Amar de nuevo

Capítulo 25~No estoy bien

Capítulo 25

Christian

Dos semanas después...

¿Alguna vez han experimentado tanta felicidad que da miedo? ¿Tanto amor que asusta? ¿Que tienen todo lo que quieren y como lo quieren, incluso mejor de lo que se imaginaban, pero tienen miedo de disfrutar al máximo porque temen que esa felicidad se esfume de la nada?

Eso es justo lo que me pasa.

Por un lado, mi mamá es feliz, ha encontrado a alguien que la quiere y que la respeta y por lo tanto yo soy feliz.

Y por otro lado, está Ariel, la mujer de mi vida. Esa persona terca que llegó justo cuando más la necesitaba para complicarme la vida, para bien. Estoy más que agradecido con ella por no haberse rendido nunca, por luchar por mí, por quererme, por soportarme y sobretodo por existir.

No sé cómo expresar toda la felicidad que ella me da, en serio que no sé. Cuando estoy con Ariel se me olvida incluso mi nombre cuando me pierdo en la profundidad de sus ojos y de su boca.

Mierda, estoy hablando como un friqui.

Pero es que ella me deja así. Llevamos dos semanas de novios y no pasa ni un minuto en que no la eche de menos. Siempre quiero estar con ella, busco cualquier excusa para verla y ella lo sabe, eso me gusta. Es hora de que la demuestre lo mucho que la quiero, es mi hora.

La quiero, quiero a esta rubia que está probándose una cazadora de cuero, mirándose en uno de los espejos del centro comercial. Lleva un vestido ligero de color gris, con unas sandalias negras. Lleva el labial que siempre usa, con una coleta que la hace parecer más niña.

—¿Qué tal me queda?—me pregunta Ariel dando una vuelta completa sobre sí misma, despeinando así sus cabellos. ¿Puede verse más guapa?

—Bueno... Podría estar mejor—le vacilo.

—Jo, mierda.

—¡Hey! ¡Ese vocabulario!—le riño.

—¡Ay calla!—se ríe—Que tú eres peor.

Ariel me ha convencido para que la acompañara al centro comercial, dice que quiere renovar su armario. ¿No le es suficiente con la ropa que me imagino que habrá traído de Inglaterra?

Mujeres...

—¿Pero es en serio que me queda mal?—insiste.

Yo sonrío—en ningún momento he dicho que te quedara mal.

—Ya, pero has dicho que podría estar mejor, eso es que está mal.

—No estoy de acuerdo—frunzo el ceño.

—¿Vas a ponerte a discutir ahora? ¿Me queda bien? ¡¿Sí o no?!—eleva la voz sin darse cuenta y al percatarse de ello sus mejillas se encienden, porque alguna gente se ha parado a mirarla.

Me acerco a ella—Te estaba vacilando, te queda espectacularmente bien.

—Gracias—sonríe y se coloca un mechón de pelo detrás de la oreja—pero no me gusta este color—se quita la cazadora.

Elevo las cejas—¿Y para qué me preguntas, si a ti ni siquiera te gusta?

—Porque sí—me lanza un beso—porque me encanta hacerte perder el tiempo, novio mío—me saca la lengua.

Novio mío...

—Eres una pesada.

—Pero aun así me quieres—se encoge de hombros—eso es que algo hago bien.