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Tomé las hojas con brusquedad y la dejé a Hope ahí, volvería con ella más tarde. Me dirigí a la cafetería, sabía que ella estaría ahí, ya que, luego tendría clases de no sé que y debía quedarse aquí. Llegué a su mesa y dejé las hojas frente a ella con brusquedad, estanfl a espaldas mío giró asustada pero su cara cambio repentinamente cuando me vió.

— Hey Tommie, ¿Cómo estás? — sonrió coqueta.

— ¿Podrías por un demonio dejar de llamarme así?

Ella me miró de manera confusa y luego miró las hojas que dejé frente a ella, sonrió hipocritamente y amagó para agarrarlas, pero yo las tomé antes.

— ¿Qué es esto? — miré las hojas.

— Son trabajos compensatorios míos, ¿Podrías darmelos? — extendió su mano.

—¿Y por qué mierda los estaba haciendo Hope si son tuyos? — empecé a arrugarlos de a poco. Ella se tensó.

— Le pedí que me hiciera los trabajos que debo, si quería seguir hablando contigo, la tengo en la palma de mi mano. — sonrió victoriosa.

— ¿Ah, si? — ella asintió.

— ¿Podrías darmelos? Debo entregarlos. — los miré con asco.

Estaba mal, todo lo que ella le estaba haciendo a Hope, estaba mal.

— ¿Sabes? Si quieres aprobar, hazlo por tu cuenta. — rasgue de a poco sus hojas, sin quitarle la mirada de encima.

— Piensa bien lo que haces Tommie...

— ¡Cállate! ¡La próxima que me digas así, haré que te comas todos tus putos trabajos! — rompí en Miles de pedazos aquellos putos trabajos. Vuelve a acercarte a Hope, y juro que seré yo quién te tenga en la palma de mi mano.

No dijo nada, solamente observaba como seguía rompiendo aquellas hojas con tanto enojo, me acerqué con aquel papel hecho añicos y los dejé en su mano que aún seguía extendida, su mirada era de horror. Ahora debía hacer todo de nuevo. Podía escuchar las risas y murmullos de la gente, y también oía a Stacy a gritos ahogados que dejen de burlarse. Hope, ya no estaría con esa escoria, ya no.


Llegué a la biblioteca y Hope ya estaba nuevamente despierta, buscaba debajo de las mesas y sillas, entre los cuadernos, buscaba algo desesperadamente, supuse que eran los trabajos de Stacy.

Me acerqué a ella, debajo de la mesa, se topó con mis pies y rápidamente se levantó, chocando su cabeza con la mesa.

— ¿Estás bien? — reí por lo sucedido.

— ¡Los trabajos! ¡No los encuentro! Ayúdame por favor Tom. — se volvió a agachar.

— ¿Estas segura de que esos trabajos eran tuyos? — no se oyó nada, seguía quieta bajo la mesa.

Empezó a levantarse despacio, quedando frente a mi con la cabeza mirando al suelo, luego de unos minutos, negó con la cabeza.

— ¿Y por qué los hacías si no te pertenecían?

— Es algo... Que no puedo explicar. — jugó con sus manos nerviosa.

Quería abrazarla, pero solo la tomé de los hombros y la miré fijamente.

— Tu ya no harás más trabajos de Stacy, puedes estar segura. — le sonreí. Prométeme que descansaras bien, que no me mentiras y que te negaras a hacerle los trabajos al resto. — ella me miró apenada.

— Perdón. — me dedicó una sonrisa triste.

𝚊𝚍𝚘𝚕𝚎𝚜𝚌𝚎𝚗𝚌𝚒𝚊 ᝢ 𝚝𝚑𝚘𝚖𝚊𝚜 𝚛𝚒𝚍𝚐𝚎𝚠𝚎𝚕𝚕Where stories live. Discover now