« tan frío como el invierno, tan tóxico como el cloro. »
Jeon es un joven sumido en los peores vicios, fumar, la heroína, la marihuana; alguien a quien nadie quiere acercarse a pesar de llamar la atención por ser tan guapo. ¿Cómo era posible que alg...
Viviendo de vicios extremadamente malos para la salud, Jeon es un joven de barrio, su ropa y aspecto no lo reflejan para nada, él sabe camuflarse bien ante la sociedad. Todas las chicas que no lo conocen y logran verlo desde lejos caen rendidas ante su belleza, parecía ser tallado por los mismísimos dioses griegos.
Todas las personas temen de él, y no porque sea intimidante, sino porque esos olores son desagradables para cualquiera. La gente que no lo conocía lo tachaba rotundamente de vagabundo y vándalo, no se conocía mucho sobre él, sólo que era misterioso, y según el testimonio de unos de los pocos amigos que llegó a tener: Él estaba tan sano por fuera pero por dentro tan podrido; no haciendo referencia a el daño que le causaban sus vicios sino a la personalidad de mierda que poseía, era hipócrita y se aprovecha de las personas para su propio beneficio.
Nadie sabe por que no estudia. Nadie sabe por que vive sólo. Nadie sabe por que siendo tan joven se daña de esa manera. Nadie sabe la verdad detrás de todo Jeon JungKook, y nadie quiere saberlo.
—¡Me vas a contar el por qué no me puedes dar uno de tus porros también!?
—Ya vete fastidiosa, ve a molestar a tu puta madre.
—¡Yo quiero molestar a mi rata favorita!
Chica de cabello marrón y tez blanca algo bronceada. No pregunten como diablos fue que la conoció, por que ni él mismo lo sabe.
Jeon tan reservado y ella tan escandalosa, podía estar todo lo podrido que él quisiese, pero sin duda no golpearía jamás a una mujer, por eso en ese momento estaba empujando su mejilla con su lengua, intentando no hacer algo imprudente en contra de la chica con corte de Dora la exploradora.
JungKook quizás sería un depravado sexualmente si se lo proponía, podía tomar beneficio de ella, por supuesto que sí, si es que ella se dejase cediendo ante el astuto joven que usaba su rostro y cuerpo bien marcado y tonificado como arma.
