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Me dirigí a la cocina con paso lento, me levanté más temprano de lo normal y mi madre obviamente no estaba levantada, así que debía hacerme el desayuno. Faltaban una hora para entrar y ya no tenía más que hacer, ya había desayunado, ya había preparado la mochila, los deberes los había hecho el día anterior, y no me faltaba nada, y aún así, tenía muchísimo tiempo de sobra.

Pensé en salir a la ciudad a caminar un rato, pero me conozco, y sé que llegaría tarde a la escuela aún que haya salido cinco horas antes. Solo me quedé esperando en casa. Aproveché de que todavía era el único levantado y fui a tomarme un baño. Literalmente quede como pasa de uva, habré estado media hora en la tina sin moverme, mirando un punto fijo y sin pensar en nada. Salí del baño y fuí a cambiarme rápidamente, me acosté en la cama y comenzé a trabajar nuevamente en la pieza musical.

Me faltaba mucho, creo que no llegaba ni a la mitad de lo que quería hacer, me tomaría bastante tiempo terminarla, y más, si quería agregarle alguna letra. Tomé mis cosas y me dirigí a paso lento a la escuela, faltaban unos veinte minutos para que el timbre de primera hora sonara y yo solamente tengo cinco o siete minutos de ida.

Llegué y ya había varias personas en la puerta, algunos entraban y salían, otros solo estaban sentados esparcidos por todo el patio de la escuela. Y ella también estaba. Sentada en la escalera, escuchando música y dibujando o escribiendo, tranquila.

Planeaba ir a la biblioteca, el olor a café me encanta, y ese lugar, tiene todo lo que necesito para relajarme. Pero, la biblioteca no abría hasta dentro de una hora y media. Solo me senté en un árbol a escuchar música.

(...)

— Bien, como proyecto, deberán hacer un poema ¿Ok? Lo quiero para dentro de tres semanas, buen día. — mierda.

Ahora debía pensar en un estúpido poema, suficiente lío ya tenía en mi cabeza con el tema de la canción. La profesora quería que hagamos grupos de a dos, pero luego se arrepintió, gracias de todo corazón.

Todos empezaron a hablar bastante fuerte, esperando a que la siguiente clase empezará.

— ¿Se te da bien la poesía? — era ella.

— ¿Qué? — me saqué un audífono e hice como si no la escuché.

— ¿Sabes hacer poemas?

— No te haré un poema.

— No te pregunté si me hacías uno, lo que te pregunté fué si sabías hacer uno. — apoyó su mentón en sus delegados brazos.

— No soy poeta, pero creo poder hacer uno. — miré hacia la ventana.

— ¡Ayúdame a hacer el mío!

— Te dije que no. — volví a mirarla con odio.

— ¡Pero te estoy pidiendo ayuda! ¡No que lo hagas por mí! — hizo un gesto de cachorro mojado.

No me convencería fácilmente, ¿Que tendría a cambio de haberla ayudado?
Demasiada confianza tiene con alguien que apenas compartió dos oraciones completas.

— Dije no. — volví a poner mi audífono en su lugar.

Ella solo mostró su dedo corazón y luego rió, para después volver con sus amigas a su banco.



𝚊𝚍𝚘𝚕𝚎𝚜𝚌𝚎𝚗𝚌𝚒𝚊 ᝢ 𝚝𝚑𝚘𝚖𝚊𝚜 𝚛𝚒𝚍𝚐𝚎𝚠𝚎𝚕𝚕Where stories live. Discover now