Sonia sabe que sus padres discuten por su problema. Ella no va a ningún colegio especial, por lo que todo tiene que estar preparado de una forma diferente. Que todos se preocupen por ella siempre le ha hecho sentir como una princesa. Pero el resto de la gente no lo ve así.
Eso no es su culpa, nunca lo ha sido y nunca lo será. Ella no entiende porque la mayoría del mundo no está preparado para la gente como ella. Y es más, no entiende cómo unos trozos de papel rectangulares y coloridos pueden hacerte adquirir absolutamente todo, menos la felicidad (o eso es lo que dicen).
Pero sí que la compra; porque acaso la estabilidad de tu familia y el bienestar de los que te rodean e incluso el tuyo propio, ¿no es una parte de la felicidad?
Así que para que todo sea un poco más fácil, Sonia ha decidido ir a un colegio especial, donde por fin todo está preparado para la gente como ella. Aunque al principio no le apetecía mucho, dado que ya conocía a todos los compañeros de su antiguo colegio, que incluso a veces iban a jugar a su casa, pensó que sería divertido para sus confidentes, las hadas, y para ella conocer un sitio nuevo; incluso podrían hacer nuevos amigos.
Al contaros esto trato de que olvidéis vuestro pensamiento de "¡pobrecita!, "¡con lo duro que es cambiar de colegio, y encima teniendo un problema así!"; y os deis cuenta de que los problemas no existen hasta que tú los creas...
