CAPITULO 3 - Bahía azul

5 1 0
                                    



Desperté con Sharol sobre mi pecho. No quería despertarla pero quería ir al baño, con mucho cuidado la moví un poco para sacarla de encima, me las arreglé para salir de su agarre con éxito y sin despertarla. Hice mi rutina mañanera en el baño, lavarme la cara, cepillar mis dientes, orinar. Lo básico.

Regresé a mi habitación recordando que de alguna manera, Sharol se las había arreglado para hacerme ir al evento de Bahía Azul, así que me dirijo al closet para sacar la ropa que usaría allí, no soy, ni nunca he sido de ir a playas, ni mucho menos a eventos, pero supongo que unas bermudas totalmente negras, más una camisa blanca sería suficiente para la ocasión. Volteo a la cama para asegurarme de que la bella durmiente siguiera ahí, y si lo estaba, dormida de tal manera en que dudé si estaría muerta. Se veía realmente hermosa de esa manera.

Miro la hora en mi teléfono, para darme cuenta así de que ya era tarde. Había esperado mucho tiempo para este momento, despertar a Sharol de la mejor manera. Me quito las zapatillas para subirme a la cama con cuidado, luego empecé a saltar alrededor de ella.

-¡Despierta enana! – Dije mientras seguía saltando - ¡Ya es tarde!-

-¡JAKE!- Gritó Sharol tapando su cara con ambas manos. Salté de la cama para abrir las ventanas, y luego de regreso para apartar sus manos de la cara. Si algo era irritante, era la claridad al despertar.

-¡Modo vampiro activo!- Dije entre risa al verla intentando cerrar los ojos acostumbrándose a la claridad repentina.

-Vas a morir por esto – Dijo, en apenas un susurro. Ya era suficiente tortura por hoy.

-Buenos días, enana- Dije inclinándome para darle un suave beso en la mejilla. Por un momento, un momento el cual pasó como el disparo de un flash, pensé en que quizás, algún día podría besarla. Mentira no era que sentía una clase de atracción por ella, pero no había hecho nada al respecto. No sería tan imbécil como para dañar nuestra amistad.

Sacudiendo todos esos pensamientos repentinos de mi mente, me levanté de la cama. Debía vestirme, desayunar y luego llevar a Sharol a casa para que se pusiera ropa para la ocasión.

-Puedes usar mi baño, estaré haciendo el desayuno- Dije dándole una sonrisa de boca cerrada, la cual ella respondió de la misma manera. Bajé a la cocina sin saber que servir para comer. ¿Cereal? ¿Galleta? ¿Torta? Por lo general yo desayuno lo primero que vea.

Me decido por servir cereal Zucaritas con yogurt en lugar de leche. Un desayuno muy nutritivo, según yo, obvio. Junto a cada taza coloqué un par de galletas Oreo, ese era el toque especial, algo así como el polvo de hadas en una receta.

Sharol aparece en la puerta de la cocina, me mira como si quisiera matarme. Poco a poco se va acercando a mí, siento que es el final de mi vida.

-Ten piedad de mí- Digo retrocediendo, lamentablemente no tengo salida, lo supe al chocar con el mesón. Sharol empezó a sonreír como psicópata, amaba cuando hacía esos gestos.

Poco a poco se fue acercando más, pero no morí. Al contrario, si morí fue de ternura. Ya que lo que hizo fue saltarme encima como un osito y darme un abrazo. De esos abrazos que te hacen sentir que nunca más serás herido. Esos abrazos sanadores.

Repentinamente se alejó de mí sonrojándose y empezó a comer de su cereal. Hay que admitir que todo esto es muy, pero muy raro. Ella sin duda alguna es una chica única, diferente. Me encanta de la manera en que podría defenderla de un león gigante si es necesario. Crecí con ella, así que ambos sabemos literalmente todo sobre el otro.

Comimos rápido y en silencio. En ningún momento aparté mis ojos de ella, y cada vez que hacíamos contacto visual me sonreía y se sonrojaba un poquito más.

-¿A qué hora comienza el evento?- Pregunté para romper el silencio.

-A las once, ¿qué hora tienes?- Preguntó señalando mi reloj.

-Son las... faltan quince minutos para que empiece- Los ojos de Sharol se abrieron como platos, literalmente corrió a quitarse mi camisa y colocarse su ropa mientras yo encendía la camioneta. Pasamos por su casa para que se colocara ropa para la ocasión. Era obvio que ya no llegaríamos a tiempo.

Toco corneta desesperadamente ya que estaba tardando mucho. Mujeres al fin. Cuando por fin la veo salir, comprendo que toda la espera valió la pena. Porque simplemente, estaba hermosa. Traía un vestido con estampado de flores, muy sencillo, pero a ella se le veía espectacular.

-¿Qué tal?- pregunta al subir a la camioneta, la veo mejor desde este ángulo.

-Estás muy linda- Digo sonriéndole –Bien, vamos- Dije y empecé a conducir. Sharol se acomodó en su asiento y extendió la mano para encender el reproductor de música. I see fire de Ed Sheeran empezó a sonar en el auto, era sin duda alguna una de mis canciones favoritas. Nos preparamos para cantar a todo pulmón, solíamos hacer cosas como estas de vez en cuando.

Now I see fire inside the mountain

I see fire burning the trees

And I see fire hollowing souls

I see fire, blood in the breeze

Desolation comes upon the sky

Llegamos a Bahía Azul con dolor de cabeza, pero valió la pena. Estaciono el auto en una orilla y salto de la camioneta, el aire caliente invade mi cuerpo y mi nariz. Lo primero que veo es que el lugar está repleto de gente. Bahía Azul era un lugar muy bonito, consistía en un río el cual comunicaba con el mar, ahí la gente tomaba baños o se sentaba en la grama, arena y rocas a hablar. Al centro del lugar había una especie de club del cual se escuchaba música a todo volumen. También había un par de mini tiendas a lo largo del lugar, donde vendían helados, recuerdos del lugar y esas clases de cosas.

-¿Listo? –Preguntó Sharol apareciendo a mi lado –Ahí vienen los otros, mira- dijo señalando con el dedo. Efectivamente, seguí su dedo y encontré con la mirada a Esteven, Molly, Jamie y aquella chica de cabello castaño que no conocía muy bien, su nombre era Helene si no me equivoco.

Me dirijo allá para saludarlos, No he llegado pero ya siento la mirada de Molly sobre mí. ¿Cómo pueden sentir tanta atracción por alguien que ni les para? Mujeres.

-Miren que oso salió de su cueva- Dice Steven y todos ríen.

Tú mi hogar.Where stories live. Discover now