Capítulo 32

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El año nuevo fue tranquilo en casa, y por primera vez estuvimos con mamá y mis hermanos divirtiéndonos mucho... ¿La razón? Mi padre no estaba; era la primera vez que ocurría algo así; supuestamente tuvo que ir al trabajo por una emergencia ese día... Se fue bastante temprano por la tarde y un par de horas después llamó para avisar que no regresaría esa noche.

Se me ocurre que papá nunca fue a ningún trabajo ese día, probablemente fue donde la otra mujer; pero como sea, fue bueno; la pasamos mucho mejor y más relajados sin él.

Estuvimos viendo los fuegos artificiales en la calle, y los niños correteaban contentos, la pequeña Julieta ya estaba dormida y mi mamá estaba sonriente como nunca.

Cuando supe que papá no pasaría con nosotros le pedí a mamá que me dejara invitar a Sally a casa, pero no me dejó. Aún así, después de los fuegos artificiales de medianoche, me dio permiso para ir a darle el saludo de año nuevo a mi tía Dina y me dijo que podía volver en la madrugada.

Saludé a mi tía, que no andaba muy bien de salud esa vez, y de la casa de ella llamé a Sally, pero no estaba en su casa. La llamé luego al celular, pero no contestaba, finalmente mi tía llamó al celular de la tía Margarita y ahí recién pude contactarme con ella; estaban en una fiesta junto a algunas amistades.

Sally me dijo que si podía fuera donde estaban ellas, para vernos un rato y darnos el abrazo de año nuevo. No lo pensé dos veces y despidiéndome de mi tía, me fui hasta la dirección que me diera, que quedaba cerca del centro.

Las calles iluminadas por las luces de colores y las casas adornadas siempre se ven hermosas en esa época, la música salía de diferentes lugares y escuchaba las voces de la gente celebrando, a medida que avanzaba por las calles. Algunas personas algo ebrias me saludaron dándome el abrazo de año nuevo, sólo porque sí, sin que yo las conociera, y habían calles que habían cerrado y toda la cuadra estaba bailando afuera, mientras las cumbias sonaban en los enormes parlantes.

Fue muy divertido observar todo eso.

Para cuando llegué al lugar, por afuera se veía una casa muy grande, con antejardín y llena de luces, y renos y otros adornos más, había gente en la puerta y varios más se divisaban adentro.

Sentí un poco de vergüenza de acercarme a preguntar por Sally, pero ella apareció de pronto en la puerta, me hizo una seña y se acercó a abrazarme.

—¡Feliz año nuevo! —me dijo dándome un abrazo apretado y afectuoso, mientras me besaba la mejilla y me hacía cosquillas en la oreja con su cabello.

—¡Hola! ¡Feliz año nuevo! —le respondí devolviendo su abrazo.

Me besó y tomando mi mano me llevó adentro.

Allí había bastante gente, cuál de todos más arreglado, lo que hizo sentirme un poco incómodo, pues parecía que todos eran de buena situación económica, porque lucían sus joyas y sus ropas eran elegantes y de marca, hasta la de los niños.

Sally también estaba muy hermosa, con un vestido turquesa, bastante corto y con un vaporoso tul en la parte de abajo, y un escote que nunca había visto en ella; la verdad es que creo que por eso no me di cuenta que estaba en la puerta esperándome; se veía muy diferente a como siempre solía verla.

Entre más me puse a mirarla más me daban ganas de muchas cosas, pero ella no se daba cuenta de eso, creo, pues me conversaba como si nada, me hablaba de las amistades de su mamá que estaban allí, me pasó luego una bebida super fría, y de ahí me guió hasta el patio donde estaban algunos bailando y otros comiendo sentados en unas mesas que allí había. Estaba todo decorado muy, muy lindo y lleno de luces, y la mayoría era gente adulta, porque ya los jovenes se habían ido a las discotecas, y algunos niños se habían dormido y estaban acostados en el piso de arriba, según dijo Sally.

La tía Margarita estaba bailando con un hombre medio gordito. Al vernos le hizo una seña a Sally y cuando terminó la canción se acercó a nosotros y me saludó cariñosamente con el abrazo y el "feliz año nuevo" que siempre se acostumbra en esa fecha.

Nos sentamos alrededor de una mesita de esas desarmables, y alguien me sirvió un plato lleno de carne asada a trozos; era el hombre que había estado bailando con la tía.

—¡Hay que acabar con todo! —dijo mordisqueando un trozo de un plato que él tenía en la mano— ¡este asado está muy bueno; tienes que probarlo; nadie puede venir aquí e irse sin comer! —agregó sonriente y tal vez algo achispado por el licor que vi que circulaba abundantemente entre la gente.

La tía Margarita río y Sally me metió un pedazo de carne en la boca con su mano.

—Come o ofenderás al tío Benjamín... —comentó ella con una graciosa mirada.

Estuvimos allí como hasta las cuatro de la madrugada; comimos, bailamos, conversamos, cantamos karaoke; la pasé muy, muy bien, porque aunque se veían "estirados" —es decir gente con plata—, en realidad eran bastante normales.

De ahí nos fuimos con Sally a su casa y la tía Margarita se quedó en la fiesta, nos encargó que tuvieramos cuidado en la calle y nos fuimos caminando hasta la casa de ella.

La casa estaba silenciosa y oscura por dentro, aunque estaban encendidas las decoraciones que daban a la calle.

No prendimos las luces. Sally me guió de la mano hasta su cuarto y allí recién prendió la luz, se sacó los lindos zapatos brillosos de taco y los dejó tirados en un rincón y se sentó en la cama a sobarse los pies. Yo me senté a su lado y me nació masajearle los pies con cariño.

Ella me sonreía, mientras comentaba lo incómodo que eran algunos calzados de mujer. Un rato después se levantó de la cama esta vez para sacarse el vestido. Me pidió que la ayudara con el cierre y yo me puse nervioso, no sé porque, y las manos empezaron a sudarme.

Se desvistió delante de mí, cosa que nunca antes había hecho; fue la primera vez que la vi en ropa interior; quedé embobado viéndola, pero duró sólo un segundo, pues de inmediato se puso la pijama, mientras se reía de mi cara.

Esa madrugada, en la soledad de la casa de Sally, nos besamos mucho, nos abrazamos y también nos tocamos por todas partes... nos exploramos el uno al otro; creo que ambos sentíamos un poco de vergüenza y cierta timidez de ello, porque nuestras manos eran torpes y nerviosas, pero al mismo tiempo estaban deseosas de sentir el calor de nuestros cuerpos.

Acostados uno al lado del otro, cara a cara, en la cama de ella, hablando, riendo, acariciándonos, de a poco todo se hizo más sugestivo, fue como si perdieramos la consciencia de nuestros actos y el pudor o la vergüenza, hasta terminar refregándonos uno en el otro, aunque sin desvertirnos... ninguno se atrevía a ir más allá de eso, pero fue la primera vez que me excité tanto, que era como si fuera a explotar por dentro; fue la primera vez que nos rozamos y que me mojé. Luego de eso me quedé dormido tan profundo, al lado de ella, sintiendo su olor, su respiración; me sentía en el cielo.

Cuando desperté ya era de mañana, el sol entraba por la ventana y me molestaba en la cara. Sally seguía durmiendo muy cerca de mí. Me paré a prisa pensando en qué hora sería; tenía que volver a casa.

Era más de mediodía cuando me fui de donde Sally, tuve que despertarla para decirle que tenía que irme. Aún somnolienta me acompañó hasta la puerta, después de haber pasado al baño a lavarme y acomodarme la ropa que estaba arrugada por dormir con ella puesta.

Me fui rápido a casa, pero me sentía muy contento; estaba más enamorado de ella que nunca.

AdolecerWhere stories live. Discover now