4. Miedo y ladrones

17 1 7
                                    


Pedaleo lo más rápido que puedo, no porque quiera llegar temprano a casa, es porque amo sentir el aire estrellándose en mi cara y haciendo volar mis cabellos, es una sensación muy agradable. Algo así como comer una deliciosa fresa bañada en chocolate. Delicioso y fantástico.

Estaciono mi bici en el jardín de mi casa y toco la puerta esperando que Nick no se haya dormido, ni se haya suicidado, necesito entrar a mi casa. Ahora. Toco la puerta unas diez veces más y al fin se abre, y cuando lo hace me arrepiento de mirar al frente.

Nick lleva solo una toalla rodeando su cintura y su torso está desnudo y mojado, tiene gotas de agua cayendo de su cabello y cuello.

-¡¡CÚBRETE, GORDO!!- grito entrando a mi casa con mis manos cubriendo mis ojos. Nick no está gordo, sólo lo digo para molestarlo, porque sé que odia que se metan con su físico. ¿Por qué? Porque es el capitán del equipo de básquet en el instituto, y por lo tanto es un dios griego. Pero prefiero molestarlo.

Mi hermano ríe y sube a su habitación mientras yo le doy un sermón sobre "cómprate una toalla más grande". Debería comprarse una que le cubra también el torso.

Entro a mi habitación, pongo seguro a mi puerta (por si mi psicópata hermano aún tiene su ejército de cucarachas en algún lado), tiro mi mochila al suelo y me lanzo a mi cama abrazando mi almohada con los ojos cerrados. Esto es el cielo.

Sigue siendo el cielo hasta que mi celular vibra en alguna parte de mi mochila, provocando un sonido incómodo. Ahora es el purgatorio. Bufo molesta y me levanto de mi cama para buscar mi celular entre mis cuadernos, cuando al fin lo encuentro miro un número desconocido en la pantalla y, con algo de inseguridad contesto.

-Hola, princesa- entonces esto se vuelve el infierno. Suelto un resoplido y cuelgo. Vuelve a llamar- ¿por qué me cortas?- pregunta cuando contesto.

-¡Oh, lo siento! ¿El señor "soy el mejor" quiere unas disculpas?- digo con sarcasmo.

-¿Señor "soy el mejor"? ¿De qué hablas?

-Dave, te seré sincera ¿ok?- suelto caminando hacia mi cama y volviendo a abrazar mi almohada- eres uno de los mejores y peores alumnos del instituto. Uno de los mejores porque tienes un alto rendimiento académico con el que todos sueñan. Incluyéndome. Y uno de los peores, porque te metes en un millón de problemas ¿por qué? Por tu legendario orgullo. No soportas equivocarte o que los demás te digan algún defecto tuyo, por eso tienes tantos amigos hipócritas, por eso no eres feliz, te la pasas disfrutando de molestar a los demás y por eso no le caes bien nadie- suspiro y tomo aire- excluyéndome. Escucha gruñón, sé que eres buena persona y puedes comportarte como tal, el problema es que no quieres. Porque te da coraje aceptar que eres orgulloso. Por eso no quería hablar contigo, porque no me gusta hablar con personas así.

-Oh- responde quedito- Gracias, McFarlenn...supongo. Te veo mañana. Adiós.

Me cuelga.

A eso me refiero. Ni siquiera tuvo la delicadeza de dejar que conteste su "adiós", simplemente me colgó. Como hacen los egocéntricos. No entiendo cómo las chicas se enamoran de personas como Dave, tal vez sólo sea por su físico o quizá ellas son masoquistas. No sé. Y no me interesa saber.

Me levanto dispuesta a salir de mi habitación a comer alguna ensalada de frutas que me refresque, y en cuanto abro la puerta Nick cae de cara hacia mí, provocando que yo también caiga. Creo que debería tener una puerta eléctrica anti-chismosos como mi hermano.

-Sal de aquí antes de que te deje calvo- ordeno frunciendo en ceño aún tumbada en el piso con mi hermano sobre mí. Al oírme, palidece, como si se hubiera enterado de que Mía Rodisson lo engaña, así que sale corriendo despavorido y una ligera sonrisa se me dibuja en el rostro.

Labios sabor a AlmendraWhere stories live. Discover now