleraba. Pero Orión, era bueno montando mascaras inteligibles cuando se trataba de algo importante. Su tío sabía seguro que si ese hombre era alguna vez torturado, antes reiría que mostrar algún rasgo de dolor en unas facciones que a veces daba miedo de ver.
Orión, de todos ellos, era el más animal, y no solo por el descontrol de su demonio cuando se transformaba, sino por la enfermedad en la sangre que lo torturaba desde que nació y que solo la piedra que colgaba de su cuello, no es que lo frenara, pero al menos lo avisaba de cuando se iba a producir ese desquicio al cambiar esta de color y así, de ese modo, Orión podía manejarlo antes de que el ataque viniese sin más.
Al ser hijo de Mirceas Hamlet, la oveja negra de la familia y el más sádico de todos los demonios, estaba a la orden del día, que todo lo que había sido su padre, sus hijos lo heredaran en la sangre.
Denon, el segundo de la manada de Mirceas, era un hombre que reía y disfrutaba con alegría de la vida misma, pero al igual que Orión, este tenía una vena que cuando se hinchaba le cegaba la vista y arrollaba a aquel se le colocara delante. Y Ramses, el último de su linaje, predecía el futuro, pero nada de imágenes buenas, o el número de la lotería, sus predicciones siempre eran sangrientas y llenas de muerte y dolor, por suerte ese don les había venido bien en momentos cumbres.
Aunque si lo miraba bien, cada don o desgracia de cada hermano... Siempre eran bienvenidos en la lucha.
–¿Eso es todo? –Preguntó Orión mientras flexionaba los brazos y trataba de levantarse.
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El Encuentro Del Ángel
ParanormalValentina es una chica normal que con el corazón roto regresa a su pueblo natal con su hermano Noel, y su tío Xarls-Gybons. Ella es una chica sencilla que pasa desapercibida hasta que se cruza en su camino la familia Hamlet. Los Hamlet son una f...