12. Cursilerías tontas

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Cierro el grifo y me miro en el espejo del baño con las manos apoyadas en el lavabo. Una sonrisa se me dibuja al recordar lo de hace unos minutos e inconscientemente toco mis labios.

No sé por qué dejé que Dave me besara, tampoco sé por qué me gustó que lo hiciera, mucho menos comprendo qué son esas cosas aleteando en mi estómago. Quién sabe, tal vez tenga parásitos y tenga que ir a un médico. Ugh.

Arreglo las ondas de mi cabello y me doy una última mirada antes de salir. Me encuentro a Harrison recostado en una de las columnas del pasillo, con el teléfono en mano, está hablando con alguien. En cuanto me ve, sonríe de lado y mueve el dedo índice, indicándome que me acerque. Obedezco y cuando estoy a unos pasos, me da un jaloncito y vuelve a apresar mi cintura, cuelga la llamada y guarda el móvil en su bolsillo trasero.

-Pareces un chico malo encerrándome cada cinco minutos- digo con una sonrisita traviesa. Él chasquea la lengua y me aprieta más, si es que es posible.

-Soy tu chico malo, entonces.

Hace que nuestras narices se toquen, provocando de nuevo esa sensación en mi estómago. Acaricia mi nariz con la suya y me da un beso rápido en los labios.

-Cambié de opinión. Acabo de recordar que olvidé mi bicicleta también.- dice con tono juguetón. Alzo una ceja.

-¿Tú conduces bicicleta?- pregunto. Él suelta una carcajada y se echa hacia atrás, en cuanto vuelve a enfocarme niega sonriendo.

-No, cómo crees, este cuerpo se mantiene sólo.- contesta. Cambia de posición. Esta vez suelta mi cintura y me envuelve completamente, casi abrazándome. Me siento en una cueva, sus brazos son enormes y yo parezco una diminuta hormiga.- En realidad no lo hago. Sólo conduzco bici por diversión, utilizo mi moto, pero recordé que papá la llevó a reparar. Tuve un pequeño accidente la semana pasada y las consecuencias se manifiestan recién.

-¿Pasó algo?- cuestiono frunciendo el ceño. ¿Dave tuvo un accidente? Mi estómago se revuelve. Comienzo a pensar que tengo un problema intestinal.

-Nada importante, tomatito, me fallaron los frenos y la moto se volcó. No nos pasó nada.- me guiña un ojo y yo sonrío más aliviada- Ahora, a lo que íbamos. Acabo de pedir comida rápida sin tu consentimiento, dos hamburguesas con patatas grandes y sin lechuga, perdona el exceso, espero que no te moleste la cantidad de grasa. Se me ocurrió comer sentados en el campus, no creo que incomodemos, somos los únicos junto con los alumnos del último turno que se quedan en el instituto. Son cuatro gatos que no nos molestarán mientras comemos y nos hacemos gorditos. Luego podemos ir caminando a tu casa, te haré reír por cualquier tontería y te daré un beso de despedida. Prometo comportarme como un caballero con armadura, sin egocentrismo, ¿qué te parece la idea?- suelta.

Me mira nervioso, esperando mi aprobación. Aprieto los labios para no reír, se ve preocupado y tierno a la vez, la expresión que tiene en el rostro me causa gracia. Parece un niño esperando que le den permiso para saltar en los charcos.

-Me parece excelente.- contesto.

-¡Gracias al cielo! Pensé que eras una de esas chicas obsesionadas con no tener ni un gramo en exceso y que sólo comen ensalada.- dice. Ruedo los ojos y niego sonriendo.

-La comida es la media naranja de mi estómago. Son el uno para el otro. No puedo separarlos, aunque quiera.- suelto. Él sonríe ampliamente y me da un beso en la frente, uno en la nariz y uno lento en los labios.- Bshta- digo como puedo. Es suficiente con un beso por hoy, no son necesarios tantos. Intento apartarme, y en cuanto menos me lo espero sus manos toquetean mi vientre, haciéndome reír como demente. Se separa sonriendo y yo río sin control- ¡Déjame!

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⏰ Last updated: Apr 16, 2018 ⏰

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Labios sabor a AlmendraWhere stories live. Discover now