Capítulo 24~Hagamos el amor como perros

4.2K 238 35
                                    

Capítulo 24

Ariel

Me temblaban las piernas cuando llegué a la ceremonia y lo vi ahí, tan guapo como siempre. O incluso más. Lo echaba tanto de menos... Hacía dos días que había llegado, pero solo lo sabían Gabi, Elena y mi padre. La pedí que no se lo dijera a Christian, pero ella me pidió que asistiera a su boda, y entonces lo hice porque no quería faltar a la boda de alguien que se había vuelto como una madre para mí.

La parte difícil era ver a Christian, aún más sabiendo que iba a estar con su novia la Solita. Me iba a morir de rabia y de celos.

Cuando grité y me miró me sentí en el cielo, por fin nuestras miradas volvían a coincidir, echaba muchísimo de menos sus ojos marrones, y la forma en que me miraba. Noté que Christian quería acercarse a mí, pero su novia no le dejó, y eso me dolió aún más.

Pero en la fiesta noté que él no se sentía cómodo a su lado, no paraba de acosarme con la mirada, eso solo podía significar que no estaba interesado en ella, para nada.

Le vi subirse a su cuarto y lo seguí. Noté que no estaba bien, lo percibí a distancia. Cuando entré y vi como me miraba había confirmado lo que creí que había sido un sueño. Me miraba con amor, lo sé porque creo que yo lo miro de la misma forma. Con amor. Christian me había dicho que me quería.

Cuando nos quedamos sin nada que decir solo pensé en irme, estaba muy incómoda. Pero rogaba porque me detuviera, pero no me esperaba que lo hiciera con esa estúpida pregunta.

Yo, ¿Novia de Raúl? No, gracias.

Y entonces me atreví a decírselo, que me acordaba de lo que me dijo. Él no pudo negarlo, y eso me hizo muy feliz.

—Solo quiero que admitas que me quieres, tanto como yo te quiero a ti. Y que conmigo te des la oportunidad de amar otra vez, de amar de nuevo—le dije.

Después de unos segundos de silencio que se me hicieron eternos, una sonrisa aparece en los labios de Christian, una sonrisa contagiosa, porque yo también sonrío.

—¿Me quieres?—me pregunta. ¿Acaso está sordo? Vale, no le haré esa pregunta.

—Sí, Christian. Te quiero—mi sonrisa se amplía.

—Y yo a ti, sirenita.

—Ya lo sabía—suelto una risita—pero es bonito escucharlo de nuevo.

—Entonces...

—¿Qué?—le interrumpo—¿Me vas a decir que lo intentemos?

Él afirma con la cabeza.

—No, gracias.

Él frunce el ceño, confundido. Qué mono se le ve.

—No entiendo, ¿eso no es lo que querías?

—Es lo que quiero. Pero tú todavía tienes novia, si quieres estar conmigo ya sabes qué debes hacer.

Respira hondo—Está bien.

—Me tengo que ir.

—¿Ya?

Me río—Sé que me has extrañado mucho, pero disimula un poco, tonto.

—Ya he disimulado mucho, ahora solo me abriré diciéndote todo lo que siento—me toma la mano y no puedo evitar sentir ese cosquilleo—sigues temblando cuando te toco, eso es bueno—sonríe.

Joder, esa es la sonrisa que quiero que tengan mis hijos. ¿Es mucho pedir?

—Y tú sigues llevando el pelo despeinado, no sé si es bueno.

Amar de nuevoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora