Capítulo 22~Con mi novia

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CAPÍTULO ESPECIAL dedicado a leonoralfonsina . Aquí tienes lo que tanto me has pedido.

Capítulo 22

Gabriella

Los malditos rayos de Sol, que creo que se alinearon  todos para iluminarme los ojos con tanta intensidad, me hacen levantarme de la cama de mal humor. Hoy comienza el segundo semestre, el último de mi carrera, por suerte. Me meto en el baño y me doy una ducha rápida, me pongo un vaquero negro y una blusa roja que me queda un poco por encima del ombligo. Cojo mi bolsa y bajo a desayunar.

Papá, mamá e Isa están sentados en el comedor, desayunando. Paso sin saludar, directo a la nevera. Cojo un batido de vainilla y me siento a comer las tostadas de Isa.

—Hey, hazte las tuyas—frunce el ceño.

Hago puchero—¿Ya no me quieres?

Ella sonríe—Vale, podemos compartirlas.

Yo me río.

—Oh, buenos días—saludo a mis padres sin ganas.

—¿Qué te pasa?—pregunta mamá.

—Que quiero quedarme en casa, durmiendo todo el día, en vez de ir a clase. ¿Puedo?

—No—responde papá—tus estudios son muy importantes, recuerda que debes continuar con el legado familiar.

—Uff, ya lo sé—me levanto—adiós, cariño—le doy un beso en la mejilla a mi hermanita—y date prisa, ya casi llegas tarde al cole—le doy un beso a mamá y otro a papá—Os quiero. Hasta luego.

***

La clase de hoy termina y yo salgo enseguida. Todo es menos insoportable cuando está Ariel aquí, la extraño muchísimo. Sabe que el semestre ya comenzó, así que no tardará en llegar, por suerte.

Antes de seguir caminando, todo pasa muy rápido. Alguien tira de mí bruscamente, me lleva a una esquina y me cubre los ojos con su mano. Intento hacer fuerza y gritar, pero cuando estampa sus labios contra los míos, no tengo que mirarle para saber quién es.

El puto de Arnold.

El beso es brusco, como acostumbra a besarme, y me gusta. Estar entre sus brazos es tan relajante que me asusta, porque sé que hará algo para cagarla, y yo estaré llena de dolor, como le pasa ahora a Ariel porque Christian está con otra. Todos fueron cortados con la misma tijera.

Él aparta sus manos de mis ojos, pero yo no los abro. El beso continúa, sus manos acarician mi espalda, por debajo de mi blusa. Yo le agarro el cuello para atraerlo más, pero entonces él se aparta.

—Hola, negra—por fin abro los ojos y me encuentro con la sonrisa más linda que he visto—Ya veo que me extrañaste.

Arnold y yo estuvimos una semana sin vernos, porque fue a visitar a su abuela fuera de la cuidad. Y por ahí no hay cobertura, así que ni siquiera nos escribimos.

—Claro que no, maricón.

—Hey, para ya de llamarme así—su sonrisa desaparece, siendo reemplazada por una expresión seria.

Amar de nuevoWhere stories live. Discover now