Prólogo

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Era una noche fría, el viento soplaba cada vez con más fuerza cuando un chico pelinegro ingresó en el área de emergencias del hospital, provocando que enfermeras y doctores lo miraran con estupefacción; el chico tenía la ropa raída, varias heridas a lo largo del cuerpo y un corte profundo en la parte de atrás de la pierna derecha; temblaba mientras aferraba con fuerza una pequeña bolsa de terciopelo negro; luego de mirar a su alrededor, el chico se desplomó en el piso.

—¡Necesitamos una camilla!— gritó un doctor mientras se abalanzaba sobre él para revisarle el pulso.

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