CAPITULO 2 - A 12 años de su muerte

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SIETE AÑOS DESPUÉS

Un día como hoy, un 15 de Noviembre, hace doce años, falleció mi papá. El día había sido muy agitado, los profesores dejaron mucha tarea ya que se acercaban las vacaciones de navidad, debíamos hacer un par de ensayos también. Odio hacer ensayos sobre cosas aburridas.

Salgo del aula para dejar algunos libros en mi casillero. Pasaría por el cementerio luego de clases así que quería estar liviano, sin peso encima. Camino a la salida con mi mochila colgando solo de un hombro cuando veo a Sharol a lo lejos hablando con un par de jóvenes, puedo reconocer a Steve, más no reconozco a la otra persona. La diferencia de mí, a ella si le gustaba socializar. Decido acercarme a despedirme de ella. Al fin y al cabo, sigue siendo mi mejor amiga luego de tanto tiempo, la conozco desde el jardín de niños. Decir que Sharol y Steven eran mis únicos amigos sonaba deprimente, pero así es. Solo dos amigos.

Me acerco despacio por detrás de Sharol para sorprenderla con un abrazo por la espalda diciéndole –Adiós enana- al oído. Nuestra amistad se basaba en cosas raras y repentinas como estas, no era de demostrar mucho afecto, pero ella sin duda alguna se llevó todo el derecho. De todos modos, eran alrededor de trece años de amistad.

Saludé al resto del grupo con un movimiento de cabeza y sonrisa. Se encontraban junto con ella Jamie Ryan, Molly Sullivan y Steven Jhonson

-¿Te vas?- preguntó con tono de tristeza –Estamos hablando, mañana hay un evento en Bahía Azul, ¿vas?- preguntó alegre.

-Sabes que no me gusta estar en grandes multitudes – dije serio. Odiaba a la gente, literalmente.

-Vamos hombre, será divertido – Dijo Steven dándome un empujón de codo –Nunca haces cosas divertidas, necesitas diversión.-

-Para mí es divertido patinar – respondí seco – a solas- concluí, apartando la mirada de Molly, quién no dejaba de mirarme.

-Si irás – dijo Sharol – irás conmigo, ¿verdad? – me miró con ojos como de quién pide piedad en una dolorosa tortura. Bufo para mis adentros, no quiero ir.

- Bien, lo pensaré – Respondí en derrota, halando a Sharol del codo para irnos de ese lugar -¿Qué crees que haces?- pregunté desesperado a mi mejor amiga.

- Así como lo dijo Steven, necesitas diversión – Dijo, mirándome muy fijamente a los ojos -¿Qué harás hoy? – preguntó como si nada.

-Bueno... iré al cementerio – Respondí bajando la mirada. Ella no parecía entender nada – Ya sabes, doce años desde la muerte de mi padre. - Su cara se iluminó.

-Ohh- dijo con vergüenza, -lo siento, no quise incomodar.- Ahora era ella quién bajaba la mirada.

-Tranquila- La abracé y seguí mi rumbo – ¡Hasta luego! – dije sobre mi hombro para terminar de irme de ahí. El cementerio quedaba a solo veinte minutos en auto para quienes amaban sus vidas, en cambio yo llegué en solo diez minutos.

Mi Jeep negro por el cual Sharol me molesta diciéndome que me parezco a Patch, me permitía llegar rápido a casi cualquier lugar. Además de esto, soy fanático de las altas velocidades. Así que, un buen carro y un buen amante de la velocidad, era la mejor combinación para unas carreteras tan poco transitadas como estas.

Estaciono el carro a la orilla de la entrada principal del cementerio y doy un gran suspiro. Odio los cementerios, pero en este caso, venir a ver la lápida de mi padre, me calma. Me giro sobre mi asiento para tomar un ramo de margaritas del asiento trasero, mi padre era un gran amante de las margaritas. Incluso, decía que el día en que tuviera una hija, la llamaría Daisy, margarita en inglés.

El día que yo tenga una hija, la llamaré Daisy.

Bajo del auto y me adentro en el cementerio, pasando lápida por lápida. Me sabía de memoria el camino a la de mi padre, tres lápidas más allá de la fuente de agua.

Sobre una vieja lápida se podía leer

"En memoria a August Korns.

15-11-1970, 31-12-2005

Te amamos, tu esposa e hijo,

Dios te tenga en su santa gloria."

Sacudo un poco la suciedad con mi mano libre, no entiendo por qué las lápidas en los cementerios las dejan tan descuidadas si ese es el trabajo de la gente que trabaja allí, cavar y limpiar.

Coloco las flores y me siento en una esquina, solía hacer esto. Hablar para mis adentros imaginando que le hablo a mi padre.

>>No sabes cuanta falta me haces papá, te he echado mucho de menos. Extraño tu risa, tus juegos. Extraño ir a verte jugar futbol. Aunque siempre odié el deporte. Extraño cada vez que llegabas a casa, para darle un beso a mamá y un abrazo a mí. Extraño ser tu campeón. Ya tengo 17 años papá, he cambiado ¿no? Mamá dice que estoy cada día más alto, y yo solo pienso, que cada día, estoy más cerca de tocar el cielo, para así darte un último abrazo... Ya debo irme, papá. Se hace tarde< <

Me levanto cuidadosamente sacudiendo un poco la suciedad de mi trasero y aguantando las lágrimas. Siento mis ojos y mejillas arder y sé que no voy a resistir mucho tiempo más. Así que empiezo a caminar apresuradamente a la salida, necesito salir de aquí. Los pasos apresurados se convirtieron en un correr, correr entre lápidas, sintiendo que la muerte me tiene atrapado. Desesperación, miedo. Debo salir de aquí.

Subo a la camioneta lo más rápido posible, agarrando el volante con ambas manos, coloco la cabeza sobre ellas entre sollozos. Ya pasaron doce años, pero yo lo sigo sintiendo tan cerca. Tan real que a veces me asusta. Enciendo el motor y salgo de ahí a gran velocidad, conduzco sin respetar los semáforos, de todos modos, la policía no está muy al tanto de este lado de la ciudad.

Llego a casa y estaciono junto al auto de Dave. Muchas veces he querido chocarlo solo por maldad, mas no me atrevo. El jeep lo conseguí en cierta parte, gracias a él, aunque luego debí trabajar para reembolsarle el gasto. Bajo del auto y entro a casa, Anne me saluda con la emoción de siempre, saltando sobre mí para que yo la eleve y la abrace, a pesar de todo, he aprendido a querer a esta pequeña niña, ya que es la única que le da alegría al hogar. Saludo a mamá con un abrazo como siempre, e ignoro a Dave, solo le dirijo un hola y subo a mi habitación.

No paso mucho tiempo hasta que decido revisar mi celular, lo tenía en mi mochila en modo silencio, ya que en días como hoy, no me gusta ser molestado.

Abro el buzón cuando veo una llamada perdida. Corrección, siete llamas perdidas de Sharol, más un total de diez mensajes.

>>Responde el teléfono princesita<<

>>Mejor amigo... responde<<

>>Me estoy preocupando, ¿Dónde estás?<<

Y otros mensajes similares a esos, pero, el que más llamó mi atención fue el último, el cual decía >>Bien, desaparecido entonces. Iré a tu casa, voy saliendo<< Hora, hace cinco minutos. Debe estar por llegar.

-Hermano, abajo esta Sharol- Dice Anne asomando su pequeña cabeza por la puerta de mi habitación.

-Dile que suba- Respondo dándole una sonrisa. Anne me mira con una sonrisa de niña psicópata.

-¿Son novios?- Pregunta, literalmente saltando de una pata.

-¿Qué? No, no somos novios Anne –Digo sorprendido –Dile que suba, por favor.- Escucho a la niña bajar las escaleras así que sé que se ha ido. Bufo –Novios, pffs-

-¿Novios? ¿Quiénes? – la voz de Sharol me sorprende. - ¿Por qué no atendías? ¿Estás bien?

-Woow woow, muchas preguntas a la vez. ¿Te quedarás a dormir? – pregunto mientras saco una camisa extra de mi closet. Sharol ama usar mis camisas.

-Bueno, ya que insistes – dice alegre tomando mi camisa y apretándola contra su nariz –Pero eso no implica que deba hablar contigo.- dice con seriedad.

-Bien, hablemos- Respondo. Aunque sé perfectamente sobre qué quiere hablar. Uno, la muerte de mi padre y cosas sobre dejarlo ir, y dos, el evento de Bahía Azul, al cual no quiero asistir.

Pero tengo el presentimiento, de que esta enana, me convencerá y terminaré asistiendo.

Tú mi hogar.Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin