PROLOGO

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PROLOGO


- ¡Ven aquí, enana! – Grité mientras corría tras Sharol - ¡Te atraparé!

- Alcánzame si puedes, looser – Dijo en respuesta Sharol mientras hacía una L con su pequeña mano sobre su frente, todo en ella era pequeño, de ahí el apodo "enana". Observo a Sharol correr aún más rápido, ¿cómo unas piernas tan pequeñas pueden hacer eso? No lo sé, pero lo hacen muy bien para su edad y su estatura.

Yo le llevaba solo un año, por lo que yo tenía diez años, ella nueve años. ¿Su estatura? Decir que un metro sería demasiado. Más no estaba seguro de eso, es decir, diez años no es la edad para saber medidas a la perfección, no me juzguen. Pero de algo estaba muy seguro, y es que, o ella era muy enana, o yo era muy alto.

-¡Sharol!- Grité apurando mis piernas –Eres una...- me quedé callado, no sabía cómo completar aquella frase – Rubia estúpida – dije en voz baja.

-¡¿Cómo me has llamado?! – Sharol se paró al instante en que me dije las palabras anteriores.

Vacilé un momento para luego salir corriendo. Ahora era ella quién me perseguía a mí. Soy hombre muerto.

Bueno, niño muerto para ser más claros.

-¡Niños! ¡A comer! – Gritó la madre de Sharol desde la ventana de la cocina. Sin duda alguna este era el ejemplo de mi día perfecto, amaba venir a jugar con Sharol ya que ella, no era como las otras niñas. A ella le gustaba jugar en el patio, correr y andar en patineta, mientras las otras niñas solo hablaban de maquillaje y jugaban Barbie. Iuts. Además de eso, la madre de Sharol cocinaba muy bien, y me trataba a mí como si fuera su hijo, siempre me recibía de buena manera y nunca me dejaba irme a casa con hambre, era como una especie de abuela para mí.

Me senté en la pequeña mesa justo al frente de Sharol, aún tenía miedo de lo que podría hacerme por haberla llamado rubia estúpida, si algo le molestaba a Sharol, era que la llamasen así. Pero no la culpo, todos tenemos un apodo secreto el cual odiamos con toda nuestra alma.

-¡Aush!- Maúllo agarrando mi pierna repentinamente mientras Sharol sonreía victoriosa. Sabía que debía tener cuidado.

-Ya estás perdonado- dijo mientras reía. Sus grandes ojos azules se cristalizaban por causa de la risa, algo común entre nosotros, llorar de la risa.

La madre de Sharol nos colocó un plato con hamburguesas en el centro de la mesa y un vaso de batido de fresa para cada uno, siempre me hacía batido de fresa cuando venía, sabía que lo amaba. Tanto como a las fresas.

Empezamos a devorar nuestra comida como animales hambrientos, con grandes mordidas y largos sorbos del batido. En poco tiempo, ya habíamos terminado de comer. La madre de mi amiga retiró los platos y nos pidió que fuéramos a ver tv, así que eso hicimos.

Colocamos Bob Esponja por conveniencia propia, si debíamos elegir una caricatura que representara nuestra amistad, sin duda alguna elegiríamos esta. Nuestra amistad era como la de Bob y Patricio, siempre persiguiendo medusas, siempre el uno para el otro.

-Jake- Escucho a Sharol llamarme en un susurro.

-¿Dime?- Pregunto curioso volteando hacia ella.

-¿Me quieres?- Pregunta riendo.

-¿Por qué me haces esto?- Pregunto sonrojándome. Siempre me hacía la misma pregunta, y siempre me sonrojaba por lo mismo, ella amaba torturarme de esta manera. –Sí, te quiero-

-Es la primera vez que me lo dices Jake – Responde con una expresión sorprendida única que solo ella posee. Ahora es ella quien se sonroja.

-Jaque mate- Digo triunfante.

Nos quedamos en silencio viendo la tv por un rato más, hasta que llegó la hora de irme a casa. Y como siempre, las despedidas son las más difíciles. Siempre con el mismo abrazo, con una última mirada atrás al cruzar el jardín delantero de la casa de Sharol justo al colocar mi patineta en el suelo, no vivía muy lejos por lo que me iba patinando siempre. Pero esta vez fue diferente.

-¡Jake!- Me llamó Sharol cuando empecé a patinar. Por lo que me detuve al instante para voltearme y verla caminar hacia a mí. -¿Amigos por siempre? – Preguntó sonriendo, pero se le notaba que estaba nerviosa. Sonrío, un poco nervioso también.

-Amigos por siempre, enana.- Respondo dándole un abrazo, de esos que les apodan "abrazo de oso". Nos separamos con una sonrisa, ella vuelve a su casa, y yo a mi patineta. Es ahí cuando salgo rumbo a casa. Patinando a la misma velocidad que siempre, pero esta vez, con una sonrisa en mi rostro.

Al legar a casa, tomo un gran respiro antes de entrar. El hogar es el lugar donde debería reinar la paz y el amor, el lugar donde deberías sentirte cómodo y conforme con lo que tienes, pero en este caso, era todo lo contrario. Con la llegada de mi padrastro todo había cambiado. Solía ser hijo único, mi padre había fallecido hace ya cinco años, pero ahora, mi madre esperaba un hijo de aquel hombre, al cual debía respetar obligatoriamente, sin importar que el a mí no me respetaba. No debes respetar a un adulto que no te respeta, espero mi madre algún día sepa comprenderme.

Abro la puerta cuidadosamente, para cuando entro, noto que no está Dave, mi padrastro en casa, solo está mamá. Gracias a dios. La saludo con un abrazo y subo a mi habitación a tomar una ducha, corría con la suerte de tener ducha en mi habitación. Luego de esto me preparo para dormir, sin dejar de pensar en ningún momento en Sharol y en su pregunta.

Amigos por siempre.

Así suene raro para mi edad, pero, ella es mi hogar, es mi paz. Ella es todo lo que necesito para ser feliz, simplemente, es todo lo que necesito.

Tú mi hogar.Where stories live. Discover now